miércoles, 5 de agosto de 2009

VERGONZOSA ¿JUSTICIA?


Acabamos de comprobar que en España hay dos tipos de justicia: la de las personas de a pie, y la de los chorizos-políticos corruptos, que venden a su madre por unos trajes y que tienen colegas del alma, ya no sólo hasta en el infierno, sino también en el Tribunal que les juzgará, así se aseguran que pueden mentir y mangar a manos llenas, y su causa siempre será archivada.

"Que en el tribunal hay cuatro jueces... no hay problema, uno es mi amigo del alma, que es el presi del tribunal, ni más ni menos. Otro, es uno al que metió mi amigo del alma y al que le debe muchos favores, y los otros dos no pintan nada. Ya tengo asegurado que me archivan el caso. ¿Y los ciudadamos?, que les jodan, esos don nadie, que se dediquen sólo a votarme, que de lo demás me ocupo yo". Esto es lo que debe estar pasando por la cabeza de Camps, es lo que debe haber estado pasando por su cabeza desde que se supo lo chorizo que es y se dedicó a mentir, y sí, la verdad es que me siento jodida como ciudadana.

Me siento jodida, y han terminado de borrar, de un plumazo, la poca credibilidad que aún tenía la JUSTICIA para mí.

Y es que ahora los capos de la mafia ya no se dedican a amedrentar a los dueños de las tienduchas. ¿Para qué?. Ahora la pasta está en la política, en la especulación urbanística, en la quema de bosques para urbanizar, en "ahora recalifico aunque sea suelo protegido, si aquí los únicos que van a protestar son los ecologistas de mierda, y a estos me los compro yo con cuatro duros".

Ahora los capos de la mafia napolitana son los Camps y los Fabra de turno, que por cierto, ya ha dicho que a él le pasará los mismo que a Camps, vamos, que tiene más que comprados a los jueces.

Y lo peor de todo es que, además. siguen ganando elecciones. ¿En qué país vivimos?

sábado, 1 de agosto de 2009

La soledad de los números primos


Desde "la era Murakami" no había vuelto a terminarme un libro, y lo he hecho con La soledad de los números primos.

Acabo de terminarlo, así que aún siento el típico nudo en el estómago de terminar una historia que te ha acompañado durante un tiempo.

Algunos lo han comparado con Tokio Blues, de Murakami, pero creo que no tiene nada que ver.

Los protagonistas son Mattia y Alice, dos personas marcadas por sucesos trágicos ocurridos en su niñez, que les sirven de pretexto para ser como son, dos seres autodestructivos, con nula empatía hacía los demás, incapaces de darse una oportunidad para ser felices.

Sinceramente, me ha parecido una historia desalentadora, en la que en muchas ocasiones, me han dado ganas de gritar a Mattia "¡Despierta!", pero es imposible querer despertar a alguien que desea estar muerto, que simplemente pasa por la vida queriendo ser su hermana desaparecida.

Con Alice me han dado ganas de gritar "¡No lo hagas!", pero es imposible querer detener a alguien que culpa a los demás de sus acciones.

Es un libro que recomiendo, pero que creo deberían evitar las personas que se encuentren decaídas, no vaya a ser que les dé por la autodestrucción.

Mamás y Papás: Una realidad que no debemos olvidar...

Una joya en el corazón de Madrid