
Llueve sobre Madrid. Hoy he encendido la calefacción, algo a lo que me resistía por poner mi granito de arena a la lucha contra el cambio climático, pero a lo que me he tenido que rendir.
Poco a poco, voy acostumbrándome a estar en casa. Leo los libros sobre el embarazo y preparación al parto que tenía pendientes, escribo y resumo cosas que tenía que haber hecho hace tiempo e intento estar lo más tranquila posible. Sigo con taquicardias, que suelen aparecer, nada más levantarme y después de comer. Entonces, debo tumbarme porque en ese estado, no puedo ni hablar. Me falta el aire.
Escucho música relajante, que a Adrià debe gustarle porque no deja de moverse dentro de mi barriga cuando la escucha. Tiene sus favoritas, como el Claro de Luna, de Beethoven; o el Lago de los Cisnes y Dans de la Fée Dragée, de Tchaikovsky, que los dejaré colgados aquí abajo, por si "cae" por este blog alguna embarazada más y quiere probar a ponerle esta música a su bebé.
Poco a poco, voy acostumbrándome a estar en casa. Leo los libros sobre el embarazo y preparación al parto que tenía pendientes, escribo y resumo cosas que tenía que haber hecho hace tiempo e intento estar lo más tranquila posible. Sigo con taquicardias, que suelen aparecer, nada más levantarme y después de comer. Entonces, debo tumbarme porque en ese estado, no puedo ni hablar. Me falta el aire.
Escucho música relajante, que a Adrià debe gustarle porque no deja de moverse dentro de mi barriga cuando la escucha. Tiene sus favoritas, como el Claro de Luna, de Beethoven; o el Lago de los Cisnes y Dans de la Fée Dragée, de Tchaikovsky, que los dejaré colgados aquí abajo, por si "cae" por este blog alguna embarazada más y quiere probar a ponerle esta música a su bebé.