Muchas personas, entre las que me incluyo, tenemos una doble vida. Somos más de las que piensas, y estamos en todas partes. Somos tus vecinos, compañeros de clase o de trabajo, nos sentamos junto a ti en el metro, en el autobús...y aunque parezca que estamos allí, no lo estamos. Si nos ves usar el móvil, seguramente estaremos dentro de nuestra otra vida.
Es una vida virtual, etérea, que sólo revive cada vez que entramos en contacto con nuestros compañeros de viaje virtuales, pero que en ocasiones, inunda nuestra otra vida, la vida real, la condiciona...y a veces, los personajes virtuales saltan al mundo real, pudiendo conocerles en la realidad tangible. De hecho, mi última pareja, con la que he compartido dos años y medio de mi vida, en el mundo real, la conocí en ese mundo virtual.
¿De qué estoy hablando?. Podría hablar de muchas plataformas virtuales. Todas, más o menos, pueden tener estos componentes. Conozco muchas de ellas, pero en la que llevo sumergida más de tres años, es un juego. Lord of the rings: RisetoWar.
Llegué allí por casualidad. Salió como sugerencia de aplicación en mi móvil, y entré por curiosidad, mientras me sentaba por las noches a ver alguna película antes de dormirme. Empecé con la primera sesión del juego, en octubre de 2021. Los gráficos eran muy simples y estuve aprendiendo la dinámica del juego, que me iba pareciendo cada vez más compleja. Había un chat en el que podías hablar con otros jugadores, que nunca usé, creyendo que serían todos niños o adolescentes. Al final de la temporada, quedé como líder de una comunidad, sin saber muy bien cómo había llegado allí, y alguien me escribió para unirme a su comunidad la siguiente sesión, pero no respondí. Las sesiones duraban como ahora, unos dos o tres meses.
En la segunda sesión, empezaron a escribirme otros jugadores para organizar ataques conjuntos. Al principio, no hablaba mucho, lo mínimo para fijar un día y una hora de ataque. "A las 20.00 no, que tengo que hacer la cena a los niños", escribían algunos de ellos, y me dí cuenta que al contrario de lo que había pensado en un inicio, la mayoría de los jugadores eran más o menos de mi edad. El chat del juego traduce al idioma que seleccionas todas las conversaciones, por lo que aunque hablasen en otros idiomas, podíamos entendernos perfectamente. También contamos con un tiempo horario homogéneo, el UTC, que con la península española varía una o dos horas, en función de la época del año, pero difiere bastante en otras partes del globo, por lo que la hora en la que prefiero atacar un bastión, que suele ser las 21.00 o 22.00, puede suponer que sea la madrugada o mañana de otros jugadores, por tanto, siempre hay que pensar estrategias, mediar, negociar...y poco a poco, se va creando un entramado, una realidad paralela, en la que creamos unos personajes, -la mayoría de los jugadores tenemos más de uno-, en la que podemos comportarnos como en la vida real, o ser completamente distintos. Puede ser nuestro alter ego, o despreciable, traicionero, generoso, amoroso, amistoso...puede ser lo que nosotros queramos.
Después de estos tres años de andadura, algunos ya tenemos muchas historias que compartir y que contar. La dinámica del juego obliga a interactuar. Tenemos que crear comunidades de hasta 100 jugadores, que a su vez crean alianzas con otras comunidades, creando una facción, que se enfrenta a otras facciones, y se crean alianzas entre facciones, unas contra otras, y nos ayudamos, y nos traicionamos, y nos amamos y nos odiamos, como la vida misma. Y a veces pienso que quizás esto sea más real que la vida que creemos real, y que es difícil establecer la línea, porque los dos mundos interactúan constantemente.
Como decía, conocí a mi última pareja en este juego, nos conocimos en persona, y decidimos iniciar una relación de pareja en la vida real. También he conocido a otros jugadores en persona, que aunque vivan lejos, cuando han viajado, hemos buscado la manera de encontrarnos.
Por lo general, en medio de las conversaciones para organizar las estrategias, acabamos compartiendo temas personales, si tenemos hijos, pareja, si trabajamos o estudiamos, y dónde vivimos. A veces, incluso, hablamos de la diferencia entre los distintos países, vacaciones, sistemas sanitarios, recursos sociales...
Nos apoyamos en los momentos difíciles, -pérdidas, problemas de salud...- somos como una gran familia, y cuando acaba una sesión y tenemos qué decidir entre los distintos formatos que el juego nos ofrece, la frase más escrita suele ser algo así "Da igual dónde vayamos, pero voy contigo", y las barreras del idioma, de la religión, de la edad, de las clase sociales, dejan de existir, porque en este mundo sólo somos esos personajes en los que hemos volcado nuestro "yo" más primario.
No puedo evitar dejar de analizar las personalidades de los personajes, las alianzas, las traiciones...es tan fácil detectar a las personas tóxicas, los abusadores...y también a las personas frágiles, dañadas, que necesitan huir de su realidad.
Es muy fácil para mí conocer el siguiente paso del enemigo y buscar una estrategia para combatirle de forma más efectiva. Nunca dejo de sorprenderme cuando algunos jugadores dicen que no han dormido la noche anterior para poder atacar al enemigo, y pienso en las repercusiones que puede tener para alguien no dormir en la vida real.
Personalmente, estos últimos meses, que mi cuerpo no respondía, he seguido caminando, luchando y hasta volando con águilas en este mundo virtual. He tenido más tiempo libre para organizar estrategias y dar soporte a mis compañeros, y me he sentido más útil de lo que era en la vida real, porque mis limitaciones físicas no interferían en el mundo virtual, y hemos conseguido épicas victorias, cuando nadie creía que fuéramos capaces de lograrlo, y he conocido a jugadores muy fuertes, -ballenas o kraken, los llamamos-, humildes, que han dedicado su tiempo a ayudar a los más débiles, protegerles y enseñarles a optimizar a sus comandantes y equipaciones para ser más fuertes. En estas situaciones, a pesar de la barrera de las pantallas, puedes sentir su generosidad y sabes que ésa es su forma de ser en el mundo real.
Es, sin duda, un fiel reflejo de la vida real, donde puedes ejecutar el ensayo - error sin consecuencias en la realidad, salvo para aquellas personas en las que ese mundo es más real que su vida fuera de lo virtual, y cuando llego a este punto de la reflexión, siempre me pregunto quién decide cuál es la realidad si lo que estoy viviendo en la pantalla para mí es la realidad, donde mis limitaciones físicas no influyen, donde nadie me juzga por mi físico, ni por mi religión, ni por mi clase social...allí sólo soy un personaje donde he volcado mi esencia o la parte de mi personalidad que he elegido mostrar, que me ayuda a escapar de mi realidad o la complementa haciéndome sentir lo que no puedo sentir en la realidad.
Sin duda, estamos ante un fenómeno al que creo que por el momento no se está dando importancia, pero que se tendrá que estudiar en algún momento, entre otras cosas, porque nuestras hijas e hijos ya están creciendo con la posibilidad de entrar en estos mundos. Los adultos nos los hemos encontrado cuando nuestra experiencia de vida ya estaba avanzada, pero qué repercusión puede tener en las vidas de quienes están aprendiendo a vivir, está por descubrir.