domingo, 12 de octubre de 2025

EVOLUCIÓN


Hace un par de semanas, traje a Vulpinus a casa. Vulpinus es un pez marino, con cara de zorro, muy apreciado porque come algas Me gusta mucho porque suele ser muy sociable con todos los demás peces y se acerca a los humanos cuando se siente seguro. Uno de estos peces fue víctima del parásito que acabó con casi toda la vida del acuario hace unos meses. He tardado en introducirlo porque quería estar segura de que no hubiese ningún otro parásito que acabase con los actuales habitantes. Por tanto, ahora mismo, viven en el acuario los dos peces payaso, el gobio vigilante y el camarón pistola, el tormentosus y el vulpinus.

Fue muy curioso porque tormentosus, que se encontraba sin compañero de acuario, se ha hecho amigo de vulpinus y, normalmente, les ves juntos entre las rocas y los corales. El acuario va evolucionando y sus habitantes establecen nuevos vínculos. Vulpinus se acerca casa vez más al cristal cuando me ve, y espero que en algún momento, como el otro vulpinus, venga a comer de mi mano.

Fuera del acuario, han sido días intensos. Un nuevo reto laboral, que parece que va funcionando, y que estoy segura será un éxito. Actividades varias con amigos y amigas. Descubrimiento de grupos musicales. Charlas profundas, bebiendo cervezas o cafés. Comida con amigas, sobremesa larga y paseo hasta El Retiro. Seguimiento por ubicación gps a una amiga con una misión nocturna importante, que requería supervisión. Expresar mi malestar a una persona que todavía no ha entendido lo mucho que nos parecemos. Planificación de un nuevo viaje en solitario...¿Se puede pedir más?.

lunes, 22 de septiembre de 2025

ÁNIMOS

Es curioso en las cosas en las que a veces nos fijamos, y hablar sobre esas cosas que para nosotros son importantes, y sin embargo, pasan desapercibidas para otras personas.

Hace unos días, alguien me dijo que yo siempre estoy alegre. La verdad es que no lo había pensado. Imagino que cuando te sientes bien la mayor parte del tiempo, no eres consciente de que ése es tu estado natural. Es como cuando, de repente, comienza a dolerte una muela, y te sorprendes de que la mayor parte del tiempo, no te había dolido. 

Otra cosa que me dijeron es que no suelo enfadarme. Bueno...hay ámbitos en los que sí me enfado a veces, por ejemplo, en el trabajo. Me enfado cuando detecto que alguien está haciendo algo perjudicial para otras personas, de manera deliberada y consciente. En esos momentos, verbalizo mi malestar e intento contrarrestar las consecuencias. Busco soluciones, y el impulso de la acción, hace que olvide mi enfado. Se ha quedado relegado por la resolución. Otras veces, aunque me enfade, decido no hacer nada porque sé que es una batalla perdida de antemano.

A veces, aunque pocas, también me enfado por situaciones personales. Suelo decirlo a la persona en cuestion, con calma, y explicando el motivo de mi malestar, pero a veces, guardo silencio. Lo callo cuando soy consciente de que decirlo no va a resolver absolutamente nada que, simplemente tenemos distintos puntos de vista, y que no seré yo quien intente cambiar la forma de ver las cosas de otra persona. En contadas ocasiones, sé que la otra persona sabe que me molesta, pero aún así, no digo nada. Se desconciertan porque, por mi parte, no hay la reacción que esperan. No les voy a dar esa satisfacción. Sin embargo, sí hay una respuesta por mi parte, aunque en ese momento sea transparente para ellos...y es que me voy alejando un poquito más. Poco a poco, me distancio. Me van perdiendo sin que sean conscientes, hasta que un día, ya no estoy disponible. Es entonces cuando se molestan. Quieren saber por qué he cambiado, sin querer asumir que, simplemente, me alejo de las personas que no me tratan bien. 

domingo, 21 de septiembre de 2025

FELICIDAD, QUÉ BONITO NOMBRE TIENES

Vídeo

Hace una semana, alguien de quien no me lo esperaba, me hizo una pregunta. 

-¿No eres feliz con tu vida?.

- Wow, - contesté-. Una pregunta muy profunda. Normalmente, soy yo quien la hace.

Le dije que sí soy feliz, aunque mi vida no es convencional. Hace muchos años, decidí que seguiría los dictados de mis emociones, que me iría de los lugares en los que no me sintiera bien, que no soportaría una vida que no me diera todo lo que necesito, a pesar de que eso significase prescindir de la estabilidad.

La cuestión es que esa pregunta se ha quedado toda la semana suspendida en mis pensamientos, y a veces me sorprendo pensando en ella. ¿Podría estar mejor?. Sí, por supuesto. Echo de menos estabilidad, aunque amo mi libertad, y no tener que dar explicaciones a nadie. Cada ruptura ha supuesto una liberación para mí. Soy un alma libre, como dice una de mis mejores amigas. Sin embargo, a veces echo de menos un abrazo, un beso, una mirada al despertarme por la mañana.

La libertad implica una cuota de soledad. No me refiero a la soledad de no estar acompañada, ya que la mayor parte del tiempo estoy físicamente con otras personas. Me refiero a la soledad del alma, a no poder compartir determinados momentos con alguien especial. Cuando me refiero a alguien especial, estoy hablando de alguien con quien tienes el convencimiento que es la persona que quieres que esté a tu lado en ese momento. También he experimentado la sensación de estar en un lugar maravilloso, sintiendo que la persona que me acompaña es la equivocada, y no porque en ese momento mi corazón estuviese dividido, sino porque siento que no he encontrado todavía a  la persona con la que tendría que haber ido a ese lugar.

Es posible que alguien piense que soy una inconformista, una soñadora, que no vivo en la realidad, y que estoy condenada a la soledad. Probablemente, tengan razón, pero lo que no puedo es renunciar a lo que siento, a lo que pienso, a lo que soy...

sábado, 20 de septiembre de 2025

EDUCASTRACIÓN

He encontrado este vídeo en Facebook y me ha parecido muy revelador. Estoy totalmente de acuerdo con lo que explica Tony Estruch en el canal de Carlos Roca. Hay muchas personas que conozco que todavía mantienen esa creatividad innata, aunque su vida se mueva dentro de los estánderes de la producción. Es más, tú que estás leyendo esto, eres una de esas personas. 

Tony Struch en canal Carlos Roca

VALE LA PENA


Anoche fui a ver a Dani Rovira, en su show "Vale la pena". En él se tratan temas que están a la orden del día, de una manera intensa y valiente, utilizando términos que conocemos bien las personas que hemos transitado esos caminos.

La compañía fue todo un acierto. Todas nos reconocimos en sus palabras. Nos fuimos a tomar unas cañas y a comer algo ligero. El barrio de La latina estaba a rebosar y tardamos en encontrar una mesa libre, pero mereció la pena la búsqueda, no por el sitio, sino por la conversación. Honesta, clara, directa, hiriente y plagada de silencios y miradas que decían más que las palabras. Conversaciones y situaciones necesarias para colocarte en la realidad de vez en cuando.

El colofón de la noche fue que el coche que pedí para volver a casa resultó ser un BYD. Un modelo parecido al mío. El conductor y yo hablamos de las bondades de estos coches. Él me contó que todos los clientes se sorprendían de su interior y de sus prestaciones, y algunos de ellos, incluso se planteaban comprarlos. Yo le conté que esta semana, en una ocasión, al aparcar y salir del coche, un hombre también me preguntó qué resultado me estaba dando, y le dije que estaba encantada. También me dijo que se acercaría a un concesionario. Estos coches se venden solos.

Cuando llegué a casa, mis hijos me esperaban en el salón. "Nos tenías preocupados", me dijo Adrià. "Estaba esperando a que llegaras para irme a dormir", me dijo Iria. Regresé a la adolescencia por unos segundos. La noche valió la pena.


martes, 16 de septiembre de 2025

MI VIAJE. DÍA 5


Emprendo el camino de regreso a Madrid. Una vez más, mi BYD (Build Your Dreams - Construye tus sueños) me transporta. El viaje es liviano, como estar sentada en el sofá de casa, escuchando música. Ha alcanzado los 3.000 km y todavía no tiene un mes...

Vuelvo con la tranquilidad de haber cerrado ciclos, aunque he abierto otros, que continuaré desde Madrid. Lo que está claro es que mis viajes a Viveiro serán más frecuentes, y además no los haré sola. Mis hijos reclaman venir conmigo y recorrer la muralla de Lugo junto a mí. No hay escapatoria. 

El cielo está despejado cuando abandono Viveiro. Siempre es mucho peor volver cuando el día es soleado. Te persigue el pensamiento de que quizás podrías haber apurado más el tiempo. Prefiero no pensar en eso. El coche arranca silencioso en el semáforo que lleva a la rotonda por la que abandono la ciudad, dejando a mi espalda la ría y el mar que tanto añoraré. De vuelta a la normalidad.

viernes, 12 de septiembre de 2025

CERTEZAS

VIDEO

El ser humano quiere certezas. Necesita la seguridad de que las cosas no van a cambiar, a no ser que él o ella quiera cambiarlas. Queremos que los demás se comporten como esperamos, que nos guarden fidelidad, que nos prioricen, que nos satisfagan... Dejamos que el ego tome el poder, y no nos damos cuenta de que los demás esperan lo mismo de nosotros, aunque no lo hayamos hablado ni pactado.

Entonces, nos encontramos ante una lucha de egos, en la que ninguno gana. Todos pierden porque no son conscientes de que todos tenemos libre albedrío. Todos somos dueños de nuestras decisiones. Nadie tiene el poder sobre los demás, sino sobre él mismo. Los demás deben seguir su propio camino. En ocasiones, irán paralelos al nuestro. Otras veces, tomarán una bifurcación y se alejarán de nosotros. Quizás, en algún momento, nuestros caminos vuelvan a cruzarse, o no...

La cuestión es ser consciente de que nunca hay una verdad absoluta, ni nada es para siempre, y las certezas son una ilusión de nuestra mente, que acaban cayendo como un castillo de naipes, y que hay personas, que a las que cuánto más les pides certezas, más rápido se alejan por la bifurcación que les lleve a caminos donde puedan sentirse libres, y que no hay nada más perfecto que dos personas que deciden acompañarse sin ataduras, sin obligaciones, ni certezas. Sabiendo que si sus caminos se mantienen paralelos sólo es porque los dos han decidido eso libremente, por separado, y en ese momento presente, hasta que la vida los separe.

MI VIAJE. DÍA 4


Apuro las horas en Viveiro. Esta mañana he ido al cementerio. Está en una de las colinas que rodean la ciudad. He subido hasta allí, a pesar de que la hernia estaba sujetando alguno de los nervios de mi pierna izquierda. 

El sol caía a plomo. Al llegar allí, he ido directa al lugar donde se encuentra mi abuelo enterrado, pero no he encontrado su lápida. Ya me habían advertido que esto podía ocurrir. 

He recorrido una y otra vez las hileras de tumbas. A veces, las telarañas que se habían formado entre las cruces de las lápidas, se enganchaban en mi pelo, pero yo continuaba discurriendo entre esos caminos destartalados, con losetas sueltas, que amenazaban con desfondarse.

Estaba sola entre esas tumbas, que he recorrido una y otra vez. Sin éxito. He llamado a mi tía para asegurarme que la memoria no me fallaba. Una vez que he comprobado que, en efecto, no me fallaba, he buscado por el cementerio una puerta donde preguntar.

"La puerta está al fondo", me dijo mi tía, y me he aventurado hasta el final del cementerio, rodeada de campanillas invisibles que sólo se escuchaban, pero no se veían. No he sentido miedo. Sé que los muertos nunca se quedan en los cementerios. Sólo sus huesos. He golpeado la puerta, pero nadie ha contestado.

He visto a una mujer a lo lejos, que barría las hojas junto a una tumba. Me he acercado y le he preguntado por la tumba de mi abuelo. Me ha dicho que no sabía nada y que tenía que preguntar en el ayuntamiento.

He bajado la montaña con brío, y acortado el trayecto, callejeando, para llegar a la casa consistorial antes de que cerrasen. He llegado tarde, ya no daban información, pero he salido de allí con un contacto para preguntar el lunes, y la seguridad de que puedo solicitar información a través de la sede electrónica. Se avecinan luchas por la justicia hereditaria, una batalla que mi madre comenzó, antes de fallecer, y que yo me siento en la obligación de continuar.

Hay momentos en los que es necesario hacerse cargo de las decisiones tomadas por antepasados, para remendarlas y hacer que las cosas regresen al cauce del orden natural. No será fácil, pero hay que hacerlo.

Por la tarde, he recorrido el paseo sobre los acantilados. He bajado hasta la playa, que he recorrido descalza, con las olas bañando mis pies. Para finalizar, he ido hasta el final del espigón, y he regresado a casa, a través del parque de eucaliptos, cuando ya caía la noche. 

Ahora ya recogiendo las cosas para volver mañana a Madrid... Acaban de llamar al portero. No he contestado. Me he limitado a cerrar la puerta con llave. El cerrojo de seguridad también está echado. Espero que alguien se haya equivocado al llamar. Es demasiado pronto como para que alguien esté interesado en saber quién ha comenzado a hacer preguntas...

Mamás y Papás: Una realidad que no debemos olvidar...

Una joya en el corazón de Madrid