lunes, 10 de noviembre de 2025

DOS FOTOS

Dos fotos. Sólo una persona en cada una de ellas. Un hombre en una. En la otra, una mujer. Los dos son jóvenes. Las dos fotos están tomadas desde abajo. Ambos miran hacia el horizonte, con el mismo gesto. Serios, pensativos. Quizás no sabían que alguien les estaba haciendo una foto. Quizás se pregunten qué les deparará el futuro.

Casi veinte años más tarde, se encuentran. Tienen el mismo perfil. Personas hiperactivas mental y emocionalmente, pero en dos momentos distintos. Ella tiene las respuestas a las preguntas que él todavía no se atreve a formular. No puede dárselas. Él tiene que hacer su proceso. Ella duda si podrá esperar. Nunca lo ha hecho. Quizás tenga que aprender a tener paciencia, o a desaparecer lo antes posible para no perder su paz.

En el momento en el que el sueño y la vigilia confunden sus límites, aparecen conversaciones e imágenes, mezclando pasado, presente y distintas líneas de futuro, en función de la elección. "¿Realmente, hay elección?", -se pregunta-. Claro que la hay. Un pelo y una piel que él ya no podrá tocar. Y el vacío, después. 

Quizás era al vacío al que miraban en esas fotos. No miraban el paisaje, sino al vacío interior que proyectaban, y alguien, en un instante, sin saberlo, lo captó para hacerlo consciente más adelante, cuando las preguntas deban formularse y las respuestas deban darse.

martes, 4 de noviembre de 2025

DUÉRMETE, NIÑO

Desde hace unos meses, sigo contenido en redes relacionado con crecimiento personal. Este contenido tiene su origen en teorías psicológicas, espirituales, científicas...Es muy variado y, a veces, contradictorio entre sí.

Lo escucho con atención y extraigo de cada teoría o explicación lo que creo "resuena" más conmigo, siendo consciente de que mi ego puede rechazar las afirmaciones que le resultan incómodas, precisamente, porque señala creencias que tengo arraigadas y debería comenzar a cuestionar.

Independientemente del origen de la teoría, ahora mismo soy capaz de observar desde fuera mis pensamientos intrusivos, mis miedos, y dependiendo de la fuente de la que beba la teoría, los discursos de mi ego -mi pequeño diablo-, y los discursos de mi alma -mi pequeño ángel-, como diría alguien que conozco. (Lo siento, siempre que hablo de esto, aparece la imagen del ángel y el diablo tirando cada uno de un lado de la cuerda).

Entre estas teorías, hay una que he escuchado hasta la saciedad y que, además, coincide con una formación a la que he asistido sobre las heridas de la infancia y los distintos tipos de apego. Esta teoría habla de la necesidad de que cuando un bebé llora, sus progenitores le calmen. De esta manera, se fomenta el apego seguro en el bebé, que entiende que es escuchado y sostenido cuando necesita atención. 

Escuchando esta teoría, recordé el método Estivill, que estaba tan de moda cuando nacieron mis hijos. El método consiste en que cuando el bebé llora, se acuda durante un breve espacio de tiempo, sin contacto físico, únicamente hablando con calma al bebé, espaciando cada vez más el tiempo de espera antes de ir a calmarle. Se supone que el bebé aprenderá a autorregularse.

La realidad es que el bebé se duerme agotado por el estrés, después de que sus niveles de cortisol y serotonina se hayan disparado por el llanto prolongado. Paralelamente, se va produciendo una herida de abandono, que se convertirá en un apego ansioso o evitativo en el futuro. Además de la posibilidad de que haya consecuencias en las conexiones neuronales que durante esa etapa es necesario que se creen de manera masiva.

Durante los primeros tres años de vida de mi hijo mayor, dormí una media de tres horas al día, ya que se despertaba frecuentemente por las noches y yo me levantaba a calmarle, hasta que volvía a dormirse. Desesperada, leí el método Estivill, pero nunca fui capaz de aplicarlo porque me parecía cruel dejar que mi hijo llorase hasta caer agotado. No fui capaz, pero conozco a otras madres que sí lo aplicaron, y pienso en las consecuencias que tendrá en esos niños.

Reflexionando sobre esto, vuelvo a las teorías de crecimiento personal que escucho en internet, y el cuidado que creo debemos tener cuando las escuchamos. No todas valen para todas las personas, y aunque pueden ayudarnos en determinados momentos, hay que saber, quizás sentir, o dejarse llevar por la intuición, cuáles pueden ayudarnos o cuáles no, para evitar que, en unos años, algunas puedan tener el "efecto Estivill".

jueves, 30 de octubre de 2025

ELECCIONES

Noche cerrada. La lluvia ha cesado. Nos despedimos. De pie, en la calle. Uno frente al otro. Muy juntos. Casi abrazados. Le sujeto de la cintura. Se huele los dedos de una mano. Luego, la otra. 

- Tenía que haberme lavado las manos, - susurra.

Él es así. Espontáneo. Sin filtros.

En algún momento, he escrito en este blog sobre esos libros que leía cuando era niña, en los que el lector podía escoger entre distintas opciones para continuar con la historia. Esos libros me entusiasmaban porque ayudaban a ser consciente del peso de nuestras decisiones, por pequeñas que nos parezcan.

A veces, después de haber finalizado el libro, volvía a leerlo eligiendo otros caminos. Experimentaba sobre la toma de decisiones en un entorno controlado.

Hace unas semanas, tengo la misma sensación que cuando leía esos libros. La impresión de encontrarme en un momento de inflexión, en el que estoy a punto de tomar decisiones drásticas constantemente.

Me he sentido así otras veces. Múltiples opciones se abren para mí. Varias opuestas, otras ambiguas. Todas inciertas. Mi imaginación salta a cada una de ellas, trayéndome imágenes de lo que sucedería en cada una de las elecciones, y sintiendo por unos segundos lo que sentiría en esa variante irreal del destino.

Ni siquiera seguir mi intuición garantiza el éxito, y aquí la elección no tiene opciones de retroceder en el tiempo y cambiar la elección. Me encuentro en un entorno que no contempla el periodo de prueba.

Hay otra opción. La no elección. Dejar que la vida me lleve. Sin embargo, no sé si tendré la suficiente paciencia como para elegir la inacción. Quizás sea algo que tenga que aprender a hacer. Quizás esa sea mi tarea pendiente ahora, a pesar de que esa opción nunca se encontraba en esos libros.

lunes, 27 de octubre de 2025

VENTANAS DEL ALMA

 - ¿Qué ocurre?.

- Nada. Sólo te estoy mirando, -contesta mientras da un bocado a su hamburguesa.

Unos minutos más tarde, mientras nos despedimos, me mira fijamente de nuevo. En silencio.

- ¿Qué estoy pensando?, - le pregunto, al ver que me está mirando fijamente a los ojos.

- Que no estoy entendiendo nada.

Me río. Tiene toda la razón. 

Unos días más tarde, me pide "Mírame a los ojos".

Los ojos son la ventana del alma. Mirando a los ojos, puedes interpretar lo que la otra persona piensa, siente...Miras fijamente, sin prejuicios, con la mente abierta y, sin darte cuenta, eres consciente de lo que le ronda en la cabeza.

Sin embargo, algunas personas, cuando se dan cuenta de que les miras a los ojos, bajan la cabeza, apartan la mirada. Dicen que son tímidos. No quieren que sepas demasiado sobre ellos. Se sienten intimidados. Y eso me recuerda a una persona de la que me dijeron que nunca mira a los ojos. "Pues a mí sí me mira", dije yo. "Algo querrá", contestó mi interlocutora. Y recordé aquella mañana fría, en medio de una plaza, todavía en pandemia. Sólo se nos veían los ojos. El resto de la cara permanecía cubierta por la mascarilla. Estábamos quietos, a unos centímetros el uno del otro, hablando en susurros para que nadie pudiese escucharnos. Nos mirábamos fijamente. Sus ojos azules se clavaban en los míos, como queriendo transmitir todo lo que necesitaba decir sólo con la mirada. Recuerdo que yo me movía en círculos, alrededor de él. Era como una escena de película, como todo lo que ocurría aquellos meses, en los que nunca supe qué era el confinamiento. La atmósfera era irreal.

Pensaba en todo esto, mientras me daba un baño relajante. Flotando sobre el agua. Los ojos cerrados. Sin nadie a quien devolver la mirada. Sola. Completamente sola en la casa, en uno de esos, muy pocos, días al mes en los que me puedo regalar la soledad. Sin escuchar otras voces. Sin mirar otros ojos. Sólo los míos a través del espejo.

lunes, 20 de octubre de 2025

SUEÑO

 -¿Por qué ya no escribes en tu blog?.

- Por ti. Porque lees mi blog para saber qué es lo que pienso o lo que hago, en lugar de preguntarme, y a veces, puedo escribir cosas que no son reales, y tú crees que lo son.

Esta noche tuve un sueño. Era como si estuviese dentro de una de las películas de David Lynch, manteniendo conversaciones absurdas con los camareros de un pub, sentada en un taburete alto, porque mi acompañante se había esfumado, tragado por una realidad paralela en la que dejábamos de ser humanos, para convertirnos en otra cosa. A unos pasos de aquella barra, se encontraba un baño, con espejos grandes, que devolvía nuestra imagen. La imagen de los dos, aquella noche que casi no es, por una siesta que se alargó demasiado.

Los dos sentados en aquella esquina, junto a los ejemplares antiguos de National Geographic, hablando de cosas que no se pueden nombrar con la mayoría de las personas, mientras no podíamos dejar de mover las manos. Comiendo frutos secos y conguitos. Bebiendo una cerveza y un gin tonic. Después, imágenes inconexas...

Salí del baño, creyendo que él ya habría salido del pub, pero no le veía fuera. Sentí su mirada en mi espalda. Me giré y allí estaba, de pie, en la esquina en la que habíamos estado sentados, dispuesto a venir a buscarme.

Aquella tienda abierta a altas horas de la madrugada que vendía comida preparada insípida. Recorrí sola los pasillos en busca de algo comestible apetecible, y le escuché llamarme, aunque no le veía porque estaba al otro lado de las estanterías. 

Comiendo en la oscuridad, dentro del coche, mientras observábamos a ese chico que andaba extraño.

Esas imágenes se funden en mi sueño. Suenan de fondo esas notas de jazz, lentas y acompasadas de las escenas de Twin Peaks cuando el enano bailaba por aquella sala rodeada de cortinas de terciopelo rojo. Me veía en esa sala, sola, sentada en el taburete alto de terciopelo rojo, y de repente, en la calle. El cielo era gris, encapotado, aunque la lluvia ya había cesado, dejando la calle salpicada de charcos.

Caminaba rápido. Llegaba tarde al trabajo. Me disponía a cruzar una calle. Pisé un charco, creyendo que era poco profundo, pero me hundí completamente, al menos, tres metros bajo el agua. Mis pies tocaron el fondo. Me quedé sin aire, y me disponía a salir a la superficie, cuando sentí que una mano tiraba de mí hacia fuera del agua. No podía verle, pero sabía que era él. Cuando salí a la superficie, él apartaba los obstáculos del camino. Había vuelto a su forma humana. Desperté.

Dejé el sueño relegado en las tareas pendientes del día, hasta que en la tarde, mientras pensaba en otra cosa, comprendí su significado, y una pregunta resonó en mi memoria. "¿Por qué ya no escribes en tu blog?".

domingo, 12 de octubre de 2025

EVOLUCIÓN


Hace un par de semanas, traje a Vulpinus a casa. Vulpinus es un pez marino, con cara de zorro, muy apreciado porque come algas Me gusta mucho porque suele ser muy sociable con todos los demás peces y se acerca a los humanos cuando se siente seguro. Uno de estos peces fue víctima del parásito que acabó con casi toda la vida del acuario hace unos meses. He tardado en introducirlo porque quería estar segura de que no hubiese ningún otro parásito que acabase con los actuales habitantes. Por tanto, ahora mismo, viven en el acuario los dos peces payaso, el gobio vigilante y el camarón pistola, el tormentosus y el vulpinus.

Fue muy curioso porque tormentosus, que se encontraba sin compañero de acuario, se ha hecho amigo de vulpinus y, normalmente, les ves juntos entre las rocas y los corales. El acuario va evolucionando y sus habitantes establecen nuevos vínculos. Vulpinus se acerca casa vez más al cristal cuando me ve, y espero que en algún momento, como el otro vulpinus, venga a comer de mi mano.

Fuera del acuario, han sido días intensos. Un nuevo reto laboral, que parece que va funcionando, y que estoy segura será un éxito. Actividades varias con amigos y amigas. Descubrimiento de grupos musicales. Charlas profundas, bebiendo cervezas o cafés. Comida con amigas, sobremesa larga y paseo hasta El Retiro. Seguimiento por ubicación gps a una amiga con una misión nocturna importante, que requería supervisión. Expresar mi malestar a una persona que todavía no ha entendido lo mucho que nos parecemos. Planificación de un nuevo viaje en solitario...¿Se puede pedir más?.

lunes, 22 de septiembre de 2025

ÁNIMOS

Es curioso en las cosas en las que a veces nos fijamos, y hablar sobre esas cosas que para nosotros son importantes, y sin embargo, pasan desapercibidas para otras personas.

Hace unos días, alguien me dijo que yo siempre estoy alegre. La verdad es que no lo había pensado. Imagino que cuando te sientes bien la mayor parte del tiempo, no eres consciente de que ése es tu estado natural. Es como cuando, de repente, comienza a dolerte una muela, y te sorprendes de que la mayor parte del tiempo, no te había dolido. 

Otra cosa que me dijeron es que no suelo enfadarme. Bueno...hay ámbitos en los que sí me enfado a veces, por ejemplo, en el trabajo. Me enfado cuando detecto que alguien está haciendo algo perjudicial para otras personas, de manera deliberada y consciente. En esos momentos, verbalizo mi malestar e intento contrarrestar las consecuencias. Busco soluciones, y el impulso de la acción, hace que olvide mi enfado. Se ha quedado relegado por la resolución. Otras veces, aunque me enfade, decido no hacer nada porque sé que es una batalla perdida de antemano.

A veces, aunque pocas, también me enfado por situaciones personales. Suelo decirlo a la persona en cuestion, con calma, y explicando el motivo de mi malestar, pero a veces, guardo silencio. Lo callo cuando soy consciente de que decirlo no va a resolver absolutamente nada que, simplemente tenemos distintos puntos de vista, y que no seré yo quien intente cambiar la forma de ver las cosas de otra persona. En contadas ocasiones, sé que la otra persona sabe que me molesta, pero aún así, no digo nada. Se desconciertan porque, por mi parte, no hay la reacción que esperan. No les voy a dar esa satisfacción. Sin embargo, sí hay una respuesta por mi parte, aunque en ese momento sea transparente para ellos...y es que me voy alejando un poquito más. Poco a poco, me distancio. Me van perdiendo sin que sean conscientes, hasta que un día, ya no estoy disponible. Es entonces cuando se molestan. Quieren saber por qué he cambiado, sin querer asumir que, simplemente, me alejo de las personas que no me tratan bien. 

domingo, 21 de septiembre de 2025

FELICIDAD, QUÉ BONITO NOMBRE TIENES

Vídeo

Hace una semana, alguien de quien no me lo esperaba, me hizo una pregunta. 

-¿No eres feliz con tu vida?.

- Wow, - contesté-. Una pregunta muy profunda. Normalmente, soy yo quien la hace.

Le dije que sí soy feliz, aunque mi vida no es convencional. Hace muchos años, decidí que seguiría los dictados de mis emociones, que me iría de los lugares en los que no me sintiera bien, que no soportaría una vida que no me diera todo lo que necesito, a pesar de que eso significase prescindir de la estabilidad.

La cuestión es que esa pregunta se ha quedado toda la semana suspendida en mis pensamientos, y a veces me sorprendo pensando en ella. ¿Podría estar mejor?. Sí, por supuesto. Echo de menos estabilidad, aunque amo mi libertad, y no tener que dar explicaciones a nadie. Cada ruptura ha supuesto una liberación para mí. Soy un alma libre, como dice una de mis mejores amigas. Sin embargo, a veces echo de menos un abrazo, un beso, una mirada al despertarme por la mañana.

La libertad implica una cuota de soledad. No me refiero a la soledad de no estar acompañada, ya que la mayor parte del tiempo estoy físicamente con otras personas. Me refiero a la soledad del alma, a no poder compartir determinados momentos con alguien especial. Cuando me refiero a alguien especial, estoy hablando de alguien con quien tienes el convencimiento que es la persona que quieres que esté a tu lado en ese momento. También he experimentado la sensación de estar en un lugar maravilloso, sintiendo que la persona que me acompaña es la equivocada, y no porque en ese momento mi corazón estuviese dividido, sino porque siento que no he encontrado todavía a  la persona con la que tendría que haber ido a ese lugar.

Es posible que alguien piense que soy una inconformista, una soñadora, que no vivo en la realidad, y que estoy condenada a la soledad. Probablemente, tengan razón, pero lo que no puedo es renunciar a lo que siento, a lo que pienso, a lo que soy...

Mamás y Papás: Una realidad que no debemos olvidar...

Una joya en el corazón de Madrid