En ocasiones, me siento como la protagonista de la película "Noviembre dulce", con Charlize Theron y Keanu Reeves. Una mujer que entra en la vida de los hombres, como un torbellino, durante un breve espacio de tiempo, pero el suficiente como para cambiar sus vidas de manera radical. En mi caso, me quedo más tiempo, pero el resultado es el mismo. Sus vidas han cambiado radicalmente y me lo suelen reprochar cuando me alejo, al comprender que la relación no es buena para mí.
También, a veces, hay personas que se cruzan en mi vida de manera fugaz, provocan una pequeña revolución, me ayudan desinteresadamente, me protegen y alumbran mi camino a través de las tinieblas, y aunque después deban desaparecer, algo de ellas sigue en mí. Esas personas no desaparecerán nunca de mi vida. No están en el día a día conmigo, y quizás, transcurran años sin saber de ellas, pero a veces dan señales de vida o si las llamo, siempre responden.
Sin embargo, hay momentos en los que me pregunto si sería posible que alguna de esas personas pudiera permanecer junto a mí. Quizás, si se quedasen a mi lado, la magia desaparecería, convirtiéndose en un reproche más por haber transformado su vida y después alejarme, o puede que no. La vida siempre acaba sorprendiéndonos.
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