viernes, 12 de septiembre de 2025

CERTEZAS

El ser humano quiere certezas. Necesita la seguridad de que las cosas no van a cambiar, a no ser que él o ella quiera cambiarlas. Queremos que los demás se comporten como esperamos, que nos guarden fidelidad, que nos prioricen, que nos satisfagan... Dejamos que el ego tome el poder, y no nos damos cuenta de que los demás esperan lo mismo de nosotros, aunque no lo hayamos hablado ni pactado.

Entonces, nos encontramos ante una lucha de egos, en la que ninguno gana. Todos pierden porque no son conscientes de que todos tenemos libre albedrío. Todos somos dueños de nuestras decisiones. Nadie tiene el poder sobre los demás, sino sobre él mismo. Los demás deben seguir su propio camino. En ocasiones, irán paralelos al nuestro. Otras veces, tomarán una bifurcación y se alejarán de nosotros. Quizás, en algún momento, nuestros caminos vuelvan a cruzarse, o no...

La cuestión es ser consciente de que nunca hay una verdad absoluta, ni nada es para siempre, y las certezas son una ilusión de nuestra mente, que acaban cayendo como un castillo de naipes, y que hay personas, que a las que cuánto más les pides certezas, más rápido se alejan por la bifurcación que les lleve a caminos donde puedan sentirse libres, y que no hay nada más perfecto que dos personas que deciden acompañarse sin ataduras, sin obligaciones, ni certezas. Sabiendo que si sus caminos se mantienen paralelos sólo es porque los dos han decidido eso libremente, por separado, y en ese momento presente, hasta que la vida los separe.

MI VIAJE. DÍA 4


Apuro las horas en Viveiro. Esta mañana he ido al cementerio. Está en una de las colinas que rodean la ciudad. He subido hasta allí, a pesar de que la hernia estaba sujetando alguno de los nervios de mi pierna izquierda. 

El sol caía a plomo. Al llegar allí, he ido directa al lugar donde se encuentra mi abuelo enterrado, pero no he encontrado su lápida. Ya me habían advertido que esto podía ocurrir. 

He recorrido una y otra vez las hileras de tumbas. A veces, las telarañas que se habían formado entre las cruces de las lápidas, se enganchaban en mi pelo, pero yo continuaba discurriendo entre esos caminos destartalados, con losetas sueltas, que amenazaban con desfondarse.

Estaba sola entre esas tumbas, que he recorrido una y otra vez. Sin éxito. He llamado a mi tía para asegurarme que la memoria no me fallaba. Una vez que he comprobado que, en efecto, no me fallaba, he buscado por el cementerio una puerta donde preguntar.

"La puerta está al fondo", me dijo mi tía, y me he aventurado hasta el final del cementerio, rodeada de campanillas invisibles que sólo se escuchaban, pero no se veían. No he sentido miedo. Sé que los muertos nunca se quedan en los cementerios. Sólo sus huesos. He golpeado la puerta, pero nadie ha contestado.

He visto a una mujer a lo lejos, que barría las hojas junto a una tumba. Me he acercado y le he preguntado por la tumba de mi abuelo. Me ha dicho que no sabía nada y que tenía que preguntar en el ayuntamiento.

He bajado la montaña con brío, y acortado el trayecto, callejeando, para llegar a la casa consistorial antes de que cerrasen. He llegado tarde, ya no daban información, pero he salido de allí con un contacto para preguntar el lunes, y la seguridad de que puedo solicitar información a través de la sede electrónica. Se avecinan luchas por la justicia hereditaria, una batalla que mi madre comenzó, antes de fallecer, y que yo me siento en la obligación de continuar.

Hay momentos en los que es necesario hacerse cargo de las decisiones tomadas por antepasados, para remendarlas y hacer que las cosas regresen al cauce del orden natural. No será fácil, pero hay que hacerlo.

Por la tarde, he recorrido el paseo sobre los acantilados. He bajado hasta la playa, que he recorrido descalza, con las olas bañando mis pies. Para finalizar, he ido hasta el final del espigón, y he regresado a casa, a través del parque de eucaliptos, cuando ya caía la noche. 

Ahora ya recogiendo las cosas para volver mañana a Madrid... Acaban de llamar al portero. No he contestado. Me he limitado a cerrar la puerta con llave. El cerrojo de seguridad también está echado. Espero que alguien se haya equivocado al llamar. Es demasiado pronto como para que alguien esté interesado en saber quién ha comenzado a hacer preguntas...

jueves, 11 de septiembre de 2025

MI VIAJE. DÍA 3.

Hoy he vuelto a los orígenes. He ido a Lugo, la ciudad donde nací y viví hasta los cinco años de edad, que mis padres me trasladaron a Madrid. Hasta entonces, estuve un tiempo viviendo sola con mis abuelos.

He llegado a la Rúa de San Roque, que es la calle donde estaba la casa de mis abuelos, pero he tenido que aparcar lejos porque no había posibilidad de hacerlo allí mismo. Así que he vuelto andando, recorriendo esa calle que corría de arriba a abajo, unas cuantas veces, para quemar energía y poder dormir. He visto la cafetería París, donde iba a veces con mi abuelo. En el lugar donde estuvo la casa, han ensanchado la acera y construido un bloque de pisos.

He pasado por delante, observando, intentando situar donde había estado el salón, el comedor, la cocina, las habitaciones en el primer piso...y me pregunto si esos espacios siguen existiendo en alguna realidad paralela, dentro de ese bloque de viviendas. Si todavía resuenan mis risas cuando le gastaba alguna broma a la abuela; o mis canciones, cuando imitaba a los artistas de la televisión, subida en el recogedor, para utilizar el palo como micrófono, y con unos pantalones de pijama en la cabeza, a modo de cabellera larga; o los gritos de mi abuelo, cuando me caí con la taza llena de chocolate caliente por encima, tras sentarme sobre la torre de cubos que había colocado sobre la silla, para estar más alta.

He continuado calle arriba. Los comercios han cambiado. Lo que no lo ha hecho es el muro frente a la residencia de mayores. Ese muro en el que, invariablemente, me subía cada vez que pasaba al lado, recorriéndolo desde las alturas.

"Abuela, ¿dónde vamos hoy?", preguntaba. Ella me lo decía, la cogía de la mano y echábamos a andar. Hubo una época en la que ella casi no veía, esperando a que la operasen de cataratas, y yo era su lazarillo. Me conocía toda la ciudad.

He entrado por la puerta de la muralla de San Roque. Ha sido como volver a ser una niña de cuatro años. He llegado a la plaza del Ayuntamiento. He hecho una foto al palco de los músicos. Me encantaba bailar cuando tocaban. He continuado hasta la catedral, y subido a la muralla. La de veces que he rodeado el cogollo de Lugo desde las alturas...

Luego he ido al Parque de Rosalía de Castro. He hecho fotos a cada uno de sus sitios emblemáticos, y me he quedado un rato observando a los patos del estanque. Parecía que fue ayer la última vez que estuve allí con la abuela. "Veña, neniña", me parece estar escuchándola, y yo salía corriendo detrás de las palomas para que echasen a volar.

He vuelto dentro de la muralla, y he seguido recorriendo sus callejuelas hasta salir a la Praza de Abastos. He recordado cuando iba allí con la abuela, muy temprano. Hacía frío y sentía mucha pena por los conejitos, pollitos y gallinas vivas que vendían allí. Me los habría llevado a todos a casa.

He pasado por delante de la Diputación Provincial y salido por otra de las puertas de la muralla. He recorrido la ronda hasta llegar a la estación de autobuses. El lugar de encuentro con mi abuela, cuando viajaba sola desde Madrid, o donde iba a recoger a mis amigas que venían a pasar unos días conmigo en Viveiro. Allí he comido algo rápido y he seguido caminando por la Avenida Ramón Ferreiro hasta la Rúa Mariña Española y de nuevo en San Roque, y es que el entorno ha cambiado, pero permitiendo que mi cuerpo caminase libremente, parecía que tenía calculada la distancia de cada calle para llegar a casa. Ha sido como trasladarme en el tiempo.

Después, he estado con los tíos y el primo durante un rato, y luego he vuelto a Viveiro.  Una vez más, los 100 km que separan ambas ciudades me han resultado muy cortos con mi nuevo compañero de viaje, que me trae y me lleva sin rechistar, por el momento.

MI VIAJE. DÍA 2


Hoy ha sido un día de gestiones varias, dentro y fuera de casa, pero también un día de recorrer caminos que me han llevado al pasado.

Hoy he recorrido el paseo fluvial junto al río Landro, que es el que desemboca en la ría de Viveiro. El camino comienza en As Aceñas, que es el lugar donde pasábamos temporadas estivales, en casa de uno de los hermanos de mi abuela. Una casa de dos plantas, tan cerca del agua, que en septiembre, el mar solía inundarla. Ahora se encuentra cerrada y abandonada, sin posibilidad de rehabilitarla porque la ley de costas lo impide. Una casa en la que guardo muchos recuerdos, como cuando mi hermano y yo, siendo niños, vimos una botella con un mensaje dentro flotando en el agua. Tenían un perro pastor alemán cruzado con lobo, Lucero. Era un perro enorme que nos acompañaba a todas partes, y que cada tarde, se daba un baño en el mar. Después de cenar, paseábamos a Lucero junto al hermano de mi abuela. En aquella época, los perros paseaban sueltos, y más en esa zona, donde sólo había cuatro casas. Nos aventurábamos a oscuras, atravesando la marisma con la única precaución de no pisar donde brillaba, porque había agua o arenas movedizas.

Ahora puedes atravesar la zona con pasarelas de madera. Un recorrido de unas dos horas que he disfrutado prácticamente sin cruzarme con gente, en silencio, escuchando sólo el viento entre los árboles, el discurrir del río y el graznido de algún ave.

Después de la cena, he ido a andar por el paseo marítimo. Una vez más, me he cruzado con muy pocas personas. Es lo bueno que tiene viajar en estas fechas. El tiempo todavía es cálido, y disfrutas sola del paisaje. He entrado en la playa. El ruido de las olas retumbaba y la luna, casi llena, presidía el cielo. He recorrido toda la playa y he bordeado la ría, recordando el camino que he hecho tantas veces con mi abuela y con mi madre, y es extraño, pero aunque estaba sola, tenía la sensación de que estaban conmigo.

martes, 9 de septiembre de 2025

CARAMBOLAS

A veces pienso, e incluso, lo he escrito en el blog, que como todas las demás personas, llego a la vida de los otros para revolucionarlas, para darles el "empujón" que necesitaban para que cambien algo, o directamente, cambien de vida.

Y hoy, en mi viaje, venía pensando en esas cosas. Casi seis horas conduciendo, dan para mucha reflexión. Por cierto, vuelvo a reivindicar el invento para grabar pensamientos mientras viajamos.

La cuestión es que yo pensaba. "Sí, sí, está muy bien que yo dé "empujones", revoluciono de alguna manera la vida de ciertas personas con las que me encuentro, pero...¿quién me da a mí ese "empujón" que a veces yo necesito?."

Y mientras pensaba en lo injusto que es que yo tenga que seguir caminando sin ayuda, me di cuenta de que los demás también me dan "empujones", aunque no me dé cuenta en un primer momento. Es más, algunas veces, esos "empujones" son consecuencia de cosas que he hecho. Son como las carambolas del billar. Deslizo el taco entre los dedos, le doy a una bola que sale disparada al grupo más numeroso de bolas, las golpea, dispersa y siempre alguna entra en el agujero.

A veces, sé a qué bola es mejor apuntar, y otras veces, lo hago sin pensar, pero el resultado es el mismo. Y ese pensamiento, me llevó a otro. Uno sobre un ángel y un diablo, tirando cada uno de un lado de la cuerda. En ese caso, mi carambola ayudó al diablo. No lo hice a propósito, al menos conscientemente, pero la causa-efecto fue infalible. El diablo se quedó con la cuerda y el ángel perdió la partida. La cuestión es que recibí un buen "empujón" que me está ayudando a replantearme las cosas. Así que, como dicen los GPS, "redirigiendo..."

MI VIAJE. DÍA 1


Ya lo dije en otra entrada hace unos días, y hoy lo repito. Estoy enamorada. Mi nuevo coche es el único que sigue mi ritmo. No defrauda. Hoy hemos hecho nuestro primer viaje largo juntos (607 km), incluyendo puertos de montaña, que ha subido con mucha alegría y ha bajado restaurando batería. No lo he cargado por el camino. Hemos venido "del tirón", sin parar. La verdad es que ni me he enterado del viaje. He venido escuchando música, y hemos tardado menos de lo esperado, a pesar de que la carretera de A Coruña está en obras, plagada de desvíos, y que he encontrado tres atascos saliendo de Madrid.

En uno de estos desvíos por la antigua A-6, he pasado junto al mesón La ruta gallega. Era el lugar de parada obligatoria de toda la familia. Tanto mis padres como mis abuelos descansaban un rato allí, comiendo bocadillos de jamón serrano. Parecía que estaba cerrado y abandonado. Desde que se construyó la nueva autovía, su éxito decayó. Era el lugar de transición entre la llanura castellana y el macizo galaico. Cuando veníamos, nos mentalizábamos para las curvas. Cuando regresábamos a Madrid, celebrábamos haberlas superado. 

Aquellos viajes eternos, con carretera de doble sentido la mayor parte del viaje...duraban prácticamente todo el día. A mí no me importaba. Me gustaba, y cuando llegábamos a Madrid, empezaba a contar los días que quedaban para el verano siguiente.

Me gustaba ir viendo el paisaje. El mismo paisaje que he visto hoy de nuevo. Aquel grupo de árboles en el lado derecho, esa iglesia de la que sólo queda la estructura, ese puente... Parece que el tiempo no haya pasado. Es como volver a la infancia. 

A veces, en aquellos viajes, imaginaba un volante entre mis manos, y las movía como si yo fuera conduciendo. Otras veces, le sujetaba la bolsa a mi hermano para que vomitase, porque solía marearse al llegar a Galicia. A pesar de eso, a mí me encantaba atravesar esa frontera invisible y tan obvia al mismo tiempo. El paisaje es radicalmente distinto.

Pasamos de la llanura árida a las montañas verdes, y más allá, el mar Atlántico esperándonos. Los primeros años, nos quedábamos en Lugo, y desde allí hacíamos escapadas a Viveiro. Entrada mi adolescencia, mi abuela se trasladó a vivir a Viveiro, y entonces el viaje terminaba en el mar.

Al llegar, mis padres se quedaban en casa organizando las cosas, y mi hermano y yo nos íbamos a la playa. Era lo bueno de ser niños. Nuestras responsabilidades en tareas organizativas familiares eran mínimas. Hoy, prácticamente he hecho lo mismo que entonces, aprovechando que he venido sola.

He llegado a casa. He dejado la maleta en medio de la habitación. He bajado al supermercado a comprar algo de comida que pudiera preparar rápido. He comido. Me he puesto el bikini y he salido directa a la playa.

Sentir la arena fina, blanca y plateada de la playa de Covas, bajo mis pies descalzos, no tiene precio. He recorrido la playa un par de veces y me he sentado a observar y escuchar las olas. Había muy pocas personas en esa playa enorme. La marea estaba casi en pleamar. En septiembre, las mareas suben más y el agua prácticamente llegaba a las dunas.

De repente, una neblina ha ido llegando a la playa, desde el mar, y ha comenzado a caer una lluvia fina, que no molesta, que cae acariciando. Yo me he quedado sentada en la arena. Con las olas acariciando mis pies, y la lluvia empapando mi pelo. No me he movido. No tenía que preocuparme de si los niños se mojarían, de si se haría tarde, de que no tenía nada preparado para la cena, o que la maleta estaba todavía abierta en medio de la habitación.

Sólo tenía que preocuparme de mí, y yo estaba feliz. 

Cuando la lluvia ha cesado, he vuelto a casa despacio. Me he dado una ducha. Me he puesto un vestido y una cazadora vaquera y he vuelto a salir. Esta vez, he cruzado el puente hacia el centro. He atravesado la puerta de Carlos V, he entrado en la plaza y he recorrido las calles, bordeando el casco antiguo. Las mismas tiendas. Otras nuevas. Algunos restaurantes cambiados...las iglesias...nunca deja de sorprenderme encontrar esas iglesias espectaculares, concentradas en tan pocos metros cuadrados.

Viveiro siempre tiene ese encanto. Los años pasan, pero hay cosas que nunca cambian. Tantos recuerdos, tanta diversión, nostalgia, tristeza...Siempre tengo la impresión de que hay partes de mí que se quedaron en esas calles, y cuando vuelvo a recorrerlas, voy recogiendo esos pedazos e incorporándolos de nuevo a mí, para que estén conmigo mientras esté aquí, y cuando vuelva a irme, regresen a esos lugares de donde pertenecen.

sábado, 6 de septiembre de 2025

CAMINANDO

Sigo trabajando en mí. Desde hace unos meses, estoy ocupándome de una tarea pendiente que siempre había dejado para más adelante, como cuando tenía que estudiar y en vez de eso, organizaba los cajones de mis armarios. 

Nunca encontraba el momento. Me dejaba llevar, hasta que las circunstancias me han obligado a detenerme y a mirarme. Bucear en mi interior y analizarme, como he hecho tantas veces con otras personas, con mis tareas laborales, con mis hobbies, con mis retos...siempre mirando fuera, buscando la optimización de las cosas, hasta conseguir su perfección de manera obsesiva. La vida era un reto constante, pero siempre fuera...yo era únicamente la persona que conseguía los retos. Nada más.

Sin embargo, la vida me ha ido llevando, por diversas circunstancias, hasta un callejón sin salida. Me ha dicho "No hay más excusas. Ahora te toca a ti". Y en esas estoy. Desde hace meses. En este tiempo, he descubierto cosas muy interesantes de mí misma. He entendido los motivos de mi toma de decisiones en el pasado, ni mejores ni peores, erróneas o no, porque ahí radica una de las conclusiones. Tomamos las decisiones que somos capaces de tomar en cada momento. Lo importante es ir evolucionando para ser capaz de tomar otro tipo de decisiones, que nos traigan paz, calma, que nos coloquen donde queremos estar porque ya estamos listos para estar en ese lugar, que antes ni siquiera imaginábamos podía existir.

Desde hace un tiempo, no busco la validación de los demás, he aprendido a decir no sin sentirme culpable, prefiero la soledad a la compañía vacía, huyo de los discursos destructivos, ignoro los intentos de otras personas por llegar a un enfrentamiento, veo soluciones donde otros ven problemas, dejo que las cosas fluyan, hablo abiertamente de mis emociones y sentimientos, sin miedo al rechazo porque he entendido que sólo las personas que son capaces de entenderme, son las únicas que pueden formar parte de mi vida. Ser yo, sin intentar adaptarme a todos los demás, es el mejor filtro para que las personas que no son compatibles con mi forma de ver la vida, se mantengan al margen. Por supuesto, sigo siendo flexible y empática, incluso más que antes, porque respeto a los demás de la misma manera que quiero que me respeten, pero tengo claro quién encaja y quién no para acompañarme en este viaje, que es la vida.

Analizar mis heridas, entender su origen y cómo curarlas. Identificar mis miedos e inseguridades y entender que sólo me pertenecen a mí, no colocarlas en los demás. Ellos son sólo el espejo de lo que hay en mi interior. 

He entendido que lo importante es lo que yo sienta, independientemente de que haya reciprocidad por parte de los demás. Si la hay, perfecto. Si no la hay, explorar mis sentimientos y emociones, aprender y dejar ir. Soltar. 

Estoy muy agradecida a las personas que me están acompañando. Están haciendo el mismo camino que yo, siendo más o menos conscientes, a su ritmo, pero van evolucionando. Espero poder seguir ayudándote, al igual que tú me ayudas.



domingo, 31 de agosto de 2025

LO QUE NOS MUEVE

Hoy es mi último día sola antes de que los niños vuelvan de las vacaciones con su padre. He estado un mes sola, en el que he podido ocuparme sólo de mí, de mi trabajo, mis proyectos creativos, mi nuevo coche...

Apuro las últimas horas, ya cocinando para toda la semana, poniendo lavadoras, leyendo y escribiendo a ratos. 

He empezado a leer "El túnel", de Ernesto Sábato, una recomendación que me ha hecho una persona con la que comparto gustos literarios. Por el momento, me está gustando. Me recuerda, al menos el principio, al cuento que escribí hace muchos años, "El perverso polimorfo".

También estoy leyendo publicaciones "random", y he pensado pegar una de ellas aquí.  La atribuyen a Mahatma Gandhi, no sé si es cierto porque no suelo dar por supuesto todo lo que se cuelga en las redes. 

La cuestión es que en ese texto se condensa parte de la forma que tengo de ver las cosas. Incluso tiene que ver con la frase de Martin Luther King que escribí en la cabecera del blog. "Si supiera que el mundo se acaba mañana, yo, hoy todavía plantaría un árbol", y es que quizás soy demasiado ingenua, pero no puedo ser de otra manera. Mientras hay vida, hay esperanza. Incluso, sin vida, no sabemos qué hay más allá. 

Copio a continuación el texto atribuido a Mahatma Gandhi.

“Voy a seguir creyendo, aún cuando la gente pierda la esperanza. Voy a seguir dando amor, aunque otros siembren odio. Voy a seguir construyendo, aún cuando otros destruyan. 

Voy a seguir hablando de paz, aún en medio de una guerra. Voy a seguir iluminando, aún en medio de la oscuridad.

Y seguiré sembrando, aunque otros pisen la cosecha. Y seguiré gritando, aún cuando otros callen. Y dibujaré sonrisas, en rostros con lágrimas. Y transmitiré alivio, cuando vea dolor. Y regalaré motivos de alegría donde solo haya tristezas. Invitaré a caminar al que decidió quedarse. Y levantaré los brazos, a los que se han rendido.

Porque en medio de la desolación, habrá un niño que nos mirará, esperanzado, esperando algo de nosotros. Y aún en medio de una tormenta, por algún lado saldrá el sol. Y en medio del desierto crecerá una planta. Siempre habrá un pájaro que nos cante, un niño que nos sonría y una mariposa que nos brinde su belleza”.

(Mahatma Gandhi)

viernes, 29 de agosto de 2025

FOLLAR MENTES

Esta semana, el cine y el teatro español han perdido a dos iconos, Verónica Echegui y Eusebio Poncela. 

Vi Martín H. en el cine, con mis amigas. Recuerdo que llegamos tarde y sólo quedaban unas butacas en primera fila. El plano inicial de Juan Diego Botto, caminando hacia la cámara, nos envolvió de tal modo, que creíamos que estábamos dentro de la pantalla "Parece que se va a caer encima de nosotras", - susurró mi amiga en la oscuridad de la sala.

Vi esa película infinidad de veces. Me gustaba desmenuzar cada uno de sus mensajes. Su guión era magistral. De todos esos mensajes, uno se quedó grabado en mi memoria, con algo que decía Eusebio Poncela, a través de su personaje, Dante, al personaje Martín H. "El placer no está en follar. Es igual que con las drogas. A mí no me atrae un buen culo, un par de tetas o una polla así de gorda. Bueno, no es que no me atraigan. Me encantan, pero no me seducen. Me seducen las mentes, me seduce la inteligencia, me seduce una cara y un cuerpo cuando veo que hay una mente que los mueve, que vale la pena conocer. Conocer. Poseer. Dominar. Admirar. La mente, Hache. Yo hago el amor con las mentes. Hay que follarse a las mentes."

Era muy joven cuando vi la película por primera vez, y aunque entendía perfectamente a qué se refería, ha sido con el paso de los años cuando he sentido y experimentado la profundidad de esta afirmación.

Durante una parte importante de mi vida, me ha movido principalmente la atracción física. Eran relaciones sin consistencia, a pesar de que se extendieran en el tiempo, con mayor o menor implicación emocional. Sin embargo, no me aportaban nada a nivel intelectual, y llegaba un momento en el que la atracción disminuía, y esa persona ya no me estimulaba de ninguna manera, implicando distanciamiento y ruptura. No aportaban nada en mi vida.

Una vez que me di cuenta de esto, decidí que sólo iniciaría relaciones con personas que me aportasen algo más que una atracción física. Personas inteligentes, creativas, que cultiven algún arte...escritura, pintura, escultura, música... Con las que puedas hablar de cualquier tema, y con las que sientas conexión mental, más allá de la atracción física. Personas que admire y que quiera tener presentes en mi vida, siempre, de alguna manera, para que cuando la atracción física decaiga, pueda seguir follándome sus mentes.


lunes, 25 de agosto de 2025

ABRIR PUERTAS

A veces, la vida nos sorprende y pone en nuestro camino posibilidades que teníamos olvidadas. Puertas que habíamos cerrado porque nadie había querido atravesarlas con nosotros. 

Quizás, alguien las había abierto y se había asomado tímidamente, para luego volver a cerrarlas, abrumado por lo que significaba o implicaba.

No todo el mundo está preparado ni dispuesto a abrir todas las puertas, y cuando dependes de otra persona para atravesarlas, si no encuentras quien quiera hacerlo, acabas por desistir, cerrarlas y echar el pestillo. Guardas la llave en algún cajón y, con el tiempo, te olvidas de que existen esas puertas.

Pero como decía, a veces la vida nos sorprende y pone en nuestro camino a personas que no sólo están dispuestas a atravesar las puertas con nosotros, sino que te enseñan sus propias puertas y te invitan a atravesarlas con ellos. Dejas de ser el anfitrión para convertirte en invitado, y entonces entiendes que esa persona también está dispuesta a atravesar tus propias puertas, y buscas en el cajón aquella llave olvidada. Y esta vez no estoy hablando de la llave de un coche...

ROMPER PATRONES

Hace mucho tiempo que sé que he venido a romper patrones. Por supuesto, no era consciente del nombre técnico, pero sí de su significado. 

Lo supe cada vez que sentía cómo mi madre echaba de menos su independencia, y cada vez que notaba que añoraba trabajar fuera de casa. Renunció a todo por poder hacerse cargo de todas las tareas domésticas en solitario.

Lo supe cada vez que sentía la ausencia de mi padre, que se desvinculaba de cualquier actividad que no fuese laboral, y además se quejaba prácticamente de todo.

Lo supe cuando decidí que yo criaría a mis hijos desde el inicio, rompiendo el patrón que arrastran las familias de mis progenitores, donde en la más tierna infancia, y a veces, hasta la edad adulta, eran las abuelas quienes se hacían cargo del cuidado de los nietos. 

De esta manera, decidí ser independiente económicamente, dar prioridad a mi vida laboral, demorar la decisión de ser madre hasta que pudiese compaginar el trabajo con la crianza, y no quedarme en relaciones que no me hacían sentir bien.

Espero que mis hijos sigan en la misma senda de priorizar su independencia, hacerse cargo de sus decisiones y apartar de su camino a las personas que les drenan.

A veces, la única manera de cambiar las cosas, es empezar a cambiar uno mismo, y a partir de ahí, generar un patrón sano. De esta manera, eres espejo para las personas que tienes más cerca, generando otro tipo de dinámicas. 

domingo, 24 de agosto de 2025

ENAMORADA

Esta semana, alguien ha entrado en mi vida. Era algo que, hace meses, había entendido que era necesario que buscase, a pesar de mi resistencia habitual a este tipo de cosas. Me habían recomendado páginas en internet, que visité con asiduidad, pero no encontré nada que me interesara realmente.
Fue en una comida familiar, cuando mi hermano me lo recomendó. "Es el mejor", me dijo, sin dudar. Es cierto que su apariencia física me gustaba. Su porte, su silueta, y su mirada felina me atraían especialmente. Su personalidad también me fascinaba, especialmente su autonomía y practicidad. Así que, sin pensarlo demasiado, decidí dar un paso más y conocerle en persona.
El flechazo fue instantáneo. Cualquiera de las idealizaciones que mi mente ya había acariciado, se quedaban cortas en el plano físico. Aún así, decidí tomarme tiempo y pensarlo con calma. Analizar los pros y los contras. El famoso "me conviene o no me conviene". 
Pasaron los días y las semanas, hasta que una compañera de trabajo me preguntó si me había decidido por él o no. Me di cuenta en ese momento, que no podía demorar más mi decisión. Ella me animó. Tenía un amigo común que podía facilitar un encuentro, y yo le dije que sí, así que acordamos que podríamos encontrarnos definitivamente en un par de semanas. El mes de agosto siempre ralentiza los procesos.
El martes 19 de agosto, por fin, nos encontramos cara a cara. Un momento emocionante porque nunca había manejado algo así, tan práctico y sofisticado al mismo tiempo. 
Alguien que le conoce bien me explicó previamente cómo debería comportarme para que las cosas fluyeran. Cuáles son sus necesidades y sus reacciones en cada situación, y cómo podría reajustar determinados parámetros si nuestra compatibilidad estaba comprometida.
Una vez que las recomendaciones finalizaron, llegó el contacto físico. Los ajustes necesarios para que la conexión entre nosotros funcionase. Me llevó un par de horas hablar su mismo lenguaje, y conocer el punto exacto en el que él reaccionaría como yo quería, pero superadas esas dos primeras horas iniciales, nuestra relación ya está completamente consolidada. Cuento las horas para reencontrarme con él y sentir de nuevo esa conexión especial que ya existe entre nosotros, donde él me da lo que quiero y yo le doy lo que necesita.
En un rato, bajaré a buscarle al garaje para que me lleve a encontrarme con unas amigas. Mi BYD Seal U dm-i, me espera ya impaciente, con la batería cargada al 100%. Mi única duda es si le dejo el techo panorámico o lo abro por completo, aprovechando todavía el buen tiempo.

viernes, 15 de agosto de 2025

FELIZMENTE SOLA

Me gusta estar sola. No siempre puedo estarlo porque los niños están casi todo el tiempo conmigo durante el curso escolar, aunque cada vez son más independientes, y a pesar de que estemos los tres juntos en casa, cada uno busca su espacio de soledad.

Estos días, que los niños están con su padre, para mí son festivos aunque trabaje. No tengo que pensar en comidas y cenas elaboradas, ni poner lavadoras cada día, ni estar pendiente de qué necesitan, ni mediar en sus conflictos cotidianos.

Estoy felizmente sola. Los días que trabajo, me levanto con calma. Ducha, vestirme, café, maquillaje, perfume de mi amigo Roberto...y cierro la puerta con llave al salir, porque nadie se queda dentro, salvo los peces de los acuarios.

Al llegar a casa, me quito las sandalias, cierro ventanas, enciendo el aire acondicionado, echo comida en los acuarios, me preparo algo rápido para comer, recojo y me siento a gestionar temas pendientes, -estos días la compra de un coche nuevo y la instalación de un punto de carga en el garaje-.

Quito algas en el acuario de agua dulce y doy de comer a la anémona. Ella ya conoce mi tacto y sus tentáculos sujetan el pellet de camarón cuando se lo coloco con cuidado sobre su boca. Los peces payasos se retiran un momento, pero vienen a jugar con mis dedos antes de que saque la mano del acuario.

Me siento en el sofá, elevo una parte de la mesa de centro y apoyo mi tablet para escribir cómodamente. Las horas vuelan mientras las puntas de mis dedos golpean suavemente las teclas virtuales. La historia avanza lentamente, mientras el sonido rítmico y constante del agua cayendo en cascada en los acuarios me acompaña. 

A veces, contesto un mensaje o alguna llamada, entre ellas, por supuesto nunca puede faltar la llamada diaria a mi padre, sobre las ocho, para confirmar que sigue con su queja habitual.

La mayoría de los días, me sorprendo de lo tarde que se ha hecho tan deprisa. Ceno algo ligero y me acuesto. Otras veces, me doy un baño con espuma y gel de vainilla. Hundo la cabeza en el agua y escucho...Los sonidos se oyen amplificados. Escucho a los vecinos y otros ruidos que habían pasado desapercibidos fuera del agua. Me siento como en una burbuja, rodeada de paz y tranquilidad. En un mundo a parte y propio, que nunca nada ni nadie me podrá quitar.

Los festivos, como hoy, me despierto con calma. Leo o escribo en la cama, antes de poner los pies en el suelo. Me incorporo despacio. Desayuno, ducha, vestirme...hoy tengo comida con una de mis mejores amigas en Lavapiés. 

Otras veces, preparo la comida para unos cuantos días. "Ok Google. Cuéntame las ultimas noticias". Y Google me pone al día. "Ok Google. Pon música de Evanescence". Y Google selecciona una primera canción de Evanescence y el resto de otros grupos de rock alternativos. Cuando me apetece bailar mientras cocino, le pido música de Shakira, para mover las caderas mientras remuevo la comida en la sartén. 

Riego las plantas con el agua del acuario de río. Mi casa parece un vergel. La monstera amenaza con salir por la ventana y la buganvilla, aunque sin flores, por estar en el interior, trepa por el techo. Los potos, en su crecimiento desbocado, extienden sus ramas en los lugares más insospechados. El tronco del Brasil de mi habitación, luce lustroso con sus hojas enormes verde intenso, extendiéndose casi hasta el techo. El bonsái ha brotado de nuevo, tras la sequía que sufrió en mis vacaciones.

Éste es mi refugio. Plantas, peces, agua, música, creatividad...paz...en este caluroso mes de agosto que puedo disfrutar de estar sola.

Y es en esta tranquilidad, en esta paz, cuando me doy cuenta de lo que valoro estar sola, sin que nadie me diga lo que tengo que hacer, sin sentir la obligación de agradar a los demás, sin comer si no me apetece comer, sin dar explicaciones, sin hablar si quiero estar en silencio, sin comunicarme con el exterior...Una lista inacabable de "sin" que me deja ser yo. Genuina y libre. Sin ataduras, sin compromisos, y regalándome lo que quiero sin juzgarme.

jueves, 3 de julio de 2025

Nunca lo sabremos

Hace días que un pensamiento ronda en mi cabeza, y estoy segura de que es un pensamiento bastante común. Es un pensamiento que, en ocasiones, me asalta. Es un pensamiento reiterado, una duda existencial, una pregunta sin respuesta, aunque a veces, alguien con quien he verbalizado ese pensamiento, me la ha dado. "No era el momento". "No estábais en la misma onda". Quizás, la respuesta es más simple. Nos vimos, pero no nos llamamos la atención. 

En ocasiones, hay personas que me han preguntado lo mismo, con distintas palabras, pero idéntico significado, que venía a decir, ¿Cómo es posible que habiendo estado en los mismos sitios en la misma época, no nos hubiésemos encontrado?. A continuación, ellos mismos se contestan. Seguro que te vi y te dije algo, pero no me hiciste caso. Es muy posible. No lo descarto, porque la realidad es que durante años, cuando iba a pubs o discotecas con mis amigas, lo único que quería era escuchar música, bailar, hablar de lo que nos había ocurrido durante la semana, divagar, filosofar...y aunque estuviésemos rodeadas de otras personas, ignorarlas. A veces, muy pocas, interactuábamos, de manera breve e infructuosa para los hombres. No estábamos interesadas en ellos por muchas razones, porque teníamos pareja en ese momento, o simplemente, no nos apetecía hablar con otras personas. 

La cuestión es que cuando me han preguntado por qué no nos conocimos en ese momento, hace 20 o 25 años, de manera velada, se está planteando que nuestras vidas hubieran podido ser distintas si nos hubiéramos conocido antes. Si no les hubiéramos ignorado, o si aquella noche, en lugar de ir a un pub, hubiéramos entrado en el de al lado... Ese comentario da mucha información, entre la que se encuentra que no están muy felices con su vida, actualmente.

Ahora, que está tan de moda el multiverso, quizás hay versiones de nosotros que sí se conocieron, y experimentan lo que implicó conocernos en otro momento de nuestras vidas en el que no era demasiado tarde, y seguramente, preguntaremos a otras personas por qué no nos conocimos antes, y muy probablemente, esas personas son a las que conocimos "a tiempo" en esta vida y con las que no nos sentimos muy bien actualmente. Nunca lo sabremos.

domingo, 29 de junio de 2025

Desear ser invisible

Ahora dicen que cuando vamos en el transporte público, no levantamos la mirada del móvil. Es cierto, pero para mí no es nada nuevo. Ya hacía eso hace más de 30 años, y aunque no era algo tan generalizado, no era la única. No tenía móvil, por supuesto, pero lo sustituía con un libro. Siempre viajaba en transporte público leyendo libros, por dos motivos, me encanta leer y quería pasar desapercibida.

Los usaba como parapeto, como excusa para evitar que mi mirada se cruzase con la de algún hombre, y éste intentara iniciar una conversación conmigo. Ocurría a veces, de todos modos. "Estás muy concentrada en la lectura".  "¿Qué estás leyendo?". "¡Qué anillo tan bonito!"...cualquier excusa era buena, pero cuanto menos levantase la vista del libro, menos posibilidades tenía de que quisieran interactuar, a pesar de que mi semblante era serio, y mis respuestas cortas y secas, únicamente contestadas por educación. Deseaba ser invisible. 

Ayer fui a una fiesta de cumpleaños y tuve una sensación parecida. No conocía a la mayoría de las personas que se encontraban allí. Sólo a una pequeña parte. Otro de los invitados sólo conocía a la homenajeada, que estaba demasiado ocupada con la organización y saludando a todos los presentes, muchos. Ella nos presentó y se ausentó rápidamente. Nos explicamos de qué conocíamos a nuestra amiga común, incluyendo pinceladas de nuestras vidas, por lo que rápidamente me di cuenta de que estaba divorciado y sin pareja. Él se dio cuenta de que mi situación era la misma un poco después y entonces comenzó a llevar la conversación por unos derroteros que comenzaron a encender todas mis alarmas. Claramente, buscaba una excusa para salir de allí con una cita. Así que centré mi atención en otra amiga que se encontraba en la fiesta, que se unió a la conversación, desviando su objetivo. Poco después, él abandonó la fiesta.

Entonces, eché un vistazo rápido, sólo como entretenimiento, para hacer un análisis de cada uno de los asistentes, hombres y mujeres. Los que estaban felices, los que estaban cansados, los que sufren en silencio, los que no encuentran una salida airosa, los que aparentan tener una vida perfecta... Y en ese análisis, en ese vistazo rápido, cada vez que mi mirada se posaba en cada uno de ellos, me encontraba a veces con sus miradas. Algunos me miraban al sentirse mirados. Otros me miraban todo el tiempo. Quise ser invisible. Recordé mis viajes en el transporte público y consulté los mensajes en el móvil durante unos breves minutos. Era el momento de irme.


domingo, 8 de junio de 2025

LO IMPOSIBLE

"Es una locura. No vas a conseguirlo", me dijo aquel amigo y compañero de luchas vecinales cuando decidí iniciar una campaña difícil, pero no imposible porque tenía claro cuáles eran los pasos que tenía que dar. Busqué a las personas adecuadas, utilicé medios tecnológicos, invertí todo mi tiempo libre y le robé horas al sueño, y contra todo pronóstico, conseguí lo que parecía inalcanzable.
Años más tarde, en el mundo laboral, después de haber superado numerosos retos, me encontraba ante otro que parecía inasumible. Incluso, intentaron boicotearlo, creyendo que iba a ser imposible, pero una persona poderosa reunió a todos los jefes de departamento y yo pude decirles. "Puedo hacerlo. Dejadme intentarlo, al menos". Mi compañero de trabajo me dijo "realmente, si lo conseguimos, lo recordaré siempre como un hito". Y lo conseguimos...Muchas horas invertidas, mucho esfuerzo, pero lo hicimos.
Y es que cuando creo en algo, voy a por ello, aunque me digan que no voy a conseguirlo, que no funcionará, que es una locura...y ahora mismo, me encuentro en ese brete, en intentar lo imposible, una vez más.

sábado, 17 de mayo de 2025

Hablar el mismo lenguaje


A veces, cuando creías que ya lo habías visto todo, llega alguien y te sorprende, y descubres que hay personas que ven la vida desde otra perspectiva que no habías imaginado. 
Te desconcierta porque estás acostumbrada a otro tipo de actitudes y de pensamiento, e intentas traducirlo al mensaje que conoces, y cuando estás a punto de darle forma, te das cuenta de que no se trata de una traducción, sino de un lenguaje que no se rige por las mismas reglas que los que tú conoces. No puedes traducirlo. No puedes interpretarlo. Sólo tienes que escucharlo, entenderlo y respetarlo. Y cuando lo haces, te desarma. Las reglas que habías usado hasta el momento ya no sirven. Tienes que usar unas nuevas reglas con esa persona para que no haya malos entendidos. Y cuando las analizas en profundidad, las comparas con las que has utilizado durante toda tu vida, te das cuenta de qué diferente interpretación tiene todo. En ese momento, comienzas a entender el comportamiento de algunas de las personas que han pasado por tu vida. Ellas también tenían sus propias reglas, pero no te las habían explicado, y por eso no pudiste entenderlas y te alejaste, interpretando la situación con tus propias reglas, que funcionaban en otro paradigma.
La comunicación es la llave de todas las relaciones. Lo que decimos, lo que callamos, lo que interpretamos, lo que damos por hecho, lo que no preguntamos…Incluso, cuando tenemos miedo a escucharnos a nosotros mismos, la lucha interna con nuestro ego, nuestros miedos, nuestras anticipaciones…Todas basadas en nuestras experiencias previas, de las que en la mayoría de los casos, desconocemos cuáles eran las reglas de la comunicación de las otras personas. No se las habíamos preguntado. Dábamos por hecho que hablaban nuestro mismo lenguaje.

viernes, 2 de mayo de 2025

CUANDO ENCUENTRAS TU PROPÓSITO

Estos días sigo explorando, desmontando las ideas, buscando respuestas, regresando al origen de los pensamientos que dieron lugar a las teorías que he manejado hasta ahora. No temo desandar el camino establecido y buscar otras hipótesis. 
Sigo buceando en mi infancia, y he encontrado algunas respuestas en este mismo blog, a través de algunas entradas que escribí en 2008...
He ido enlazando ideas y atando cabos hasta llegar a una nueva teoría que, una vez más, contradice las líneas de pensamiento actuales, pero que cobra sentido al unirlo con una conversación que tuve hace unos días con una persona inesperada.
Una frase de esa persona dio sentido a mi nueva teoría, a pesar de que el objetivo de ella era que yo concluyese todo lo contrario. Siempre a contracorriente...
Uniendo el objetivo de encontrar un nuevo propósito en mi vida al análisis de mis relaciones pasadas, descubrí que a raíz de una relación traumática, comencé a ejecutar el propósito que estaba buscando en el presente. 
Comprendí que no puedo luchar contra mi naturaleza, sino entenderla y asumirla. Ser consciente de cuál es mi rol y aceptarlo, para poder seguir ejecutándolo sin sentirme culpable por volver a hacer lo mismo en lo que creía que fallaba, porque realmente, no fallaba, sino que había cumplido mi objetivo y era hora de partir para tomar un respiro y esperar a que la vida me llevase a una nueva experiencia.
Estos días de reencuentros con viejas amistades se han llenado de conversaciones profundas, salpicadas de nuevas reflexiones que promueven personas que entran en mi vida. Nuevas perspectivas y análisis del pasado llevan al mismo punto.
Una de mis viejas amigas me decía que transmito paz y serenidad, y realmente, es así como me siento. Veo las cosas con una claridad que asusta, analizo cada palabra y cada gesto y pregunto abiertamente los comentarios que no entiendo. Veo el dolor, el miedo, el querer etiquetar para experimentar una falsa seguridad, ponerse la tirita antes de sentir la herida, una herida que seguramente nunca se producirá porque mi propósito es el contrario, y porque sé que en algún momento, alguien conseguirá que no me vaya.
A veces, es difícil entender que si dejas que las cosas fluyan, el miedo desaparece, encuentras lo que ya habías dado por perdido, e incluso, rompes hechizos.

El día que nos sentimos terriblemente vulnerables como sociedad

La semana comenzó con un gran apagón que paralizó España, Portugal y una parte de Francia. Nuestra vida paró por completo. 
Abandonamos nuestros puestos de trabajo. Dependimos del coche, autobús o piernas para desplazarnos. Perdimos la conexión en nuestros móviles, regresando abruptamente a la era analógica. Vaciamos los pocos supermercados que permanecían abiertos. No podíamos sacar dinero de los cajeros y nuestras tarjetas de crédito eran inservibles. No había luz en nuestras casas. Se improvisaron bocadillos o comidas frías en las casas que no disponían de gas. Se echó de menos el transistor a pilas. Se sacaron las linternas y las velas para iluminar las estancias cuando cayó la noche.
Cuando llegué a casa, los niños ya habían comido, improvisando unas fajitas y bocadillos. Habían encendido unas velas que habían dejado en los baños, los únicos espacios sin luz natural. Los filtros, luces y skimmer de los acuarios no funcionaban. Los peces parecían tranquilos, pero la anémona se movía por todo el acuario, en busca de luz y movimiento de agua. Le di de comer un pellet de gamba, ya que no podía alimentarse de la luz. Los niños estuvieron leyendo cómics y libros. Yo hice bicicleta estática y mis ejercicios para fortalecer la espalda. Cenamos pronto, algo improvisado, mientras todavía había luz natural. Hice meditación antes de acostarme, mucho antes que cualquier noche. Los niños estaban contentos. Dejé el interruptor de la luz encendido para que me despertase al regresar, y así fue, cómo a las 22.15, la luz me despertó y me levanté rápidamente a encender los aparatos de los acuarios. Todo funcionaba perfectamente. Llamé a mi padre, que estaba ya dormido, y hablé por Whatsapp con algunos amigos que ya tenían luz. Todos estaban bien.
No fue una mala experiencia para darnos cuenta de lo vulnerable que somos ante la dependencia de un recurso que resultó volátil durante más de diez horas, algo que creíamos impensable hasta el momento. Personalmente, me sirvió para conectar con mis hijos de otra manera y para ocuparme más de mí. 

domingo, 20 de abril de 2025

FIN DEL VIA CRUCIS

En esta Semana Santa, que llega a su fin, he vivido un auténtico vía crucis. 
Comencé la semana ayudando a romper un hechizo, y después bajé a los infiernos y subí a los cielos. He muerto y he resucitado, y no he estado sola en mi pasión. Otras personas me han acompañado, de espíritu, porque he estado la mayor parte del tiempo sola.
He contactado con viejos amigos que me han reconfortado con sus palabras de aliento. He escrito mucho y he buceado en mi pasado. He expiado mis culpas y pedido perdón por mis pecados. Los días y las noches han sido intensos, he derramado muchas lágrimas y he reído a carcajadas. He crecido como persona. He finalizado mi reconstrucción y he emergido como el ave fénix.
También he aprendido una importante lección. Sé cómo quiero que me traten mis próximas parejas, si las tengo. Quiero que vengan enseñadas y me den la prioridad que merezco. También he aprendido que las cosas no son blancas o negras. 
He visto muchos vídeos de autoayuda y he comprobado que hay una corriente que te anima a bloquear a tus ex parejas. Es la misma táctica que está aplicando mi última expareja conmigo, y no me parece nada práctico, porque ahora tenemos ropa y demás enseres del otro a 1.200 km de distancia, y sin comunicación, no podemos hacérnoslo llegar. Imagino que en algún momento, romperá el silencio para organizar los envíos. 
Creo que esta estrategia es necesaria cuando se ha sufrido un maltrato por la otra persona. Yo tuve que hacerlo hace muchos años, pero si lo que está ocurriendo es que una de las dos partes decide parar la relación, explicando los motivos, y a disposición de la otra parte, creo que el silencio es una especie de chantaje emocional, que significa "o a mi manera o a ninguna", y le das un poder a la otra persona, que creo que no es sano. 
Desde mi punto de vista, lo sano es respetar la decisión del otro, reajustar expectativas, y aunque la relación física emocional haya terminado, ser capaz de mantener un contacto cordial con la otra persona, evitando que se sienta culpable por su decisión. 
Esto también lo he aprendido en estos días. No ha estado mal para ser un vía crucis...

sábado, 19 de abril de 2025

NOVIEMBRE DULCE

En ocasiones, me siento como la protagonista de la película "Noviembre dulce", con Charlize Theron y Keanu Reeves. Una mujer que entra en la vida de los hombres, como un torbellino, durante un breve espacio de tiempo, pero el suficiente como para cambiar sus vidas de manera radical. En mi caso, me quedo más tiempo, pero el resultado es el mismo. Sus vidas han cambiado radicalmente y me lo suelen reprochar cuando me alejo, al comprender que la relación no es buena para mí.

También, a veces, hay personas que se cruzan en mi vida de manera fugaz, provocan una pequeña revolución, me ayudan desinteresadamente, me protegen y alumbran mi camino a través de las tinieblas, y aunque después deban desaparecer, algo de ellas sigue en mí. Esas personas no desaparecerán nunca de mi vida. No están en el día a día conmigo, y quizás, transcurran años sin saber de ellas, pero a veces dan señales de vida o si las llamo, siempre responden.

Sin embargo, hay momentos en los que me pregunto si sería posible que alguna de esas personas pudiera permanecer junto a mí. Quizás, si se quedasen a mi lado, la magia desaparecería, convirtiéndose en un reproche más por haber transformado su vida y después alejarme, o puede que no. La vida siempre acaba sorprendiéndonos.

viernes, 18 de abril de 2025

PROCESO FINALIZADO

Hace unos días, hablaba en este blog sobre mi "reconstrucción". Pues bien, ese proceso ha finalizado.

Siempre he sido capaz de rearmarme rápidamente cuando algo ha fallado en mi vida. Mis heridas físicas y emocionales cicatrizan veloces. Incluso, ahora, mis dolencias físicas, que me han atormentado durante tres meses, han remitido, reduciéndose a pequeñas molestias.

Durante semanas, me he analizado, he escarbado en los recuerdos de mi infancia, he identificado de dónde vienen mis inseguridades y el querer agradar a los demás, olvidándome de mí. Identificarlo me ha ayudado a neutralizarlo.
También he analizado mis relaciones pasadas. Las situaciones tóxicas, la tolerancia al menosprecio o a la ocultación, la manipulación o la ambigüedad.  Porque, efectivamente, en mayor o menor medida, todas mis relaciones pasadas contenían alguno de estos componentes, o incluso todos. Es cierto que me desenvuelvo bien en la ambigüedad. Juego con ventaja en esas situaciones, y la ambigüedad se volvió contra ellos, pero todos jugaron a hacerme sentir culpable mientras ellos asumían el rol de víctima. Por tanto, no debo caer en ella de nuevo. 

Hace años, en un proceso similar a éste, escribí "no sé lo que quiero, pero sé lo que no quiero". Seguía perdida. Ahora sí puedo decir que sé lo que quiero y cómo lo quiero. También sé el tipo de persona que puede aportar en mi vida, y no restar. Sé lo que merezco, y que al menos, me admiren, me respeten y me quieran tal y como soy, con todos mis claroscuros, que tengo muchos, pero sobretodo, que me dejen ser yo misma, siempre.
También debo hacer algo, que soy consciente que para mí será lo más complicado, que es identificar y dejar pasar a esas personas que no me convienen. Aprender a no dar segundas oportunidades, o lo que es lo mismo, no introducir de nuevo el pez en la pecera cuando ya ha saltado del agua.

Quiero dar las gracias a una persona que me ha ayudado en el final de este proceso. Me ha dado el impulso que necesitaba para entender todo lo que bullía en mi cabeza, que ha escuchado con paciencia y atención mis elucubraciones, y me ha dado su visión de las cosas, desde la amistad desinteresada y sin juzgar. Gracias.

jueves, 17 de abril de 2025

LA REGLA DEL BLOG

Hace tiempo que vengo observando un fenómeno curioso, que se repite invariablemente. 
Al principio, creía que se trataba de una casualidad, pero una vez constatado en múltiples ocasiones, he de decir, que "la regla del blog" no falla.
¿En qué consiste "la regla del blog"?. Es muy sencilla.
Comencé a escribir en este blog en el año 2008. En él he hablado de temas diversos. Temas personales, familiares, sociales, políticos, sobre literatura, cine...lo que mantuviera mi atención en ese momento. He estado ausente del blog durante mucho tiempo. Largos periodos en los que la vida me tenía tan ocupada, que no era capaz de encontrar un hueco en mi apretada agenda para volcar mis pensamientos o preocupaciones. Hace un tiempo, intento encontrar ese espacio para escribir. El formato del blog permite vomitar lo que te ronda en la cabeza de una forma rápida y efectiva.
Suelo compartir el blog con las personas con las que más me relaciono en el momento de escribir las entradas. Amigas, amigos, parejas, personas con incipiente interés por mí...y con estos dos últimos grupos, he comprobado "la regla del blog".
Las amigas y amigos son siempre incondicionales. Leerán el blog cuando tengan tiempo para hacerlo.
Las parejas, nunca lo leen. Lo leían cuando pertenecían al grupo "personas con incipiente interés por mí", pero no después. El interés desaparece cuando la pareja ya está consolidada. Olvidan que vuelco parte de mis emociones en este blog, hasta el punto que cuando empiezo a escribir aquí sobre las dudas que me genera la situación de pareja que tengo en ese momento, todas las demás personas que me leen, lo saben, pero ellos no, cuando son los principales interesados. 
Y te preguntarás, "¿cuando tienes dudas en tu relación de pareja no se lo dices directamente a ellos, tienen que leer el blog para enterarse?". Por supuesto que se lo digo directamente a ellos, pero en general, hacen caso omiso. Aunque manifieste que no me siento bien y que algo no funciona, mientras continúe en esa relación, para ellos, nada cambia. Algo que he aprendido para mis relaciones futuras.
En cuanto a quién lee primero las entradas en mi blog, por supuesto, las "personas con incipiente interés en mí". El problema es que el ciclo se repite cuando esa persona con incipiente interés se convierte en mi pareja, y se olvida de que existe este blog, así que, desde aquí, aviso a navegantes con incipiente interés en mí, si en algún momento, somos pareja, por favor, no te olvides de leer este blog...

domingo, 13 de abril de 2025

EN RECONSTRUCCIÓN

Hace aproximadamente mes y medio que detuve la última relación de pareja. 
Él es perfecto en todo. Inteligente, atractivo...Pero vive a 1.200 km y arrastra un divorcio muy complicado. Lo que implica viajes constantes y la tensión de una historia inacabada. 
Hemos podido sobrellevar dos años y medio en esta situación, pero mi cuerpo se agotó y enfermó. Me dijo "Si tú no paras, yo te paro". Y me paró. 
Ahora estoy casi recuperada. Todavía con dolor, pero poco a poco, mi cuerpo me permite volver a la cotidianidad.
Sin embargo, aunque parezca que todo vuelve a ser como antes, ya no lo es.
Repaso mi vida sentimental desde los 23 o 24 años hasta ahora. Muchas parejas, y en todas se repitió el mismo ciclo. Conocernos, integrarme completamente en sus vidas, aprender distintos idiomas, practicar diferentes deportes y aficiones, adaptarme a sus gustos, a sus familias...Cansarme de las situaciones. Valorar "me compensa o no me compensa". No me compensa. Dejarles ante su estupefacción porque creían que todo iba bien.
El problema es que la dinámica era constante porque poco después de dejar a uno, conocía al siguiente, y volvía a adaptarme a todo lo nuevo. Resultado: no sé quién soy. 
Conclusión: Tengo que reconstruirme, y la próxima vez que inicie una relación, tengo que saber poner límites y el otro respetarlos, pero además, tiene que haber superado sus relaciones pasadas, no puede imponer su modo de vida, debe respetar mi espacio, y aportar a la relación en la misma medida que yo aporto. Todos tenemos mochilas, pero cada uno tiene que llevar la suya.
Así que he iniciado una nueva relación, pero conmigo misma. Tengo que adaptarme a mí, escucharme y hacer lo que me apetezca, sin tener que dar explicaciones a nadie, salvo a mí misma. No es mal plan. Y lo mejor...es mi plan.


domingo, 6 de abril de 2025

Drama en el acuario marino


Mi pequeño pedazo de mar doméstico está enfermo. 

No sé cómo empezó todo, aunque tengo sospechas. La acuariofilia, en ocasiones, te depara desagradables sorpresas que no puedes explicar. Suelen estar involucradas una serie de circunstancias, que unidas, llevan a la catástrofe, como ha sido en este caso.

El origen pudo ser alguna bacteria o parásito que viniera en alguno de los nuevos corales que había introducido en el acuario. Pudo ser también el pez mandarín que había traído unas semanas antes, o es posible que comenzara por una reacción al agregar el calcio o magnesio al agua, ya que uno de los peces pijama se acercó al filtro mientras aditaba, creyendo que iba a echar comida, y puede que se le irritaran los ojos por eso, porque empezó por ahí, con una capa blanquecina en los ojos del pez pijama. Después, la capa blanquecina apareció en otro de los ojos de otro pez pijama, y lo que parecía ser hongos, en la boca del tercer pez pijama. 

A su vez, aparecieron unos puntos blancos en la piel de vulpinus, y el pez mandarín comenzó a comportarse de forma extraña, escondiéndose y dejando de comer. Los peces payaso y el gobio parecían estar perfectos.

En cuatro años de acuario marino, nunca había habido tantos peces enfermos a la vez. Había tenido alguna baja aislada hacía tiempo, pero sin dar muestras de patología previa.

Busqué información en internet, pero el diagnóstico no estaba claro, ni tampoco el tratamiento. Parecía una mezcla de enfermedades y cada uno tenía diferentes remedios. Los que apostaban por remedios naturales, -ajo, jengibre, cambios a acuarios hospital sin salinidad-; los que apostaban por medicación para acuarios, y los que apostaban por antibióticos. Todos o la mayoría enfrentados. Probé con el ajo, mezclado con comida, pero aunque lo comían, no mejoraban. El pez mandarín desapareció sin dejar rastro.

Acudí a mi tienda de acuario marino de referencia, donde compré una medicación de amplio espectro. Cuando la adité al acuario, era demasiado tarde. Los peces pijama estaban bastante afectados. Uno de ellos estaba escondido en la parte de atrás del acuario. Los otros dos estaban cerca de él, y todo el tiempo juntos. Si se movía, los otros le acompañaban en todo momento, guiándole. 

Una mañana, parecía que estaba mejor, y estuvo nadando por la parte de delante del acuario, hasta que se desplomó sobre la arena. Los otros dos, seguían empeorando, guiándose mutuamente, hasta que uno de ellos, apareció muerto detrás de las rocas. 

El resto de peces se escondieron cuando vieron cómo lo sacábamos con la red. El otro pez pijama desapareció. Le estuve buscando hasta que le encontré, oculto debajo de una roca. Nunca se había escondido así. Sus ojos transmitían terror, y evitaba mirarme, cuando hasta el momento, siempre que me veía cerca del acuario, se acercaba a mí y me miraba directamente a los ojos. Estaba claro que temía que le sacara del acuario igual que a sus amigos.

Vulpinus continuaba empeorando, y nadaba frente a la bomba de olas, contra corriente, imagino que para aliviar el picor que le producían los parásitos del ich, que creo era lo que él sufría. Ya no se acercaba para comer. Al día siguiente apareció inmóvil tumbado contra una piedra. El pez pijama había salido de su escondite. Estaba tumbado sobre la arena. Sus branquias se movían a duras penas, pero sabía que debía dejarle morir tranquilo. No podía hacer nada más que esperar.

Los peces payaso, que hasta el momento, no presentaban síntomas, comenzaron a actuar de manera extraña. Ya no dormían en la parte de atrás del acuario, sino en la parte de delante. La hembra apareció tumbada en la arena, intentaba levantarse, pero no podía. Junto a ella, estaba el macho, que nadaba sin problema y seguía comiendo. El pez pijama dejó de respirar. Horas más tarde, el pez payaso hembra, estaba cubierta por una capa blanquecina y no mostraba signos de vida.

En el acuario, además de los corales y la anémona, quedaban sólo el pez payaso macho, el gobio, y el camarón pistola. Cuando parecía que no habría ninguna baja más, el pez payaso comenzó a tumbarse en la arena y comenzaron a aparecer manchas blancas en su cuerpo. Estaba contagiado. Llegó un momento en el que estaba tumbado junto a la entrada de la cueva del gobio y el camarón. Yo observaba con detenimiento porque parecía que había cambiado su posición, con la parte posterior del cuerpo casi dentro de la cueva, y entonces...de repente, desapareció en el interior, de manera abrupta, sin moverse, algo había tirado de él desde el interior. Por supuesto, había sido el camarón pistola.

Pensé que iba a comérselo. Quizás, también había hecho desaparecer al pez mandarín. Pero como en las historias con un giro inesperado al final, cuando crees que ya sabes lo que ha ocurrido sin género de dudas, al día siguiente, el pez payaso apareció en medio del acuario, tumbado en la arena, completamente blanco, pero intacto, y entendí lo que había ocurrido. El camarón le había escondido de mí. Le había cobijado en su cueva, y él y el gobio le habían acompañado hasta su muerte. Una vez fallecido, le habían sacado al exterior.

Esos días fueron muy duros. Lloré mucho por estos compañeros de piso, que se acercaban a saludarme y a pedir comida cada vez que pasaba junto al acuario, pero también, aprendí mucho de ellos, cómo se cuidaban, cómo protegían al más débil, cómo le guiaban e incluso, como le escondieron.

El gobio y el camarón pistola han sobreviviendo a lo que hubiese en el acuario. Han transcurrido casi tres meses desde la última muerte, y por el momento, voy a esperar unas semanas más para dar tiempo a que el parásito o bacteria muera. Creo que el gobio no se contagió porque él interactúa únicamente con el camarón, aunque parece extraño porque estuvo acompañando al pez payaso hasta el final.

A veces, me siento tildada como loca cuando explico las cosas que hacen o han hecho los animales con los que he convivido, pero cuánto más les observo y analizo, me doy cuenta de que son más inteligentes y sienten más de lo que pensamos.

jueves, 27 de marzo de 2025

Doble vida

Muchas personas, entre las que me incluyo, tenemos una doble vida. Somos más de las que piensas, y estamos en todas partes. Somos tus vecinos, compañeros de clase o de trabajo, nos sentamos junto a ti en el metro, en el autobús...y aunque parezca que estamos allí, no lo estamos. Si nos ves usar el móvil, seguramente estaremos dentro de nuestra otra vida.

Es una vida virtual, etérea, que sólo revive cada vez que entramos en contacto con nuestros compañeros de viaje virtuales, pero que en ocasiones, inunda nuestra otra vida, la vida real, la condiciona...y a veces, los personajes virtuales saltan al mundo real, pudiendo conocerles en la realidad tangible. De hecho, mi última pareja, con la que he compartido dos años y medio de mi vida, en el mundo real, la conocí en ese mundo virtual.

¿De qué estoy hablando?. Podría hablar de muchas plataformas virtuales. Todas, más o menos, pueden tener estos componentes. Conozco muchas de ellas, pero en la que llevo sumergida más de tres años, es un juego. Lord of the rings: RisetoWar.

Llegué allí por casualidad. Salió como sugerencia de aplicación en mi móvil, y entré por curiosidad, mientras me sentaba por las noches a ver alguna película antes de dormirme. Empecé con la primera sesión del juego, en octubre de 2021. Los gráficos eran muy simples y estuve aprendiendo la dinámica del juego, que me iba pareciendo cada vez más compleja. Había un chat en el que podías hablar con otros jugadores, que nunca usé, creyendo que serían todos niños o adolescentes. Al final de la temporada, quedé como líder de una comunidad, sin saber muy bien cómo había llegado allí, y alguien me escribió para unirme a su comunidad la siguiente sesión, pero no respondí. Las sesiones duraban como ahora, unos dos o tres meses.

En la segunda sesión, empezaron a escribirme otros jugadores para organizar ataques conjuntos. Al principio, no hablaba mucho, lo mínimo para fijar un día y una hora de ataque. "A las 20.00 no, que tengo que hacer la cena a los niños", escribían algunos de ellos, y me dí cuenta que al contrario de lo que había pensado en un inicio, la mayoría de los jugadores eran más o menos de mi edad. El chat del juego traduce al idioma que seleccionas todas las conversaciones, por lo que aunque hablasen en otros idiomas, podíamos entendernos perfectamente. También contamos con un tiempo horario homogéneo, el UTC, que con la península española varía una o dos horas, en función de la época del año, pero difiere bastante en otras partes del globo, por lo que la hora en la que prefiero atacar un bastión, que suele ser las 21.00 o 22.00, puede suponer que sea la madrugada o mañana de otros jugadores, por tanto, siempre hay que pensar estrategias, mediar, negociar...y poco a poco, se va creando un entramado, una realidad paralela, en la que creamos unos personajes, -la mayoría de los jugadores tenemos más de uno-, en la que podemos comportarnos como en la vida real, o ser completamente distintos. Puede ser nuestro alter ego, o despreciable, traicionero, generoso, amoroso, amistoso...puede ser lo que nosotros queramos.

Después de estos tres años de andadura, algunos ya tenemos muchas historias que compartir y que contar. La dinámica del juego obliga a interactuar. Tenemos que crear comunidades de hasta 100 jugadores, que a su vez crean alianzas con otras comunidades, creando una facción, que se enfrenta a otras facciones, y se crean alianzas entre facciones, unas contra otras, y nos ayudamos, y nos traicionamos, y nos amamos y nos odiamos, como la vida misma. Y a veces pienso que quizás esto sea más real que la vida que creemos real, y que es difícil establecer la línea, porque los dos mundos interactúan constantemente. 

Como decía, conocí a mi última pareja en este juego, nos conocimos en persona, y decidimos iniciar una relación de pareja en la vida real. También he conocido a otros jugadores en persona, que aunque vivan lejos, cuando han viajado, hemos buscado la manera de encontrarnos. 

Por lo general, en medio de las conversaciones para organizar las estrategias, acabamos compartiendo temas personales, si tenemos hijos, pareja, si trabajamos o estudiamos, y dónde vivimos. A veces, incluso, hablamos de la diferencia entre los distintos países, vacaciones, sistemas sanitarios, recursos sociales... 

Nos apoyamos en los momentos difíciles, -pérdidas, problemas de salud...- somos como una gran familia, y cuando acaba una sesión y tenemos qué decidir entre los distintos formatos que el juego nos ofrece, la frase más escrita suele ser algo así "Da igual dónde vayamos, pero voy contigo", y las barreras del idioma, de la religión, de la edad, de las clase sociales, dejan de existir, porque en este mundo sólo somos esos personajes en los que hemos volcado nuestro "yo" más primario.

No puedo evitar dejar de analizar las personalidades de los personajes, las alianzas, las traiciones...es tan fácil detectar a las personas tóxicas, los abusadores...y también a las personas frágiles, dañadas, que necesitan huir de su realidad.

Es muy fácil para mí conocer el siguiente paso del enemigo y buscar una estrategia para combatirle de forma más efectiva.  Nunca dejo de sorprenderme cuando algunos jugadores dicen que no han dormido la noche anterior para poder atacar al enemigo, y pienso en las repercusiones que puede tener para alguien no dormir en la vida real.

Personalmente, estos últimos meses, que mi cuerpo no respondía, he seguido caminando, luchando y hasta volando con águilas en este mundo virtual. He tenido más tiempo libre para organizar estrategias y dar soporte a mis compañeros, y me he sentido más útil de lo que era en la vida real, porque mis limitaciones físicas no interferían en el mundo virtual, y hemos conseguido épicas victorias, cuando nadie creía que fuéramos capaces de lograrlo, y he conocido a jugadores muy fuertes, -ballenas o kraken, los llamamos-, humildes, que han dedicado su tiempo a ayudar a los más débiles, protegerles y enseñarles a optimizar a sus comandantes y equipaciones para ser más fuertes. En estas situaciones, a pesar de la barrera de las pantallas, puedes sentir su generosidad y sabes que ésa es su forma de ser en el mundo real.

Es, sin duda, un fiel reflejo de la vida real, donde puedes ejecutar el ensayo - error sin consecuencias en la realidad, salvo para aquellas personas en las que ese mundo es más real que su vida fuera de lo virtual, y cuando llego a este punto de la reflexión, siempre me pregunto quién decide cuál es la realidad si lo que estoy viviendo en la pantalla para mí es la realidad, donde mis limitaciones físicas no influyen, donde nadie me juzga por mi físico, ni por mi religión, ni por mi clase social...allí sólo soy un personaje donde he volcado mi esencia o la parte de mi personalidad que he elegido mostrar, que me ayuda a escapar de mi realidad o la complementa haciéndome sentir lo que no puedo sentir en la realidad.

Sin duda, estamos ante un fenómeno al que creo que por el momento no se está dando importancia, pero que se tendrá que estudiar en algún momento, entre otras cosas, porque nuestras hijas e hijos ya están creciendo con la posibilidad de entrar en estos mundos. Los adultos nos los hemos encontrado cuando nuestra experiencia de vida ya estaba avanzada, pero qué repercusión puede tener en las vidas de quienes están aprendiendo a vivir, está por descubrir.

miércoles, 8 de enero de 2025

Cuando no escuchamos a nuestro cuerpo

El cuerpo nos para cuando nosotros no paramos. Hace más de un mes, que mi vida se limita a arrastrarme hasta la cocina, el salón o la cama; acudir a centros hospitalarios en taxi, y comprar todo por internet.

Hace más de un mes que mi cuerpo se reveló contra mí, después de haber estado avisando durante semanas que algo ocurría con mi espalda. Hice caso omiso a los dolores, incluso cuando no podía doblarme para abrocharme las botas. Seguí con el ritmo trepidante del día a día, incrementado con la multitud de tareas a realizar antes de irme de viaje. Además, algo me decía que debía hacer todas las gestiones de los niños en esa semana porque la siguiente sería imposible hacer nada, y tenía que dejar comida cocinada y congelada en el congelador. Hice caso a mi instinto y así lo dejé hecho, afortunadamente.

El 5 de diciembre, por la mañana, mientras estaba reunida con parte de mi equipo de trabajo, me tomé unas pastillas para calmar los gases, creyendo que tenían que ver con las molestias de la espalda. Me sentía mareada, pero continué con el ritmo programado. Incluso, aquella tarde, cuando ya en el aeropuerto, tuve que sentarme para abrocharme las botas tras el control de seguridad. 

El viaje a Zurich discurrió con normalidad, viendo en la tablet las películas que me había descargado, aislada del resto de viajeros, que ese día estaban especialmente parlanchines, pero cuando bajé del avión, sentí un dolor muy fuerte y punzante en la pierna izquierda y ese lado de la espalda. Me tomé un ibuprofeno e intenté ignorarlo, hasta que a las cinco de la madrugada, sin poder conciliar el sueño por el dolor, nos fuimos a urgencias.

Allí me diagnosticaron ciática y me recetaron antiinflamatorios y analgésicos, pero el dolor seguía siendo terrible y ya no podía apoyar la pierna en el suelo. No respondía. Cedía.

Tuve que pedir asistencia en silla de ruedas en los aeropuertos para volver a Madrid, -una experiencia que merece una entrada en el blog por sí sola-. 

Más de un mes después, puedo andar casi recta, aunque mi pierna sigue sin responder, bloqueándose constantemente. No puedo conducir, no puedo permanecer de pie quieta durante más de unos segundos. En la Seguridad social se limitan a cambiar la medicación contra el dolor y alargar la baja. La mutua de la empresa me ha realizado radiografías y una resonancia, teniendo ya un diagnóstico claro que implica posiblemente una operación que yo no quiero.

La cuestión es que la normalidad de mi rutina se ha detenido, congelada a partir del 5 de diciembre de 2024. Estoy intentando aprender a vivir con el dolor hasta que encuentre una solución que, por el momento, no llega.


Mamás y Papás: Una realidad que no debemos olvidar...

Una joya en el corazón de Madrid