jueves, 17 de abril de 2025

LA REGLA DEL BLOG

Hace tiempo que vengo observando un fenómeno curioso, que se repite invariablemente. 
Al principio, creía que se trataba de una casualidad, pero una vez constatado en múltiples ocasiones, he de decir, que "la regla del blog" no falla.
¿En qué consiste "la regla del blog"?. Es muy sencilla.
Comencé a escribir en este blog en el año 2008. En él he hablado de temas diversos. Temas personales, familiares, sociales, políticos, sobre literatura, cine...lo que mantuviera mi atención en ese momento. He estado ausente del blog durante mucho tiempo. Largos periodos en los que la vida me tenía tan ocupada, que no era capaz de encontrar un hueco en mi apretada agenda para volcar mis pensamientos o preocupaciones. Hace un tiempo, intento encontrar ese espacio para escribir. El formato del blog permite vomitar lo que te ronda en la cabeza de una forma rápida y efectiva.
Suelo compartir el blog con las personas con las que más me relaciono en el momento de escribir las entradas. Amigas, amigos, parejas, personas con incipiente interés por mí...y con estos dos últimos grupos, he comprobado "la regla del blog".
Las amigas y amigos son siempre incondicionales. Leerán el blog cuando tengan tiempo para hacerlo.
Las parejas, nunca lo leen. Lo leían cuando pertenecían al grupo "personas con incipiente interés por mí", pero no después. El interés desaparece cuando la pareja ya está consolidada. Olvidan que vuelco parte de mis emociones en este blog, hasta el punto que cuando empiezo a escribir aquí sobre las dudas que me genera la situación de pareja que tengo en ese momento, todas las demás personas que me leen, lo saben, pero ellos no, cuando son los principales interesados. 
Y te preguntarás, "¿cuando tienes dudas en tu relación de pareja no se lo dices directamente a ellos, tienen que leer el blog para enterarse?". Por supuesto que se lo digo directamente a ellos, pero en general, hacen caso omiso. Aunque manifieste que no me siento bien y que algo no funciona, mientras continúe en esa relación, para ellos, nada cambia. Algo que he aprendido para mis relaciones futuras.
En cuanto a quién lee primero las entradas en mi blog, por supuesto, las "personas con incipiente interés en mí". El problema es que el ciclo se repite cuando esa persona con incipiente interés se convierte en mi pareja, y se olvida de que existe este blog, así que, desde aquí, aviso a navegantes con incipiente interés en mí, si en algún momento, somos pareja, por favor, no te olvides de leer este blog...

domingo, 13 de abril de 2025

EN RECONSTRUCCIÓN

Hace aproximadamente mes y medio que detuve la última relación de pareja. 
Él es perfecto en todo. Inteligente, atractivo...Pero vive a 1.200 km y arrastra un divorcio muy complicado. Lo que implica viajes constantes y la tensión de una historia inacabada. 
Hemos podido sobrellevar dos años y medio en esta situación, pero mi cuerpo se agotó y enfermó. Me dijo "Si tú no paras, yo te paro". Y me paró. 
Ahora estoy casi recuperada. Todavía con dolor, pero poco a poco, mi cuerpo me permite volver a la cotidianidad.
Sin embargo, aunque parezca que todo vuelve a ser como antes, ya no lo es.
Repaso mi vida sentimental desde los 23 o 24 años hasta ahora. Muchas parejas, y en todas se repitió el mismo ciclo. Conocernos, integrarme completamente en sus vidas, aprender distintos idiomas, practicar diferentes deportes y aficiones, adaptarme a sus gustos, a sus familias...Cansarme de las situaciones. Valorar "me compensa o no me compensa". No me compensa. Dejarles ante su estupefacción porque creían que todo iba bien.
El problema es que la dinámica era constante porque poco después de dejar a uno, conocía al siguiente, y volvía a adaptarme a todo lo nuevo. Resultado: no sé quién soy. 
Conclusión: Tengo que reconstruirme, y la próxima vez que inicie una relación, tengo que saber poner límites y el otro respetarlos, pero además, tiene que haber superado sus relaciones pasadas, no puede imponer su modo de vida, debe respetar mi espacio, y aportar a la relación en la misma medida que yo aporto. Todos tenemos mochilas, pero cada uno tiene que llevar la suya.
Así que he iniciado una nueva relación, pero conmigo misma. Tengo que adaptarme a mí, escucharme y hacer lo que me apetezca, sin tener que dar explicaciones a nadie, salvo a mí misma. No es mal plan. Y lo mejor...es mi plan.


domingo, 6 de abril de 2025

Drama en el acuario marino


Mi pequeño pedazo de mar doméstico está enfermo. 

No sé cómo empezó todo, aunque tengo sospechas. La acuariofilia, en ocasiones, te depara desagradables sorpresas que no puedes explicar. Suelen estar involucradas una serie de circunstancias, que unidas, llevan a la catástrofe, como ha sido en este caso.

El origen pudo ser alguna bacteria o parásito que viniera en alguno de los nuevos corales que había introducido en el acuario. Pudo ser también el pez mandarín que había traído unas semanas antes, o es posible que comenzara por una reacción al agregar el calcio o magnesio al agua, ya que uno de los peces pijama se acercó al filtro mientras aditaba, creyendo que iba a echar comida, y puede que se le irritaran los ojos por eso, porque empezó por ahí, con una capa blanquecina en los ojos del pez pijama. Después, la capa blanquecina apareció en otro de los ojos de otro pez pijama, y lo que parecía ser hongos, en la boca del tercer pez pijama. 

A su vez, aparecieron unos puntos blancos en la piel de vulpinus, y el pez mandarín comenzó a comportarse de forma extraña, escondiéndose y dejando de comer. Los peces payaso y el gobio parecían estar perfectos.

En cuatro años de acuario marino, nunca había habido tantos peces enfermos a la vez. Había tenido alguna baja aislada hacía tiempo, pero sin dar muestras de patología previa.

Busqué información en internet, pero el diagnóstico no estaba claro, ni tampoco el tratamiento. Parecía una mezcla de enfermedades y cada uno tenía diferentes remedios. Los que apostaban por remedios naturales, -ajo, jengibre, cambios a acuarios hospital sin salinidad-; los que apostaban por medicación para acuarios, y los que apostaban por antibióticos. Todos o la mayoría enfrentados. Probé con el ajo, mezclado con comida, pero aunque lo comían, no mejoraban. El pez mandarín desapareció sin dejar rastro.

Acudí a mi tienda de acuario marino de referencia, donde compré una medicación de amplio espectro. Cuando la adité al acuario, era demasiado tarde. Los peces pijama estaban bastante afectados. Uno de ellos estaba escondido en la parte de atrás del acuario. Los otros dos estaban cerca de él, y todo el tiempo juntos. Si se movía, los otros le acompañaban en todo momento, guiándole. 

Una mañana, parecía que estaba mejor, y estuvo nadando por la parte de delante del acuario, hasta que se desplomó sobre la arena. Los otros dos, seguían empeorando, guiándose mutuamente, hasta que uno de ellos, apareció muerto detrás de las rocas. 

El resto de peces se escondieron cuando vieron cómo lo sacábamos con la red. El otro pez pijama desapareció. Le estuve buscando hasta que le encontré, oculto debajo de una roca. Nunca se había escondido así. Sus ojos transmitían terror, y evitaba mirarme, cuando hasta el momento, siempre que me veía cerca del acuario, se acercaba a mí y me miraba directamente a los ojos. Estaba claro que temía que le sacara del acuario igual que a sus amigos.

Vulpinus continuaba empeorando, y nadaba frente a la bomba de olas, contra corriente, imagino que para aliviar el picor que le producían los parásitos del ich, que creo era lo que él sufría. Ya no se acercaba para comer. Al día siguiente apareció inmóvil tumbado contra una piedra. El pez pijama había salido de su escondite. Estaba tumbado sobre la arena. Sus branquias se movían a duras penas, pero sabía que debía dejarle morir tranquilo. No podía hacer nada más que esperar.

Los peces payaso, que hasta el momento, no presentaban síntomas, comenzaron a actuar de manera extraña. Ya no dormían en la parte de atrás del acuario, sino en la parte de delante. La hembra apareció tumbada en la arena, intentaba levantarse, pero no podía. Junto a ella, estaba el macho, que nadaba sin problema y seguía comiendo. El pez pijama dejó de respirar. Horas más tarde, el pez payaso hembra, estaba cubierta por una capa blanquecina y no mostraba signos de vida.

En el acuario, además de los corales y la anémona, quedaban sólo el pez payaso macho, el gobio, y el camarón pistola. Cuando parecía que no habría ninguna baja más, el pez payaso comenzó a tumbarse en la arena y comenzaron a aparecer manchas blancas en su cuerpo. Estaba contagiado. Llegó un momento en el que estaba tumbado junto a la entrada de la cueva del gobio y el camarón. Yo observaba con detenimiento porque parecía que había cambiado su posición, con la parte posterior del cuerpo casi dentro de la cueva, y entonces...de repente, desapareció en el interior, de manera abrupta, sin moverse, algo había tirado de él desde el interior. Por supuesto, había sido el camarón pistola.

Pensé que iba a comérselo. Quizás, también había hecho desaparecer al pez mandarín. Pero como en las historias con un giro inesperado al final, cuando crees que ya sabes lo que ha ocurrido sin género de dudas, al día siguiente, el pez payaso apareció en medio del acuario, tumbado en la arena, completamente blanco, pero intacto, y entendí lo que había ocurrido. El camarón le había escondido de mí. Le había cobijado en su cueva, y él y el gobio le habían acompañado hasta su muerte. Una vez fallecido, le habían sacado al exterior.

Esos días fueron muy duros. Lloré mucho por estos compañeros de piso, que se acercaban a saludarme y a pedir comida cada vez que pasaba junto al acuario, pero también, aprendí mucho de ellos, cómo se cuidaban, cómo protegían al más débil, cómo le guiaban e incluso, como le escondieron.

El gobio y el camarón pistola han sobreviviendo a lo que hubiese en el acuario. Han transcurrido casi tres meses desde la última muerte, y por el momento, voy a esperar unas semanas más para dar tiempo a que el parásito o bacteria muera. Creo que el gobio no se contagió porque él interactúa únicamente con el camarón, aunque parece extraño porque estuvo acompañando al pez payaso hasta el final.

A veces, me siento tildada como loca cuando explico las cosas que hacen o han hecho los animales con los que he convivido, pero cuánto más les observo y analizo, me doy cuenta de que son más inteligentes y sienten más de lo que pensamos.

jueves, 27 de marzo de 2025

Doble vida

Muchas personas, entre las que me incluyo, tenemos una doble vida. Somos más de las que piensas, y estamos en todas partes. Somos tus vecinos, compañeros de clase o de trabajo, nos sentamos junto a ti en el metro, en el autobús...y aunque parezca que estamos allí, no lo estamos. Si nos ves usar el móvil, seguramente estaremos dentro de nuestra otra vida.

Es una vida virtual, etérea, que sólo revive cada vez que entramos en contacto con nuestros compañeros de viaje virtuales, pero que en ocasiones, inunda nuestra otra vida, la vida real, la condiciona...y a veces, los personajes virtuales saltan al mundo real, pudiendo conocerles en la realidad tangible. De hecho, mi última pareja, con la que he compartido dos años y medio de mi vida, en el mundo real, la conocí en ese mundo virtual.

¿De qué estoy hablando?. Podría hablar de muchas plataformas virtuales. Todas, más o menos, pueden tener estos componentes. Conozco muchas de ellas, pero en la que llevo sumergida más de tres años, es un juego. Lord of the rings: RisetoWar.

Llegué allí por casualidad. Salió como sugerencia de aplicación en mi móvil, y entré por curiosidad, mientras me sentaba por las noches a ver alguna película antes de dormirme. Empecé con la primera sesión del juego, en octubre de 2021. Los gráficos eran muy simples y estuve aprendiendo la dinámica del juego, que me iba pareciendo cada vez más compleja. Había un chat en el que podías hablar con otros jugadores, que nunca usé, creyendo que serían todos niños o adolescentes. Al final de la temporada, quedé como líder de una comunidad, sin saber muy bien cómo había llegado allí, y alguien me escribió para unirme a su comunidad la siguiente sesión, pero no respondí. Las sesiones duraban como ahora, unos dos o tres meses.

En la segunda sesión, empezaron a escribirme otros jugadores para organizar ataques conjuntos. Al principio, no hablaba mucho, lo mínimo para fijar un día y una hora de ataque. "A las 20.00 no, que tengo que hacer la cena a los niños", escribían algunos de ellos, y me dí cuenta que al contrario de lo que había pensado en un inicio, la mayoría de los jugadores eran más o menos de mi edad. El chat del juego traduce al idioma que seleccionas todas las conversaciones, por lo que aunque hablasen en otros idiomas, podíamos entendernos perfectamente. También contamos con un tiempo horario homogéneo, el UTC, que con la península española varía una o dos horas, en función de la época del año, pero difiere bastante en otras partes del globo, por lo que la hora en la que prefiero atacar un bastión, que suele ser las 21.00 o 22.00, puede suponer que sea la madrugada o mañana de otros jugadores, por tanto, siempre hay que pensar estrategias, mediar, negociar...y poco a poco, se va creando un entramado, una realidad paralela, en la que creamos unos personajes, -la mayoría de los jugadores tenemos más de uno-, en la que podemos comportarnos como en la vida real, o ser completamente distintos. Puede ser nuestro alter ego, o despreciable, traicionero, generoso, amoroso, amistoso...puede ser lo que nosotros queramos.

Después de estos tres años de andadura, algunos ya tenemos muchas historias que compartir y que contar. La dinámica del juego obliga a interactuar. Tenemos que crear comunidades de hasta 100 jugadores, que a su vez crean alianzas con otras comunidades, creando una facción, que se enfrenta a otras facciones, y se crean alianzas entre facciones, unas contra otras, y nos ayudamos, y nos traicionamos, y nos amamos y nos odiamos, como la vida misma. Y a veces pienso que quizás esto sea más real que la vida que creemos real, y que es difícil establecer la línea, porque los dos mundos interactúan constantemente. 

Como decía, conocí a mi última pareja en este juego, nos conocimos en persona, y decidimos iniciar una relación de pareja en la vida real. También he conocido a otros jugadores en persona, que aunque vivan lejos, cuando han viajado, hemos buscado la manera de encontrarnos. 

Por lo general, en medio de las conversaciones para organizar las estrategias, acabamos compartiendo temas personales, si tenemos hijos, pareja, si trabajamos o estudiamos, y dónde vivimos. A veces, incluso, hablamos de la diferencia entre los distintos países, vacaciones, sistemas sanitarios, recursos sociales... 

Nos apoyamos en los momentos difíciles, -pérdidas, problemas de salud...- somos como una gran familia, y cuando acaba una sesión y tenemos qué decidir entre los distintos formatos que el juego nos ofrece, la frase más escrita suele ser algo así "Da igual dónde vayamos, pero voy contigo", y las barreras del idioma, de la religión, de la edad, de las clase sociales, dejan de existir, porque en este mundo sólo somos esos personajes en los que hemos volcado nuestro "yo" más primario.

No puedo evitar dejar de analizar las personalidades de los personajes, las alianzas, las traiciones...es tan fácil detectar a las personas tóxicas, los abusadores...y también a las personas frágiles, dañadas, que necesitan huir de su realidad.

Es muy fácil para mí conocer el siguiente paso del enemigo y buscar una estrategia para combatirle de forma más efectiva.  Nunca dejo de sorprenderme cuando algunos jugadores dicen que no han dormido la noche anterior para poder atacar al enemigo, y pienso en las repercusiones que puede tener para alguien no dormir en la vida real.

Personalmente, estos últimos meses, que mi cuerpo no respondía, he seguido caminando, luchando y hasta volando con águilas en este mundo virtual. He tenido más tiempo libre para organizar estrategias y dar soporte a mis compañeros, y me he sentido más útil de lo que era en la vida real, porque mis limitaciones físicas no interferían en el mundo virtual, y hemos conseguido épicas victorias, cuando nadie creía que fuéramos capaces de lograrlo, y he conocido a jugadores muy fuertes, -ballenas o kraken, los llamamos-, humildes, que han dedicado su tiempo a ayudar a los más débiles, protegerles y enseñarles a optimizar a sus comandantes y equipaciones para ser más fuertes. En estas situaciones, a pesar de la barrera de las pantallas, puedes sentir su generosidad y sabes que ésa es su forma de ser en el mundo real.

Es, sin duda, un fiel reflejo de la vida real, donde puedes ejecutar el ensayo - error sin consecuencias en la realidad, salvo para aquellas personas en las que ese mundo es más real que su vida fuera de lo virtual, y cuando llego a este punto de la reflexión, siempre me pregunto quién decide cuál es la realidad si lo que estoy viviendo en la pantalla para mí es la realidad, donde mis limitaciones físicas no influyen, donde nadie me juzga por mi físico, ni por mi religión, ni por mi clase social...allí sólo soy un personaje donde he volcado mi esencia o la parte de mi personalidad que he elegido mostrar, que me ayuda a escapar de mi realidad o la complementa haciéndome sentir lo que no puedo sentir en la realidad.

Sin duda, estamos ante un fenómeno al que creo que por el momento no se está dando importancia, pero que se tendrá que estudiar en algún momento, entre otras cosas, porque nuestras hijas e hijos ya están creciendo con la posibilidad de entrar en estos mundos. Los adultos nos los hemos encontrado cuando nuestra experiencia de vida ya estaba avanzada, pero qué repercusión puede tener en las vidas de quienes están aprendiendo a vivir, está por descubrir.

miércoles, 8 de enero de 2025

Cuando no escuchamos a nuestro cuerpo

El cuerpo nos para cuando nosotros no paramos. Hace más de un mes, que mi vida se limita a arrastrarme hasta la cocina, el salón o la cama; acudir a centros hospitalarios en taxi, y comprar todo por internet.

Hace más de un mes que mi cuerpo se reveló contra mí, después de haber estado avisando durante semanas que algo ocurría con mi espalda. Hice caso omiso a los dolores, incluso cuando no podía doblarme para abrocharme las botas. Seguí con el ritmo trepidante del día a día, incrementado con la multitud de tareas a realizar antes de irme de viaje. Además, algo me decía que debía hacer todas las gestiones de los niños en esa semana porque la siguiente sería imposible hacer nada, y tenía que dejar comida cocinada y congelada en el congelador. Hice caso a mi instinto y así lo dejé hecho, afortunadamente.

El 5 de diciembre, por la mañana, mientras estaba reunida con parte de mi equipo de trabajo, me tomé unas pastillas para calmar los gases, creyendo que tenían que ver con las molestias de la espalda. Me sentía mareada, pero continué con el ritmo programado. Incluso, aquella tarde, cuando ya en el aeropuerto, tuve que sentarme para abrocharme las botas tras el control de seguridad. 

El viaje a Zurich discurrió con normalidad, viendo en la tablet las películas que me había descargado, aislada del resto de viajeros, que ese día estaban especialmente parlanchines, pero cuando bajé del avión, sentí un dolor muy fuerte y punzante en la pierna izquierda y ese lado de la espalda. Me tomé un ibuprofeno e intenté ignorarlo, hasta que a las cinco de la madrugada, sin poder conciliar el sueño por el dolor, nos fuimos a urgencias.

Allí me diagnosticaron ciática y me recetaron antiinflamatorios y analgésicos, pero el dolor seguía siendo terrible y ya no podía apoyar la pierna en el suelo. No respondía. Cedía.

Tuve que pedir asistencia en silla de ruedas en los aeropuertos para volver a Madrid, -una experiencia que merece una entrada en el blog por sí sola-. 

Más de un mes después, puedo andar casi recta, aunque mi pierna sigue sin responder, bloqueándose constantemente. No puedo conducir, no puedo permanecer de pie quieta durante más de unos segundos. En la Seguridad social se limitan a cambiar la medicación contra el dolor y alargar la baja. La mutua de la empresa me ha realizado radiografías y una resonancia, teniendo ya un diagnóstico claro que implica posiblemente una operación que yo no quiero.

La cuestión es que la normalidad de mi rutina se ha detenido, congelada a partir del 5 de diciembre de 2024. Estoy intentando aprender a vivir con el dolor hasta que encuentre una solución que, por el momento, no llega.


Mamás y Papás: Una realidad que no debemos olvidar...

Una joya en el corazón de Madrid