viernes, 15 de agosto de 2025

FELIZMENTE SOLA

Me gusta estar sola. No siempre puedo estarlo porque los niños están casi todo el tiempo conmigo durante el curso escolar, aunque cada vez son más independientes, y a pesar de que estemos los tres juntos en casa, cada uno busca su espacio de soledad.

Estos días, que los niños están con su padre, para mí son festivos aunque trabaje. No tengo que pensar en comidas y cenas elaboradas, ni poner lavadoras cada día, ni estar pendiente de qué necesitan, ni mediar en sus conflictos cotidianos.

Estoy felizmente sola. Los días que trabajo, me levanto con calma. Ducha, vestirme, café, maquillaje, perfume de mi amigo Roberto...y cierro la puerta con llave al salir, porque nadie se queda dentro, salvo los peces de los acuarios.

Al llegar a casa, me quito las sandalias, cierro ventanas, enciendo el aire acondicionado, echo comida en los acuarios, me preparo algo rápido para comer, recojo y me siento a gestionar temas pendientes, -estos días la compra de un coche nuevo y la instalación de un punto de carga en el garaje-.

Quito algas en el acuario de agua dulce y doy de comer a la anémona. Ella ya conoce mi tacto y sus tentáculos sujetan el pellet de camarón cuando se lo coloco con cuidado sobre su boca. Los peces payasos se retiran un momento, pero vienen a jugar con mis dedos antes de que saque la mano del acuario.

Me siento en el sofá, elevo una parte de la mesa de centro y apoyo mi tablet para escribir cómodamente. Las horas vuelan mientras las puntas de mis dedos golpean suavemente las teclas virtuales. La historia avanza lentamente, mientras el sonido rítmico y constante del agua cayendo en cascada en los acuarios me acompaña. 

A veces, contesto un mensaje o alguna llamada, entre ellas, por supuesto nunca puede faltar la llamada diaria a mi padre, sobre las ocho, para confirmar que sigue con su queja habitual.

La mayoría de los días, me sorprendo de lo tarde que se ha hecho tan deprisa. Ceno algo ligero y me acuesto. Otras veces, me doy un baño con espuma y gel de vainilla. Hundo la cabeza en el agua y escucho...Los sonidos se oyen amplificados. Escucho a los vecinos y otros ruidos que habían pasado desapercibidos fuera del agua. Me siento como en una burbuja, rodeada de paz y tranquilidad. En un mundo a parte y propio, que nunca nada ni nadie me podrá quitar.

Los festivos, como hoy, me despierto con calma. Leo o escribo en la cama, antes de poner los pies en el suelo. Me incorporo despacio. Desayuno, ducha, vestirme...hoy tengo comida con una de mis mejores amigas en Lavapiés. 

Otras veces, preparo la comida para unos cuantos días. "Ok Google. Cuéntame las ultimas noticias". Y Google me pone al día. "Ok Google. Pon música de Evanescence". Y Google selecciona una primera canción de Evanescence y el resto de otros grupos de rock alternativos. Cuando me apetece bailar mientras cocino, le pido música de Shakira, para mover las caderas mientras remuevo la comida en la sartén. 

Riego las plantas con el agua del acuario de río. Mi casa parece un vergel. La monstera amenaza con salir por la ventana y la buganvilla, aunque sin flores, por estar en el interior, trepa por el techo. Los potos, en su crecimiento desbocado, extienden sus ramas en los lugares más insospechados. El tronco del Brasil de mi habitación, luce lustroso con sus hojas enormes verde intenso, extendiéndose casi hasta el techo. El bonsái ha brotado de nuevo, tras la sequía que sufrió en mis vacaciones.

Éste es mi refugio. Plantas, peces, agua, música, creatividad...paz...en este caluroso mes de agosto que puedo disfrutar de estar sola.

Y es en esta tranquilidad, en esta paz, cuando me doy cuenta de lo que valoro estar sola, sin que nadie me diga lo que tengo que hacer, sin sentir la obligación de agradar a los demás, sin comer si no me apetece comer, sin dar explicaciones, sin hablar si quiero estar en silencio, sin comunicarme con el exterior...Una lista inacabable de "sin" que me deja ser yo. Genuina y libre. Sin ataduras, sin compromisos, y regalándome lo que quiero sin juzgarme.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Tu paz interior hace que los demás te veamos como una heroína.

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