sábado, 15 de noviembre de 2025

ENCAJAR

Esta mañana, he llevado a mi hijo adolescente a jugar un partido de fútbol. Hace un par de semanas que ingresó en este club de fútbol. Hay que desplazarse a otra ciudad cercana, por lo que le llevo en coche. 

Hoy ha llovido, por lo que he estado viéndole jugar de manera intermitente, teniendo que resguardarme de la lluvia en determinados momentos.

Mientras le veía jugar, bastante bien, por cierto, escuchaba las conversaciones de los demás padres y madres que se agolpaban alrededor de las pistas.

Era la única con vaqueros ajustados, botas y un abrigo hasta la cintura. Era la única que estaba sola. Era la única que estaba callada. Las conversaciones de los demás se entremezclaban. Todas insulsas y vacías. A veces, preguntándose entre ellos cosas obvias. Como la gran mayoría de las veces, cuando he coincidido en este tipo de actividades de mis hijos, me he sentido fuera de lugar.

Es en esas situaciones cuando me doy cuenta de que mi forma de ser, de ver la vida, no encaja con la mayoría. Cuando estoy en un entorno en el que no encajo, me gustaría "desaparecer", sentirme invisible, como escribí en otra entrada del blog, pero no es fácil. Siempre te encuentras con miradas curiosas a las que esquivar.

Afortunadamente, me rodeo de un grupo muy reducido de amigas y amigos con los que no me siento diferente, aunque a veces, alguna amiga me diga que su vida es muy aburrida comparada con la mía. Con ellas y con ellos puedo hablar de temas que serían tabúes para otras personas, pero es que llega un momento en el que es preferible el silencio a lo ordinario.

Con algún amigo, las conversaciones ya alcanzan un nivel épico, pero eso lo dejo para otra entrada.

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