- It's very crazy, -digo.
- I know it, -contesta él.
Los dos sabemos que hacemos locuras, pero no podemos evitarlo.
Mi mente analítica está cargada hoy de mucha más información. Recalcula la ruta, corrige los algoritmos, modifica las ideas dadas por sentadas, analiza gestos, comentarios...La situación es más compleja de lo que pensaba. Mientras duermo, el ego en modo supervivencia proyecta en enormes letras mayúsculas fosforitas una palabra "HUYE".
Probablemente, sería lo que hubiese hecho en otro momento. En otro momento, no habría llegado hasta aquí. Pero ahora es distinto.
Cuando has aprendido a llenar tus vacíos por ti mismo, cuando no necesitas la validación de otros para saber cuánto vales, te sientes libre para elegir cada día si quieres compartir parte de tu vida con otras personas, sin miedo al rechazo, porque si te rechazan no es por algo que tiene que ver contigo, es algo que tiene que ver con la persona que te rechaza. Ocurre lo mismo cuando te eligen. Te eligen porque la otra persona quiere elegirte. Es un deseo que surge de ella.
Una vez has entendido esto, te permites ser tú. No tienes que utilizar máscaras para poder ser elegido. Te sientes libre. Dejas que tu esencia emane sin filtros. En mi caso, además, parte de esa esencia fue acallada. No era adecuada. Molestaba. No fui libre. Tuve que adaptarme. Esconderme tras la máscara que el otro quería, hasta que la máscara ya no se sostenía y las relaciones caían, una tras otra, sintiéndome culpable por ser quien tomaba la decisión de irme, cuando esa decisión había sido tomada mucho tiempo antes, cuando decidí elegir la máscara en lugar de a mí.
¿Qué ocurre cuando encuentras a otra persona que se siente libre también?. Una persona que te muestra su esencia, sin máscaras, a pesar de que pueda haber muchas cosas que te alejarían. Lo complejo es cuando las esencias de los dos comparten características que salen de la norma en una sociedad cargada de reglas estáticas y verdades absolutas, y las contradicciones emergen. Los dos pedimos lo mismo, pero somos incapaces de darle al otro lo que nosotros pedimos que nos dé. La única opción es atravesar nuestros miedos y, quizás, durante un tiempo, encontrar una paz sin culpa, si logramos cambiar el paradigma. Si logramos sentirnos libres, a pesar del vínculo.
Mientras, quizás sin ser demasiado conscientes, iniciamos el camino. Sin querer pensar demasiado, pero pensando. Dejándonos llevar, pero sujetándonos. Siendo conscientes de que es una locura, pero haciéndolo de todos modos.


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