Sigo escribiendo entradas "ocultas" en fechas antiguas, no por esconderlas, sino porque forman parte del pasado. Se quedaron pendientes de ser dichas, de ser plasmadas, de darles vida para poder ser procesadas.
En estos días, alejada de las obligaciones laborales, y a pesar de una vida familiar intensa, tengo más tiempo para la reflexión. También ayuda la charla con amigas, que atraviesan situaciones en las que he estado en multitud de ocasiones.
Ahora, que he avanzado a nivel personal, que observo mis pensamientos y entiendo su origen, también puedo verlo en los demás. Ahora soy capaz de ver las cosas de una manera muy clara y con profundidad. Es como cuando dejas de mirar un cuadro que te gusta, y comienzas a observarlo, analizando el punto de fuga, la textura, la composición, la luminosidad... No te quedas sólo pensando que ese cuadro te gusta. Lo analizas y entiendes por qué te gusta.
De esta manera, cuando alguien me da un consejo, me explica su forma de ver las cosas, se molesta conmigo, o aprueba algo de lo que digo, sé de dónde viene ese comentario. Sé que está hablando desde su herida, su ego, o su consciencia, y puedo discernir qué parte de su discurso realmente es constructiva y qué no, y sin lugar a dudas, me quedo sólo con la parte constructiva, con la que me aporta, con la que viene desde la abundancia, y deshecho la que viene desde la carencia.
Lo mejor de todo, es que he perdido el miedo a decir lo que pienso, lo que siento y a poner límites, a decir qué temas podemos hablar y qué no, porque una vez que ves clara la intención de los demás, sabes qué camino quieres o no transitar junto a esa persona.
También he constatado una vez más que cuando intentas forzar "soltar" sin estar listo, lo único que haces es activar en la otra persona el ego, provocando una reacción que va en contra de tu objetivo de alejarte, y que comienza una lucha interior que lejos de darte paz, provoca un desgaste emocional agotador que te hace dudar de lo que quieres o creías que querías.
Solemos querer atravesar el dolor lo antes posible, sin ser conscientes de que todo proceso lleva su tiempo, y que en lugar de querer forzar "soltar", la vida será quien haga que sueltes cuando llegue el momento.
También he aprendido a escuchar sin juzgar, aunque lo que digan me hiera. A entender los distintos puntos de vista, los ritmos, los tiempos, los deseos, los miedos... He aprendido a controlar el impulso de querer cambiar las actitudes de los demás, aunque crea que es un error lo que están haciendo. Todos tenemos el derecho a equivocarnos, a perder oportunidades, a crecer errando, o no... porque es posible que esté dando por hecho que la otra persona está tomando una decisión equivocada, y sea yo quien lo esté, porque no hay una verdad absoluta, y lo importante es que cada uno siga su camino, siendo consecuente con los resultados de sus decisiones.
Para llegar aquí, me ha ayudado alguien que habla sin filtros y no duda en seguir con su cuaderno de ruta, "hasta los 55 años o quizás, menos", y que como él dice, siempre estaremos en contacto "pase lo que pase". Gracias, Gabriel.


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