-SPOILER-
He visto la nueva película que revisita el personaje de Drácula. En esta ocasión, aunque se supone que está basada en la novela de Bram Stoker, se centra más en la historia de amor entre Drácula y Mina. Para mi gusto, la mejor adaptación del libro sigue siendo la versión del año 1992, de Francis Ford Coppola. Tanto por su guión, como por la fotografía y, por supuesto, los actores.
Es cierto que el personaje de Drácula, la historia en sí, da para muchas lecturas. Podemos centrarnos sólo en el terror, abarcar hasta intentar entender al personaje, enfocarlo en la lucha entre el bien o el mal, o como es este caso, el amor que Vlad/Drácula siente por Elisabeta/Mina.
Este amor fue inmortalizado en la versión de Coppola con la famosa frase de Drácula a Mina '"He cruzado océanos de tiempo para encontrarte". En este caso, parece que el encuentro fue más casual. En la última versión, Drácula realiza una búsqueda exhaustiva, siendo el motor principal de la película, y de la vida del mítico vampiro.
En un momento dado, tras siglos de búsqueda, la encuentra y llega el momento de intentar que ella sea consciente de que se habían conocido antes. Es una ardua tarea imaginar que alguien vaya a creer que siglos antes había vivido una historia de amor tan intensa, que provocó que al morir ella, su amado cometiera tales atrocidades que Dios le castigara sin morir y debiendo beber sangre para sobrevivir.
En ambas películas, la amada, reencarnada en Mina, era capaz de reconocer de alguna manera que aquel desconocido había sido su amor siglos antes. Por algún motivo, él no le resultaba totalmente extraño, y sólo diciendo algunas frases o a través de alguna melodía, como en el caso de la última versión, ella era capaz de recordar lo que su alma había dejado guardado, por supervivencia, para poder tener una vida, alejada de aquel amor, porque ser consciente le sumergería en una vida intensa, tormentosa y eterna, en la que tendría que matar para sobrevivir.
A pesar de estas circunstancias, cuando Mina es consciente de su pasado, decide embarcarse en esa penitencia eterna para recuperar la historia de su amor. Es decir, se sacrifica ciegamente.
En cuanto a Drácula, ocurren varias cosas curiosas. La primera que me llama la atención es que él ha ido mordiendo a diestro y siniestro, convirtiendo en vampiros a hombres y mujeres, y sin embargo, cuando llega el momento de convertir a Mina...duda.
No puedo evitar recordar una conversación que tuve, no hace mucho, con una persona que me explicaba la diferencia en el trato que daba a las personas que le importaban con las que no. Y es curioso porque si te quedas en la superficie, parecería que, en un primer momento, las personas que menos le importaban era a las que prestaba más atención en un determinado aspecto. Es decir, a las que Drácula mordía. Sin embargo, cuando alguien le importaba, evitaba determinados comportamientos para no herirla, aunque pareciese que habría falta de interés. Es decir, cuando Drácula decide no terminar de convertir a Mina en un vampiro.
Y ya, para rizar el rizo, en la última versión, -aunque en la del año 1992 es el mismo final, pero no de una manera tan evidente-, Drácula decide dejarse matar, para liberarse del sufrimiento y, a la vez, "salvar" a Mina. Es decir, el vampiro decide "soltar" para sanarse y, a la vez, evitar el sufrimiento del ser amado.
Aquí, de nuevo, vuelvo a mis vivencias, a mis recuerdos...cuando yo misma he decidido "soltar" relaciones en las que uno de los dos, o ambos, estábamos sufriendo. No me arrepiento porque eran situaciones muy claras. Sin embargo, volviendo al clásico, pienso qué habría ocurrido si Drácula hubiese sobrevivido al ataque de Van Helsing y Mina se hubiese convertido finalmente en vampiresa. Quizás, hubiesen "vivido" felices toda una eternidad. Nunca lo sabremos, a no ser que haya una nueva revisión del clásico. ¿Alguien se anima?.


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