Emprendo el camino de regreso a Madrid. Una vez más, mi BYD (Build Your Dreams - Construye tus sueños) me transporta. El viaje es liviano, como estar sentada en el sofá de casa, escuchando música. Ha alcanzado los 3.000 km y todavía no tiene un mes...
Vuelvo con la tranquilidad de haber cerrado ciclos, aunque he abierto otros, que continuaré desde Madrid. Lo que está claro es que mis viajes a Viveiro serán más frecuentes, y además no los haré sola. Mis hijos reclaman venir conmigo y recorrer la muralla de Lugo junto a mí. No hay escapatoria.
El cielo está despejado cuando abandono Viveiro. Siempre es mucho peor volver cuando el día es soleado. Te persigue el pensamiento de que quizás podrías haber apurado más el tiempo. Prefiero no pensar en eso. El coche arranca silencioso en el semáforo que lleva a la rotonda por la que abandono la ciudad, dejando a mi espalda la ría y el mar que tanto añoraré. De vuelta a la normalidad.
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