jueves, 30 de octubre de 2025

ELECCIONES

Noche cerrada. La lluvia ha cesado. Nos despedimos. De pie, en la calle. Uno frente al otro. Muy juntos. Casi abrazados. Le sujeto de la cintura. Se huele los dedos de una mano. Luego, la otra. 

- Tenía que haberme lavado las manos, - susurra.

Él es así. Espontáneo. Sin filtros.

En algún momento, he escrito en este blog sobre esos libros que leía cuando era niña, en los que el lector podía escoger entre distintas opciones para continuar con la historia. Esos libros me entusiasmaban porque ayudaban a ser consciente del peso de nuestras decisiones, por pequeñas que nos parezcan.

A veces, después de haber finalizado el libro, volvía a leerlo eligiendo otros caminos. Experimentaba sobre la toma de decisiones en un entorno controlado.

Hace unas semanas, tengo la misma sensación que cuando leía esos libros. La impresión de encontrarme en un momento de inflexión, en el que estoy a punto de tomar decisiones drásticas constantemente.

Me he sentido así otras veces. Múltiples opciones se abren para mí. Varias opuestas, otras ambiguas. Todas inciertas. Mi imaginación salta a cada una de ellas, trayéndome imágenes de lo que sucedería en cada una de las elecciones, y sintiendo por unos segundos lo que sentiría en esa variante irreal del destino.

Ni siquiera seguir mi intuición garantiza el éxito, y aquí la elección no tiene opciones de retroceder en el tiempo y cambiar la elección. Me encuentro en un entorno que no contempla el periodo de prueba.

Hay otra opción. La no elección. Dejar que la vida me lleve. Sin embargo, no sé si tendré la suficiente paciencia como para elegir la inacción. Quizás sea algo que tenga que aprender a hacer. Quizás esa sea mi tarea pendiente ahora, a pesar de que esa opción nunca se encontraba en esos libros.

lunes, 27 de octubre de 2025

VENTANAS DEL ALMA

 - ¿Qué ocurre?.

- Nada. Sólo te estoy mirando, -contesta mientras da un bocado a su hamburguesa.

Unos minutos más tarde, mientras nos despedimos, me mira fijamente de nuevo. En silencio.

- ¿Qué estoy pensando?, - le pregunto, al ver que me está mirando fijamente a los ojos.

- Que no estoy entendiendo nada.

Me río. Tiene toda la razón. 

Unos días más tarde, me pide "Mírame a los ojos".

Los ojos son la ventana del alma. Mirando a los ojos, puedes interpretar lo que la otra persona piensa, siente...Miras fijamente, sin prejuicios, con la mente abierta y, sin darte cuenta, eres consciente de lo que le ronda en la cabeza.

Sin embargo, algunas personas, cuando se dan cuenta de que les miras a los ojos, bajan la cabeza, apartan la mirada. Dicen que son tímidos. No quieren que sepas demasiado sobre ellos. Se sienten intimidados. Y eso me recuerda a una persona de la que me dijeron que nunca mira a los ojos. "Pues a mí sí me mira", dije yo. "Algo querrá", contestó mi interlocutora. Y recordé aquella mañana fría, en medio de una plaza, todavía en pandemia. Sólo se nos veían los ojos. El resto de la cara permanecía cubierta por la mascarilla. Estábamos quietos, a unos centímetros el uno del otro, hablando en susurros para que nadie pudiese escucharnos. Nos mirábamos fijamente. Sus ojos azules se clavaban en los míos, como queriendo transmitir todo lo que necesitaba decir sólo con la mirada. Recuerdo que yo me movía en círculos, alrededor de él. Era como una escena de película, como todo lo que ocurría aquellos meses, en los que nunca supe qué era el confinamiento. La atmósfera era irreal.

Pensaba en todo esto, mientras me daba un baño relajante. Flotando sobre el agua. Los ojos cerrados. Sin nadie a quien devolver la mirada. Sola. Completamente sola en la casa, en uno de esos, muy pocos, días al mes en los que me puedo regalar la soledad. Sin escuchar otras voces. Sin mirar otros ojos. Sólo los míos a través del espejo.

lunes, 20 de octubre de 2025

SUEÑO

 -¿Por qué ya no escribes en tu blog?.

- Por ti. Porque lees mi blog para saber qué es lo que pienso o lo que hago, en lugar de preguntarme, y a veces, puedo escribir cosas que no son reales, y tú crees que lo son.

Esta noche tuve un sueño. Era como si estuviese dentro de una de las películas de David Lynch, manteniendo conversaciones absurdas con los camareros de un pub, sentada en un taburete alto, porque mi acompañante se había esfumado, tragado por una realidad paralela en la que dejábamos de ser humanos, para convertirnos en otra cosa. A unos pasos de aquella barra, se encontraba un baño, con espejos grandes, que devolvía nuestra imagen. La imagen de los dos, aquella noche que casi no es, por una siesta que se alargó demasiado.

Los dos sentados en aquella esquina, junto a los ejemplares antiguos de National Geographic, hablando de cosas que no se pueden nombrar con la mayoría de las personas, mientras no podíamos dejar de mover las manos. Comiendo frutos secos y conguitos. Bebiendo una cerveza y un gin tonic. Después, imágenes inconexas...

Salí del baño, creyendo que él ya habría salido del pub, pero no le veía fuera. Sentí su mirada en mi espalda. Me giré y allí estaba, de pie, en la esquina en la que habíamos estado sentados, dispuesto a venir a buscarme.

Aquella tienda abierta a altas horas de la madrugada que vendía comida preparada insípida. Recorrí sola los pasillos en busca de algo comestible apetecible, y le escuché llamarme, aunque no le veía porque estaba al otro lado de las estanterías. 

Comiendo en la oscuridad, dentro del coche, mientras observábamos a ese chico que andaba extraño.

Esas imágenes se funden en mi sueño. Suenan de fondo esas notas de jazz, lentas y acompasadas de las escenas de Twin Peaks cuando el enano bailaba por aquella sala rodeada de cortinas de terciopelo rojo. Me veía en esa sala, sola, sentada en el taburete alto de terciopelo rojo, y de repente, en la calle. El cielo era gris, encapotado, aunque la lluvia ya había cesado, dejando la calle salpicada de charcos.

Caminaba rápido. Llegaba tarde al trabajo. Me disponía a cruzar una calle. Pisé un charco, creyendo que era poco profundo, pero me hundí completamente, al menos, tres metros bajo el agua. Mis pies tocaron el fondo. Me quedé sin aire, y me disponía a salir a la superficie, cuando sentí que una mano tiraba de mí hacia fuera del agua. No podía verle, pero sabía que era él. Cuando salí a la superficie, él apartaba los obstáculos del camino. Había vuelto a su forma humana. Desperté.

Dejé el sueño relegado en las tareas pendientes del día, hasta que en la tarde, mientras pensaba en otra cosa, comprendí su significado, y una pregunta resonó en mi memoria. "¿Por qué ya no escribes en tu blog?".

domingo, 12 de octubre de 2025

EVOLUCIÓN


Hace un par de semanas, traje a Vulpinus a casa. Vulpinus es un pez marino, con cara de zorro, muy apreciado porque come algas Me gusta mucho porque suele ser muy sociable con todos los demás peces y se acerca a los humanos cuando se siente seguro. Uno de estos peces fue víctima del parásito que acabó con casi toda la vida del acuario hace unos meses. He tardado en introducirlo porque quería estar segura de que no hubiese ningún otro parásito que acabase con los actuales habitantes. Por tanto, ahora mismo, viven en el acuario los dos peces payaso, el gobio vigilante y el camarón pistola, el tormentosus y el vulpinus.

Fue muy curioso porque tormentosus, que se encontraba sin compañero de acuario, se ha hecho amigo de vulpinus y, normalmente, les ves juntos entre las rocas y los corales. El acuario va evolucionando y sus habitantes establecen nuevos vínculos. Vulpinus se acerca casa vez más al cristal cuando me ve, y espero que en algún momento, como el otro vulpinus, venga a comer de mi mano.

Fuera del acuario, han sido días intensos. Un nuevo reto laboral, que parece que va funcionando, y que estoy segura será un éxito. Actividades varias con amigos y amigas. Descubrimiento de grupos musicales. Charlas profundas, bebiendo cervezas o cafés. Comida con amigas, sobremesa larga y paseo hasta El Retiro. Seguimiento por ubicación gps a una amiga con una misión nocturna importante, que requería supervisión. Expresar mi malestar a una persona que todavía no ha entendido lo mucho que nos parecemos. Planificación de un nuevo viaje en solitario...¿Se puede pedir más?.

Mamás y Papás: Una realidad que no debemos olvidar...

Una joya en el corazón de Madrid