Levanto la cabeza. Una bandada de cigüeñas cruza el cielo gris. Es un gran número. Vuelan bajo. Hay una rezagada. Algo no va bien. Las sigo con la mirada hasta perderlas, al otro lado del Parque Lineal del Manzanares. Esa mañana, necesitaba aire fresco, moverme, que mis pies tocasen la tierra, enraizarme, escucharme, volver al origen.
Levanto la cabeza. La apoyo en el respaldo de la silla. Un escalofrío recorre mi cuerpo. Siento un dolor inmenso, intenso, y una oscuridad...que lo envuelve todo. Pienso en ese niño de cuatro años, abusado y asesinado por el novio de su madre, con la pasividad de ella. Un niño que sólo conoció el maltrato y el dolor en su corta vida. Denuncias previas, indicadores de riesgo observados en el colegio, y un sistema de protección que ha fallado. Recuerdo aquellos casos que yo veía tan claros, desde el principio. Esos niños debían protegerse y alejarse de sus familias biológicas. Perseguía a la Comunidad de Madrid e insistía en que era necesario tomar una medida de protección urgente. El corazón encogido hasta que lo conseguía, pero lo hacía, y entonces, respiraba aliviada. Un niño más, protegido de las personas que tendrían que darle el amor, el cariño y los cuidados necesarios. Para Lucas, esa protección nunca llegó. Siento rabia, impotencia, frustración...
Levanto la cabeza. Mi nariz queda por encima de la superficie del agua. Ojos cerrados. Dejo que mi cuerpo flote en la bañera. Siento la paz de nuevo. El regreso a mí...Hasta que pienso en la noticia que ha enviado la asociación de vecinos. Un brote de gripe aviar, ha acabado con la vida de cientos de cigüeñas en el Parque Lineal del Manzanares, muy cerca del lugar en el que vi aquella bandada. Ese mismo día, estaban muriendo. Tenían que haber cerrado el parque, pero no lo hicieron. No es agradable porque tienes que dar explicaciones a la opinión pública. Lo sé. Tuve que hacerlo cuando hubo un brote de gripe aviar donde trabajo, pero había que proteger a las personas y animales que podrían contagiarse en contacto con los animales muertos. Se hizo, y no pasó nada. La opinión pública lo entendió como una medida de protección.
Y pienso en la falta de responsabilidad que, a veces, presentan las administraciones. La resistencia a tomar decisiones incómodas, aunque se ponga en peligro la salud pública, o la inacción del sistema de protección provoque que un niño sea asesinado.
A veces, siento vergüenza de formar parte de este sistema, donde hay personas responsables que pueden tomar decisiones rápidas y eficaces que salven vidas, pero que se niegan a hacerlo.
Levanto la cabeza para tomar aire, llenar los pulmones y exhalar despacio por la boca. Oxigenar mi cerebro y mi cuerpo para seguir adelante en este mundo del que cada vez entiendo menos y me siento más alejada, porque cuando conoces el mecanismo interno de las cosas, eres consciente de lo fácil que puede ser proteger a los demás, si hay voluntad.



