sábado, 13 de diciembre de 2025

LEVANTO LA CABEZA

Levanto la cabeza. Una bandada de cigüeñas cruza el cielo gris. Es un gran número. Vuelan bajo. Hay una rezagada. Algo no va bien. Las sigo con la mirada hasta perderlas, al otro lado del Parque Lineal del Manzanares. Esa mañana, necesitaba aire fresco, moverme, que mis pies tocasen la tierra, enraizarme, escucharme, volver al origen. 

Levanto la cabeza. La apoyo en el respaldo de la silla. Un escalofrío recorre mi cuerpo. Siento un dolor inmenso, intenso, y una oscuridad...que lo envuelve todo. Pienso en ese niño de cuatro años, abusado y asesinado por el novio de su madre, con la pasividad de ella. Un niño que sólo conoció el maltrato y el dolor en su corta vida. Denuncias previas, indicadores de riesgo observados en el colegio, y un sistema de protección que ha fallado. Recuerdo aquellos casos que yo veía tan claros, desde el principio. Esos niños debían protegerse y alejarse de sus familias biológicas. Perseguía a la Comunidad de Madrid e insistía en que era necesario tomar una medida de protección urgente. El corazón encogido hasta que lo conseguía, pero lo hacía, y entonces, respiraba aliviada. Un niño más, protegido de las personas que tendrían que darle el amor, el cariño y los cuidados necesarios. Para Lucas, esa protección nunca llegó. Siento rabia, impotencia, frustración...

Levanto la cabeza. Mi nariz queda por encima de la superficie del agua. Ojos cerrados. Dejo que mi cuerpo flote en la bañera. Siento la paz de nuevo. El regreso a mí...Hasta que  pienso en la noticia que ha enviado la asociación de vecinos. Un brote de gripe aviar, ha acabado con la vida de cientos de cigüeñas en el Parque Lineal del Manzanares, muy cerca del lugar en el que vi aquella bandada. Ese mismo día, estaban muriendo. Tenían que haber cerrado el parque, pero no lo hicieron. No es agradable porque tienes que dar explicaciones a la opinión pública. Lo sé. Tuve que hacerlo cuando hubo un brote de gripe aviar donde trabajo, pero había que proteger a las personas y animales que podrían contagiarse en contacto con los animales muertos. Se hizo, y no pasó nada. La opinión pública lo entendió como una medida de protección.

Y pienso en la falta de responsabilidad que, a veces, presentan las administraciones. La resistencia a tomar decisiones incómodas, aunque se ponga en peligro la salud pública, o la inacción del sistema de protección provoque que un niño sea asesinado. 

A veces, siento vergüenza de formar parte de este sistema, donde hay personas responsables que pueden tomar decisiones rápidas y eficaces que salven vidas, pero que se niegan a hacerlo.

Levanto la cabeza para tomar aire, llenar los pulmones y exhalar despacio por la boca. Oxigenar mi cerebro y mi cuerpo para seguir adelante en este mundo del que cada vez entiendo menos y me siento más alejada, porque cuando conoces el mecanismo interno de las cosas, eres consciente de lo fácil que puede ser proteger a los demás, si hay voluntad.

lunes, 8 de diciembre de 2025

DESPEDIDA Y CIERRE

Anoche, otra Luna vino a verme.

Se asomó a mi vida sólo por un instante.

Pude ver lo que podría haber sido y nunca será.

Con el alma encogida. y la cara mojada, sigo mi camino.

"It's over.

Se terminó.

She seemed to read minds.

Ella parecía leer mentes.

And I know a later time.

Y lo sé más tarde.

We could make it with you.

Podríamos hacerlo contigo.

Leave the soul.

Dejar el alma.

Old age.

Vejez."

Letra de "Old Age", de Nirvana.

domingo, 7 de diciembre de 2025

LEER


- Me dejaste en visto, -reprochó.

Guardé silencio. No quería decirle que tuve que hacerlo. Su mirada en la foto, sentado en un banco, me había dado suficiente información, como para saber la intensidad de lo que habría entre nosotros. No era el momento. Yo no estaba preparada. Él tampoco.

Semanas más tarde, comprobé que mi intuición no había fallado. La conexión fue instantánea. Tanta conexión que asusta. Conversaciones en las que los dos estamos pensando lo mismo. Demasiado parecidos. 

El perfil de nuestras anteriores parejas no deja lugar a dudas, y nuestro comportamiento con ellas, tampoco. Él habla más que yo. Mis preguntas son precisas. Leo en él más de lo que cree.

Nunca he llegado a este punto con alguien tan parecido a mí. Reconozco que me conoce. Ha captado mi esencia en su dibujo. Incluso, mi pelo negro en lugar del pelirrojo con el que me conoció. Quizás, él también lee en mí más de lo que creo.

viernes, 5 de diciembre de 2025

GRACIAS

Hace hoy, justo un año, a esta hora, estaba en la T4 de Barajas. Sentada esperando a embarcar rumbo Zurich. Viajaba sola, y junto a mí, se arremolinaban las familias con niños pequeños, esperando mientras comían bocadillos.

Hacía días que me dolía la espalda. Incluso, el día antes, no había podido agacharme para abrocharme las botas. Después, había mejorado, pero esa tarde en el aeropuerto, cuando había tenido que quitármelas para pasar el control de seguridad, me había tenido que sentar en un banco y subir las piernas para abrochar las cremalleras. 

Daba igual. Lo importante era que ya estaba esperando el embarque. 

Cuando había comprado el billete, un par de meses antes, algo dentro de mí me decía que esa compra era un error. Algo también me había dicho que dejase resueltos todos los trámites necesarios que los niños necesitaban para viajes escolares pendientes, antes de irme, porque luego no podría hacerlos, y que guardara bastante comida preparada en el congelador, porque no podría cocinar a mi regreso. Así lo hice. Tenía que hacer caso a mi intuición. El billete lo tenía de todos modos, y viajé.

Al salir del avión, mi pierna izquierda dejó de responder adecuadamente. Se movía, pero parecía dormida. Al subir al coche de la pareja que tenía en ese momento, sentí un dolor insoportable. Intentaba calmar el dolor cambiando de postura, pero no era posible. El Ibuprofeno tampoco funcionó cuando llegamos a su casa. No dormí en toda la noche a causa del dolor y, a las cinco de la mañana, nos fuimos a urgencias.

Allí me observaron durante horas y me dieron algún calmante que no funcionó. Los días posteriores, esperando el regreso a Madrid, fueron un infierno. Un dolor insoportable que nunca cesaba y que me impedía dormir.

La vuelta a Madrid, con necesidad de asistencia en los aeropuertos, me dio una clase práctica de lo mal que nuestra sociedad hace las adaptaciones necesarias para que las personas con movilidad reducida puedan desplazarse como el resto de personas. Me sentí feliz al llegar a casa, donde mis hijos me esperaban preocupados, dispuestos a ayudar y a ser todo lo autónomos que pudieran ser.

Después, periplo de médicos, pruebas...y ya un diagnóstico que arrojó luz a lo que me pasaba. Una hernia discal que tocaba los nervios de la pierna izquierda, pero que podría absorberse con una tabla de ejercicios, sin necesidad de operación. Una medicación que me tenía totalmente aletargada, ejercicio adecuado y rehabilitación hicieron el milagro. Pasé de la desesperación de no poder poner recta mi espalda, de no sentir mi pierna de rodilla para abajo, y de un dolor insoportable desde la rodilla hasta mi espalda, a poder volver a mi vida normal. Con dolor esporádico, eso es cierto, pero controlable. 

Hace hoy, justo un año, la vida me enseñó que todo es efímero, que la salud es un regalo que no apreciamos hasta que la perdemos. 

Que no escuchar el cuerpo a tiempo puede llevarte a situaciones muy complicadas. 

Que no escuchar a tu intuición, puede hacer que esas situaciones complicadas empeoren.

Que la fuerza de voluntad es imprescindible para recuperar la salud. 

Que tus hijos son capaces de asumir responsabilidades que no les corresponden cuando es necesario.

Que estamos aquí para aprender. 

Un año más tarde, mi vida es completamente diferente. 

Donde había dolor, ahora hay placer.

Donde había estancamiento, ahora hay avance.

Dicen que el dolor de espalda, además de tener una causa física, es también síntoma de estrés, depresión, frustración, ira...En este año, también estoy aprendiendo a manejar esos sentimientos, a dejarme llevar, a no exigirme tanto, a cuidarme, a mimarme, a vivir sin culpa, a ser consciente de lo que mi cuerpo pide y dárselo para prevenir que tenga que pararme para escucharle.

A todas las personas que me han acompañado y acompañan, GRACIAS.

miércoles, 3 de diciembre de 2025

ROAD TRIP

Siempre he querido hacer un viaje por carretera, encadenando días, sin un plan fijo, sin una programación. Incluso, intenté convencer a algunas de mis sucesivas parejas en alquilar una autocaravana y hacer un viaje sin rumbo, deteniéndonos donde nos apeteciera, sin un plan cerrado, sólo dejándonos llevar.

Sin embargo, todos mis intentos fueron infructuosos. Lo máximo que conseguí fueron dos incursiones. Un viaje en coche por el sur de Francia, donde lo único que no teníamos planificado era donde dormiríamos, en una época en la que internet aún no era una opción a la que recurrir si no encontrabas nada simplemente caminando. El otro viaje fue por el norte de España, con una agenda apretada de planes donde prácticamente no quedaban horas libres para la improvisación.

Por otro lado, cuando he pensado en un viaje de este tipo, mi imaginación siempre ha evocado esa imagen colectiva, creada por el cine estadounidense, de la gasolinera aislada y decrépita, en medio de un paisaje desértico, cruzado por una carretera interminable que te marca el camino a seguir.

Me imagino saliendo del coche, que he detenido junto a la gasolinera. Camino hasta la puerta para saber si está abierta. Me asomo a su interior, y observo cómo un hombre entrado en años, al otro lado del mostrador, levanta la cabeza del periódico al escuchar que alguien ha abierto la puerta. Ahora, seguramente, un móvil o una tablet habrá sustituido al periódico.

Viajo sola. Conduciendo mientras escucho música, o en silencio. Sólo con mis pensamientos, casi meditando, con la paz que me da estar enfocada en la carretera, en que el único objetivo en ese momento es que el coche avance. Hacer kilómetros, sin rumbo fijo, comiendo cuando tenga hambre, parando cuando esté cansada, quizás durmiendo en el coche si no encuentro alojamiento en ese momento...

¿Me hubiese gustado hacer ese viaje con otra persona?. No lo sé. Lo intenté antes y no funcionó. Al final, te cansas de posponer tus deseos, esperando encontrar a alguien que pueda seguir tu ritmo, pero la realidad es que aunque lo encuentres, quizás él no está dispuesto a embarcarse en esa aventura en ese momento, ¿y para qué seguir esperando algo que quizás nunca llegue?. Lo mejor es montarte en el coche y avanzar kilómetros mientras puedas. En solitario o acompañada, pero sin perder de vista la carretera.

domingo, 23 de noviembre de 2025

INSPIRACIÓN

Hace unos meses, comencé una introspección. De hecho, he dejado muchas de mis conclusiones en este blog, pero el análisis no ha terminado, y creo que nunca debería hacerlo.

En medio de esta introspección, he ido conociendo a personas. Con todas ellas establecí un vínculo, que se ha mantenido en algunos casos y, en otros, se ha roto por completo. Algunas de estas personas, han sido y están siendo mi espejo. Comparten ciertas características conmigo, o su comportamiento es o ha sido muy similar al que tengo o he tenido, ayudándome a entender por qué he tomado determinadas decisiones en mi vida.

Estas características comunes destacan con una de estas personas, viéndome reflejada por completo, pero además pudiendo hablar abiertamente de los pensamientos y sentimientos que entran en juego en la interacción, convirtiendo este vínculo en un experimento perfecto para la introspección.

Ahora me doy cuenta de que, en la mayoría de los casos, comencé la casa por el tejado, estableciendo relaciones exclusivas que, con el tiempo, fui incapaz de sostener porque las entendía como una obligación, siendo siempre uno de los motivos por los que decidí dejarlas. No el único, pero sí uno más a tener en cuenta en la decisión.

Otra de las trampas es que, quizás por miedo a la incertidumbre e inseguridad, establecimos rápidamente las reglas coercitivas en el vínculo. Etiquetamos la relación como "pareja", con todo lo que conlleva, tanto para nosotros como para el resto, -amigos, familia-, y en algunos casos, desconocíamos factores fundamentales en el otro como ideas políticas, proyectos personales, planes a futuro, cómo le gusta el café o si es madrugador o no los fines de semana.

La realidad es que yo hubiera caído de nuevo en esta trampa. El hábito es demasiado fuerte. Sin embargo, su forma de ver la vida ahora mismo, sus deseos inquietos, su inconsistencia...me ha mostrado una parte de mí que nunca he querido ver, pero que está íntimamente ligada a la sensación de pérdida de libertad. 

Sé que estos pensamientos son contradictorios con la idea de compromiso, pero por otra parte, soy consciente de que el compromiso nunca fue un impedimento para que yo me fuese. Lo he roto siempre, ante el asombro de la otra parte de la pareja.

Por tanto, lo que me planteo ahora es seguir conociendo con calma, sin etiquetas, sin obligaciones, sin restricciones, sin compromiso. Curiosamente, ha cesado el ruido a mi alrededor. Las demás puertas que permanecían abiertas, se han cerrado por completo o se mantienen entreabiertas sólo unos centímetros, los justos para mantener un contacto cordial. Me siento centrada, enfocada en mi trabajo, en mis hijos, en mi día a día, y a la vez, sigo explorando en mí, inspirada por alguien a quien no puedo apartar de mi vida, ahora que sé que existe.


miércoles, 19 de noviembre de 2025

EL BOSQUE Y LA PRADERA

He estado otras muchas veces en el mismo lugar que estoy ahora.

Una pradera verde, atravesada por un riachuelo tranquilo y serpenteante. Más allá de la pradera, hay un bosque. El bosque es muy frondoso, formado por grandes y antiguos árboles, cuyas ramas largas y retorcidas se entremezclan entre los ejemplares, creando una bóveda vegetal casi impenetrable por la luz.

Cuando paseas junto al río, los rayos del sol calientan tu pelo y tu piel. Escuchas el ruido del agua, relajante, y el canto de los pájaros. A veces, se cruzan en tu camino conejos y liebres, que recorren raudos la pradera. Sientes paz y calma.

Sin embargo, cuando, casi sin darte cuenta, te adentras en el bosque, los rayos del sol desaparecen. Deja de escucharse el canto de los pájaros, y aunque escuchas cómo algunas de las ramas y hojas que han caído al suelo crujen bajo el peso del cuerpo de algún animal, no puedes verlo porque la oscuridad lo impide.

Tu cuerpo comienza a quedarse frío, mientras avanzas en la penumbra. Apoyas tus manos en los troncos y ramas de los árboles y tus pies buscan un hueco entre la hojarasca para no caer. Tu respiración se agita. Deseas salir de esa madeja vegetal, pero no encuentras la salida. Aunque tus ojos busquen un halo de luz, no puedes verlo. Crees que te quedarás atrapado siempre allí. Tus mejillas se mojan. Las lágrimas no cesan. Tus piernas no te sujetan. Te sientas en el suelo. El frío y la tristeza te paralizan. Lloras hasta quedar dormido, apoyado en el tronco y las raíces de un gran árbol.

Los rayos del sol se filtran a través de tus párpados. Poco a poco, abres los ojos. La luz te deslumbra. Tu cuerpo ha recuperado el calor. Un conejo blanco te mira, inmóvil, sólo a unos centímetros de ti. Te desperezas. Estiras los brazos y las piernas. No sabes cómo has salido del bosque, pero lo has hecho. Quizás, a veces, es necesario dejar que la oscuridad te invada para poder volver a la luz.


domingo, 16 de noviembre de 2025

LOCURAS

 - It's very crazy, -digo.

- I know it, -contesta él.

Los dos sabemos que hacemos locuras, pero no podemos evitarlo.

Mi mente analítica está cargada hoy de mucha más información. Recalcula la ruta, corrige los algoritmos, modifica las ideas dadas por sentadas, analiza gestos, comentarios...La situación es más compleja de lo que pensaba. Mientras duermo, el ego en modo supervivencia proyecta en enormes letras mayúsculas fosforitas una palabra "HUYE".

Probablemente, sería lo que hubiese hecho en otro momento. En otro momento, no habría llegado hasta aquí. Pero ahora es distinto. 

Cuando has aprendido a llenar tus vacíos por ti mismo, cuando no necesitas la validación de otros para saber cuánto vales, te sientes libre para elegir cada día si quieres compartir parte de tu vida con otras personas, sin miedo al rechazo, porque si te rechazan no es por algo que tiene que ver contigo, es algo que tiene que ver con la persona que te rechaza. Ocurre lo mismo cuando te eligen. Te eligen porque la otra persona quiere elegirte. Es un deseo que surge de ella.

Una vez has entendido esto, te permites ser tú. No tienes que utilizar máscaras para poder ser elegido. Te sientes libre. Dejas que tu esencia emane sin filtros. En mi caso, además, parte de esa esencia fue acallada. No era adecuada. Molestaba. No fui libre. Tuve que adaptarme. Esconderme tras la máscara que el otro quería, hasta que la máscara ya no se sostenía y las relaciones caían, una tras otra, sintiéndome culpable por ser quien tomaba la decisión de irme, cuando esa decisión había sido tomada mucho tiempo antes, cuando decidí elegir la máscara en lugar de a mí.

¿Qué ocurre cuando encuentras a otra persona que se siente libre también?. Una persona que te muestra su esencia, sin máscaras, a pesar de que pueda haber muchas cosas que te alejarían. Lo complejo es cuando las esencias de los dos comparten características que salen de la norma en una sociedad cargada de reglas estáticas y verdades absolutas, y las contradicciones emergen. Los dos pedimos lo mismo, pero somos incapaces de darle al otro lo que nosotros pedimos que nos dé. La única opción es atravesar nuestros miedos y, quizás, durante un tiempo, encontrar una paz sin culpa, si logramos cambiar el paradigma. Si logramos sentirnos libres, a pesar del vínculo.

Mientras, quizás sin ser demasiado conscientes, iniciamos el camino. Sin querer pensar demasiado, pero pensando. Dejándonos llevar, pero sujetándonos. Siendo conscientes de que es una locura, pero haciéndolo de todos modos.


Mamás y Papás: Una realidad que no debemos olvidar...

Una joya en el corazón de Madrid