lunes, 24 de marzo de 2014

Un reto aún mayor


Hace unas semanas hablaba del reto que tenemos por delante las mujeres en el necesario cambio de roles.

Sin embargo, para que este cambio se produzca es imprescindible que el hombre asuma la necesidad de modificar también su papel.

Cuando las mujeres nos incorporamos al mundo laboral, comienza a resentirse la estructura familiar tradicional. Los hombres, en mayor o menor medida, se ven obligados a asumir tareas que culturalmente habían sido únicamente “femeninas” dentro de ese contrato entre el conseguidor del alimento y la cuidadora de la familia. Este hecho ya ha sido suficientemente desestabilizador, pero la actual coyuntura económica y social está dejando al descubierto un nuevo panorama.

La falta de empleo está provocando que el hombre pierda su principal función dentro de ese contrato de la familia tradicional. Ya no es el que consigue el dinero y los alimentos. En muchos casos, ningún miembro de la familia puede cumplir ese papel, y en otros casos, es la mujer quien lo hace.

Esto provoca que el hombre se sienta frustrado, y en muchos casos, caiga en la depresión, llegando incluso al suicidio, por no encontrar su lugar ni en la familia ni en la sociedad. De hecho, los casos de suicidio van en aumento, y no sólo por la falta de empleo, sino por las consecuencias de la falta de ingresos, que unido al boom del ladrillo, está provocando que muchas familias se queden literalmente en la calle. Por tanto, los hombres se encuentran sin empleo y sin bienes, sin la propiedad privada que comenzó a dar forma a la estructura familiar tradicional, en la que era necesaria una pareja estable con la que pudiesen tener  la seguridad de que sus hijos eran de su sangre, y así poder transmitirles sus bienes cuando falleciesen. En muchos casos, ya no hay bienes, ni dinero que poder transmitir, aunque la necesidad de saber que el hijo de su pareja ha sido engendrado por él, sigue estando muy arraigado culturalmente.

En definitiva, el hombre actual se encuentra atrapado por el mismo reparto de roles que mantiene atrapada a la mujer. El reparto tradicional de papeles es insostenible para ambos, por lo que es necesario replantearse el modelo y evolucionar hacia otro sistema que se replantee todo, desde si es necesario que cada miembro de la pareja tenga un rol definido, hasta si es necesario vivir en pareja. ¿Seremos capaces de asumir el reto?.

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