martes, 4 de noviembre de 2025

DUÉRMETE, NIÑO

Desde hace unos meses, sigo contenido en redes relacionado con crecimiento personal. Este contenido tiene su origen en teorías psicológicas, espirituales, científicas...Es muy variado y, a veces, contradictorio entre sí.

Lo escucho con atención y extraigo de cada teoría o explicación lo que creo "resuena" más conmigo, siendo consciente de que mi ego puede rechazar las afirmaciones que le resultan incómodas, precisamente, porque señala creencias que tengo arraigadas y debería comenzar a cuestionar.

Independientemente del origen de la teoría, ahora mismo soy capaz de observar desde fuera mis pensamientos intrusivos, mis miedos, y dependiendo de la fuente de la que beba la teoría, los discursos de mi ego -mi pequeño diablo-, y los discursos de mi alma -mi pequeño ángel-, como diría alguien que conozco. (Lo siento, siempre que hablo de esto, aparece la imagen del ángel y el diablo tirando cada uno de un lado de la cuerda).

Entre estas teorías, hay una que he escuchado hasta la saciedad y que, además, coincide con una formación a la que he asistido sobre las heridas de la infancia y los distintos tipos de apego. Esta teoría habla de la necesidad de que cuando un bebé llora, sus progenitores le calmen. De esta manera, se fomenta el apego seguro en el bebé, que entiende que es escuchado y sostenido cuando necesita atención. 

Escuchando esta teoría, recordé el método Estivill, que estaba tan de moda cuando nacieron mis hijos. El método consiste en que cuando el bebé llora, se acuda durante un breve espacio de tiempo, sin contacto físico, únicamente hablando con calma al bebé, espaciando cada vez más el tiempo de espera antes de ir a calmarle. Se supone que el bebé aprenderá a autorregularse.

La realidad es que el bebé se duerme agotado por el estrés, después de que sus niveles de cortisol y serotonina se hayan disparado por el llanto prolongado. Paralelamente, se va produciendo una herida de abandono, que se convertirá en un apego ansioso o evitativo en el futuro. Además de la posibilidad de que haya consecuencias en las conexiones neuronales que durante esa etapa es necesario que se creen de manera masiva.

Durante los primeros tres años de vida de mi hijo mayor, dormí una media de tres horas al día, ya que se despertaba frecuentemente por las noches y yo me levantaba a calmarle, hasta que volvía a dormirse. Desesperada, leí el método Estivill, pero nunca fui capaz de aplicarlo porque me parecía cruel dejar que mi hijo llorase hasta caer agotado. No fui capaz, pero conozco a otras madres que sí lo aplicaron, y pienso en las consecuencias que tendrá en esos niños.

Reflexionando sobre esto, vuelvo a las teorías de crecimiento personal que escucho en internet, y el cuidado que creo debemos tener cuando las escuchamos. No todas valen para todas las personas, y aunque pueden ayudarnos en determinados momentos, hay que saber, quizás sentir, o dejarse llevar por la intuición, cuáles pueden ayudarnos o cuáles no, para evitar que, en unos años, algunas puedan tener el "efecto Estivill".

jueves, 30 de octubre de 2025

ELECCIONES

Noche cerrada. La lluvia ha cesado. Nos despedimos. De pie, en la calle. Uno frente al otro. Muy juntos. Casi abrazados. Le sujeto de la cintura. Se huele los dedos de una mano. Luego, la otra. 

- Tenía que haberme lavado las manos, - susurra.

Él es así. Espontáneo. Sin filtros.

En algún momento, he escrito en este blog sobre esos libros que leía cuando era niña, en los que el lector podía escoger entre distintas opciones para continuar con la historia. Esos libros me entusiasmaban porque ayudaban a ser consciente del peso de nuestras decisiones, por pequeñas que nos parezcan.

A veces, después de haber finalizado el libro, volvía a leerlo eligiendo otros caminos. Experimentaba sobre la toma de decisiones en un entorno controlado.

Hace unas semanas, tengo la misma sensación que cuando leía esos libros. La impresión de encontrarme en un momento de inflexión, en el que estoy a punto de tomar decisiones drásticas constantemente.

Me he sentido así otras veces. Múltiples opciones se abren para mí. Varias opuestas, otras ambiguas. Todas inciertas. Mi imaginación salta a cada una de ellas, trayéndome imágenes de lo que sucedería en cada una de las elecciones, y sintiendo por unos segundos lo que sentiría en esa variante irreal del destino.

Ni siquiera seguir mi intuición garantiza el éxito, y aquí la elección no tiene opciones de retroceder en el tiempo y cambiar la opción. Me encuentro en un entorno que no contempla el periodo de prueba.

Hay otra opción. La no elección. Dejar que la vida me lleve. Sin embargo, no sé si tendré la suficiente paciencia como para elegir la inacción. Quizás sea algo que tenga que aprender a hacer. Quizás esa sea mi tarea pendiente ahora, a pesar de que esa opción nunca se encontraba en esos libros.

lunes, 27 de octubre de 2025

VENTANAS DEL ALMA

 - ¿Qué ocurre?.

- Nada. Sólo te estoy mirando, -contesta mientras da un bocado a su hamburguesa.

Unos minutos más tarde, mientras nos despedimos, me mira fijamente de nuevo. En silencio.

- ¿Qué estoy pensando?, - le pregunto, al ver que me está mirando fijamente a los ojos.

- Que no estoy entendiendo nada.

Me río. Tiene toda la razón. 

Unos días más tarde, me pide "Mírame a los ojos".

Los ojos son la ventana del alma. Mirando a los ojos, puedes interpretar lo que la otra persona piensa, siente...Miras fijamente, sin prejuicios, con la mente abierta y, sin darte cuenta, eres consciente de lo que le ronda en la cabeza.

Sin embargo, algunas personas, cuando se dan cuenta de que les miras a los ojos, bajan la cabeza, apartan la mirada. Dicen que son tímidos. No quieren que sepas demasiado sobre ellos. Se sienten intimidados. Y eso me recuerda a una persona de la que me dijeron que nunca mira a los ojos. "Pues a mí sí me mira", dije yo. "Algo querrá", contestó mi interlocutora. Y recordé aquella mañana fría, en medio de una plaza, todavía en pandemia. Sólo se nos veían los ojos. El resto de la cara permanecía cubierta por la mascarilla. Estábamos quietos, a unos centímetros el uno del otro, hablando en susurros para que nadie pudiese escucharnos. Nos mirábamos fijamente. Sus ojos azules se clavaban en los míos, como queriendo transmitir todo lo que necesitaba decir sólo con la mirada. Recuerdo que yo me movía en círculos, alrededor de él. Era como una escena de película, como todo lo que ocurría aquellos meses, en los que nunca supe qué era el confinamiento. La atmósfera era irreal.

Pensaba en todo esto, mientras me daba un baño relajante. Flotando sobre el agua. Los ojos cerrados. Sin nadie a quien devolver la mirada. Sola. Completamente sola en la casa, en uno de esos, muy pocos, días al mes en los que me puedo regalar la soledad. Sin escuchar otras voces. Sin mirar otros ojos. Sólo los míos a través del espejo.

lunes, 20 de octubre de 2025

SUEÑO

 -¿Por qué ya no escribes en tu blog?.

- Por ti. Porque lees mi blog para saber qué es lo que pienso o lo que hago, en lugar de preguntarme, y a veces, puedo escribir cosas que no son reales, y tú crees que lo son.

Esta noche tuve un sueño. Era como si estuviese dentro de una de las películas de David Lynch, manteniendo conversaciones absurdas con los camareros de un pub, sentada en un taburete alto, porque mi acompañante se había esfumado, tragado por una realidad paralela en la que dejábamos de ser humanos, para convertirnos en otra cosa. A unos pasos de aquella barra, se encontraba un baño, con espejos grandes, que devolvía nuestra imagen. La imagen de los dos, aquella noche que casi no es, por una siesta que se alargó demasiado.

Los dos sentados en aquella esquina, junto a los ejemplares antiguos de National Geographic, hablando de cosas que no se pueden nombrar con la mayoría de las personas, mientras no podíamos dejar de mover las manos. Comiendo frutos secos y conguitos. Bebiendo una cerveza y un gin tonic. Después, imágenes inconexas...

Salí del baño, creyendo que él ya habría salido del pub, pero no le veía fuera. Sentí su mirada en mi espalda. Me giré y allí estaba, de pie, en la esquina en la que habíamos estado sentados, dispuesto a venir a buscarme.

Aquella tienda abierta a altas horas de la madrugada que vendía comida preparada insípida. Recorrí sola los pasillos en busca de algo comestible apetecible, y le escuché llamarme, aunque no le veía porque estaba al otro lado de las estanterías. 

Comiendo en la oscuridad, dentro del coche, mientras observábamos a ese chico que andaba extraño.

Esas imágenes se funden en mi sueño. Suenan de fondo esas notas de jazz, lentas y acompasadas de las escenas de Twin Peaks cuando el enano bailaba por aquella sala rodeada de cortinas de terciopelo rojo. Me veía en esa sala, sola, sentada en el taburete alto de terciopelo rojo, y de repente, en la calle. El cielo era gris, encapotado, aunque la lluvia ya había cesado, dejando la calle salpicada de charcos.

Caminaba rápido. Llegaba tarde al trabajo. Me disponía a cruzar una calle. Pisé un charco, creyendo que era poco profundo, pero me hundí completamente, al menos, tres metros bajo el agua. Mis pies tocaron el fondo. Me quedé sin aire, y me disponía a salir a la superficie, cuando sentí que una mano tiraba de mí hacia fuera del agua. No podía verle, pero sabía que era él. Cuando salí a la superficie, él apartaba los obstáculos del camino. Había vuelto a su forma humana. Desperté.

Dejé el sueño relegado en las tareas pendientes del día, hasta que en la tarde, mientras pensaba en otra cosa, comprendí su significado, y una pregunta resonó en mi memoria. "¿Por qué ya no escribes en tu blog?".

domingo, 12 de octubre de 2025

EVOLUCIÓN


Hace un par de semanas, traje a Vulpinus a casa. Vulpinus es un pez marino, con cara de zorro, muy apreciado porque come algas Me gusta mucho porque suele ser muy sociable con todos los demás peces y se acerca a los humanos cuando se siente seguro. Uno de estos peces fue víctima del parásito que acabó con casi toda la vida del acuario hace unos meses. He tardado en introducirlo porque quería estar segura de que no hubiese ningún otro parásito que acabase con los actuales habitantes. Por tanto, ahora mismo, viven en el acuario los dos peces payaso, el gobio vigilante y el camarón pistola, el tormentosus y el vulpinus.

Fue muy curioso porque tormentosus, que se encontraba sin compañero de acuario, se ha hecho amigo de vulpinus y, normalmente, les ves juntos entre las rocas y los corales. El acuario va evolucionando y sus habitantes establecen nuevos vínculos. Vulpinus se acerca casa vez más al cristal cuando me ve, y espero que en algún momento, como el otro vulpinus, venga a comer de mi mano.

Fuera del acuario, han sido días intensos. Un nuevo reto laboral, que parece que va funcionando, y que estoy segura será un éxito. Actividades varias con amigos y amigas. Descubrimiento de grupos musicales. Charlas profundas, bebiendo cervezas o cafés. Comida con amigas, sobremesa larga y paseo hasta El Retiro. Seguimiento por ubicación gps a una amiga con una misión nocturna importante, que requería supervisión. Expresar mi malestar a una persona que todavía no ha entendido lo mucho que nos parecemos. Planificación de un nuevo viaje en solitario...¿Se puede pedir más?.

lunes, 22 de septiembre de 2025

ÁNIMOS

Es curioso en las cosas en las que a veces nos fijamos, y hablar sobre esas cosas que para nosotros son importantes, y sin embargo, pasan desapercibidas para otras personas.

Hace unos días, alguien me dijo que yo siempre estoy alegre. La verdad es que no lo había pensado. Imagino que cuando te sientes bien la mayor parte del tiempo, no eres consciente de que ése es tu estado natural. Es como cuando, de repente, comienza a dolerte una muela, y te sorprendes de que la mayor parte del tiempo, no te había dolido. 

Otra cosa que me dijeron es que no suelo enfadarme. Bueno...hay ámbitos en los que sí me enfado a veces, por ejemplo, en el trabajo. Me enfado cuando detecto que alguien está haciendo algo perjudicial para otras personas, de manera deliberada y consciente. En esos momentos, verbalizo mi malestar e intento contrarrestar las consecuencias. Busco soluciones, y el impulso de la acción, hace que olvide mi enfado. Se ha quedado relegado por la resolución. Otras veces, aunque me enfade, decido no hacer nada porque sé que es una batalla perdida de antemano.

A veces, aunque pocas, también me enfado por situaciones personales. Suelo decirlo a la persona en cuestion, con calma, y explicando el motivo de mi malestar, pero a veces, guardo silencio. Lo callo cuando soy consciente de que decirlo no va a resolver absolutamente nada que, simplemente tenemos distintos puntos de vista, y que no seré yo quien intente cambiar la forma de ver las cosas de otra persona. En contadas ocasiones, sé que la otra persona sabe que me molesta, pero aún así, no digo nada. Se desconciertan porque, por mi parte, no hay la reacción que esperan. No les voy a dar esa satisfacción. Sin embargo, sí hay una respuesta por mi parte, aunque en ese momento sea transparente para ellos...y es que me voy alejando un poquito más. Poco a poco, me distancio. Me van perdiendo sin que sean conscientes, hasta que un día, ya no estoy disponible. Es entonces cuando se molestan. Quieren saber por qué he cambiado, sin querer asumir que, simplemente, me alejo de las personas que no me tratan bien. 

domingo, 21 de septiembre de 2025

FELICIDAD, QUÉ BONITO NOMBRE TIENES

Vídeo

Hace una semana, alguien de quien no me lo esperaba, me hizo una pregunta. 

-¿No eres feliz con tu vida?.

- Wow, - contesté-. Una pregunta muy profunda. Normalmente, soy yo quien la hace.

Le dije que sí soy feliz, aunque mi vida no es convencional. Hace muchos años, decidí que seguiría los dictados de mis emociones, que me iría de los lugares en los que no me sintiera bien, que no soportaría una vida que no me diera todo lo que necesito, a pesar de que eso significase prescindir de la estabilidad.

La cuestión es que esa pregunta se ha quedado toda la semana suspendida en mis pensamientos, y a veces me sorprendo pensando en ella. ¿Podría estar mejor?. Sí, por supuesto. Echo de menos estabilidad, aunque amo mi libertad, y no tener que dar explicaciones a nadie. Cada ruptura ha supuesto una liberación para mí. Soy un alma libre, como dice una de mis mejores amigas. Sin embargo, a veces echo de menos un abrazo, un beso, una mirada al despertarme por la mañana.

La libertad implica una cuota de soledad. No me refiero a la soledad de no estar acompañada, ya que la mayor parte del tiempo estoy físicamente con otras personas. Me refiero a la soledad del alma, a no poder compartir determinados momentos con alguien especial. Cuando me refiero a alguien especial, estoy hablando de alguien con quien tienes el convencimiento que es la persona que quieres que esté a tu lado en ese momento. También he experimentado la sensación de estar en un lugar maravilloso, sintiendo que la persona que me acompaña es la equivocada, y no porque en ese momento mi corazón estuviese dividido, sino porque siento que no he encontrado todavía a  la persona con la que tendría que haber ido a ese lugar.

Es posible que alguien piense que soy una inconformista, una soñadora, que no vivo en la realidad, y que estoy condenada a la soledad. Probablemente, tengan razón, pero lo que no puedo es renunciar a lo que siento, a lo que pienso, a lo que soy...

sábado, 20 de septiembre de 2025

EDUCASTRACIÓN

He encontrado este vídeo en Facebook y me ha parecido muy revelador. Estoy totalmente de acuerdo con lo que explica Tony Estruch en el canal de Carlos Roca. Hay muchas personas que conozco que todavía mantienen esa creatividad innata, aunque su vida se mueva dentro de los estánderes de la producción. Es más, tú que estás leyendo esto, eres una de esas personas. 

Tony Struch en canal Carlos Roca

VALE LA PENA


Anoche fui a ver a Dani Rovira, en su show "Vale la pena". En él se tratan temas que están a la orden del día, de una manera intensa y valiente, utilizando términos que conocemos bien las personas que hemos transitado esos caminos.

La compañía fue todo un acierto. Todas nos reconocimos en sus palabras. Nos fuimos a tomar unas cañas y a comer algo ligero. El barrio de La latina estaba a rebosar y tardamos en encontrar una mesa libre, pero mereció la pena la búsqueda, no por el sitio, sino por la conversación. Honesta, clara, directa, hiriente y plagada de silencios y miradas que decían más que las palabras. Conversaciones y situaciones necesarias para colocarte en la realidad de vez en cuando.

El colofón de la noche fue que el coche que pedí para volver a casa resultó ser un BYD. Un modelo parecido al mío. El conductor y yo hablamos de las bondades de estos coches. Él me contó que todos los clientes se sorprendían de su interior y de sus prestaciones, y algunos de ellos, incluso se planteaban comprarlos. Yo le conté que esta semana, en una ocasión, al aparcar y salir del coche, un hombre también me preguntó qué resultado me estaba dando, y le dije que estaba encantada. También me dijo que se acercaría a un concesionario. Estos coches se venden solos.

Cuando llegué a casa, mis hijos me esperaban en el salón. "Nos tenías preocupados", me dijo Adrià. "Estaba esperando a que llegaras para irme a dormir", me dijo Iria. Regresé a la adolescencia por unos segundos. La noche valió la pena.


martes, 16 de septiembre de 2025

MI VIAJE. DÍA 5


Emprendo el camino de regreso a Madrid. Una vez más, mi BYD (Build Your Dreams - Construye tus sueños) me transporta. El viaje es liviano, como estar sentada en el sofá de casa, escuchando música. Ha alcanzado los 3.000 km y todavía no tiene un mes...

Vuelvo con la tranquilidad de haber cerrado ciclos, aunque he abierto otros, que continuaré desde Madrid. Lo que está claro es que mis viajes a Viveiro serán más frecuentes, y además no los haré sola. Mis hijos reclaman venir conmigo y recorrer la muralla de Lugo junto a mí. No hay escapatoria. 

El cielo está despejado cuando abandono Viveiro. Siempre es mucho peor volver cuando el día es soleado. Te persigue el pensamiento de que quizás podrías haber apurado más el tiempo. Prefiero no pensar en eso. El coche arranca silencioso en el semáforo que lleva a la rotonda por la que abandono la ciudad, dejando a mi espalda la ría y el mar que tanto añoraré. De vuelta a la normalidad.

viernes, 12 de septiembre de 2025

CERTEZAS

VIDEO

El ser humano quiere certezas. Necesita la seguridad de que las cosas no van a cambiar, a no ser que él o ella quiera cambiarlas. Queremos que los demás se comporten como esperamos, que nos guarden fidelidad, que nos prioricen, que nos satisfagan... Dejamos que el ego tome el poder, y no nos damos cuenta de que los demás esperan lo mismo de nosotros, aunque no lo hayamos hablado ni pactado.

Entonces, nos encontramos ante una lucha de egos, en la que ninguno gana. Todos pierden porque no son conscientes de que todos tenemos libre albedrío. Todos somos dueños de nuestras decisiones. Nadie tiene el poder sobre los demás, sino sobre él mismo. Los demás deben seguir su propio camino. En ocasiones, irán paralelos al nuestro. Otras veces, tomarán una bifurcación y se alejarán de nosotros. Quizás, en algún momento, nuestros caminos vuelvan a cruzarse, o no...

La cuestión es ser consciente de que nunca hay una verdad absoluta, ni nada es para siempre, y las certezas son una ilusión de nuestra mente, que acaban cayendo como un castillo de naipes, y que hay personas, que a las que cuánto más les pides certezas, más rápido se alejan por la bifurcación que les lleve a caminos donde puedan sentirse libres, y que no hay nada más perfecto que dos personas que deciden acompañarse sin ataduras, sin obligaciones, ni certezas. Sabiendo que si sus caminos se mantienen paralelos sólo es porque los dos han decidido eso libremente, por separado, y en ese momento presente, hasta que la vida los separe.

MI VIAJE. DÍA 4


Apuro las horas en Viveiro. Esta mañana he ido al cementerio. Está en una de las colinas que rodean la ciudad. He subido hasta allí, a pesar de que la hernia estaba sujetando alguno de los nervios de mi pierna izquierda. 

El sol caía a plomo. Al llegar allí, he ido directa al lugar donde se encuentra mi abuelo enterrado, pero no he encontrado su lápida. Ya me habían advertido que esto podía ocurrir. 

He recorrido una y otra vez las hileras de tumbas. A veces, las telarañas que se habían formado entre las cruces de las lápidas, se enganchaban en mi pelo, pero yo continuaba discurriendo entre esos caminos destartalados, con losetas sueltas, que amenazaban con desfondarse.

Estaba sola entre esas tumbas, que he recorrido una y otra vez. Sin éxito. He llamado a mi tía para asegurarme que la memoria no me fallaba. Una vez que he comprobado que, en efecto, no me fallaba, he buscado por el cementerio una puerta donde preguntar.

"La puerta está al fondo", me dijo mi tía, y me he aventurado hasta el final del cementerio, rodeada de campanillas invisibles que sólo se escuchaban, pero no se veían. No he sentido miedo. Sé que los muertos nunca se quedan en los cementerios. Sólo sus huesos. He golpeado la puerta, pero nadie ha contestado.

He visto a una mujer a lo lejos, que barría las hojas junto a una tumba. Me he acercado y le he preguntado por la tumba de mi abuelo. Me ha dicho que no sabía nada y que tenía que preguntar en el ayuntamiento.

He bajado la montaña con brío, y acortado el trayecto, callejeando, para llegar a la casa consistorial antes de que cerrasen. He llegado tarde, ya no daban información, pero he salido de allí con un contacto para preguntar el lunes, y la seguridad de que puedo solicitar información a través de la sede electrónica. Se avecinan luchas por la justicia hereditaria, una batalla que mi madre comenzó, antes de fallecer, y que yo me siento en la obligación de continuar.

Hay momentos en los que es necesario hacerse cargo de las decisiones tomadas por antepasados, para remendarlas y hacer que las cosas regresen al cauce del orden natural. No será fácil, pero hay que hacerlo.

Por la tarde, he recorrido el paseo sobre los acantilados. He bajado hasta la playa, que he recorrido descalza, con las olas bañando mis pies. Para finalizar, he ido hasta el final del espigón, y he regresado a casa, a través del parque de eucaliptos, cuando ya caía la noche. 

Ahora ya recogiendo las cosas para volver mañana a Madrid... Acaban de llamar al portero. No he contestado. Me he limitado a cerrar la puerta con llave. El cerrojo de seguridad también está echado. Espero que alguien se haya equivocado al llamar. Es demasiado pronto como para que alguien esté interesado en saber quién ha comenzado a hacer preguntas...

jueves, 11 de septiembre de 2025

MI VIAJE. DÍA 3.

Hoy he vuelto a los orígenes. He ido a Lugo, la ciudad donde nací y viví hasta los cinco años de edad, que mis padres me trasladaron a Madrid. Hasta entonces, estuve un tiempo viviendo sola con mis abuelos.

He llegado a la Rúa de San Roque, que es la calle donde estaba la casa de mis abuelos, pero he tenido que aparcar lejos porque no había posibilidad de hacerlo allí mismo. Así que he vuelto andando, recorriendo esa calle que corría de arriba a abajo, unas cuantas veces, para quemar energía y poder dormir. He visto la cafetería París, donde iba a veces con mi abuelo. En el lugar donde estuvo la casa, han ensanchado la acera y construido un bloque de pisos.

He pasado por delante, observando, intentando situar donde había estado el salón, el comedor, la cocina, las habitaciones en el primer piso...y me pregunto si esos espacios siguen existiendo en alguna realidad paralela, dentro de ese bloque de viviendas. Si todavía resuenan mis risas cuando le gastaba alguna broma a la abuela; o mis canciones, cuando imitaba a los artistas de la televisión, subida en el recogedor, para utilizar el palo como micrófono, y con unos pantalones de pijama en la cabeza, a modo de cabellera larga; o los gritos de mi abuelo, cuando me caí con la taza llena de chocolate caliente por encima, tras sentarme sobre la torre de cubos que había colocado sobre la silla, para estar más alta.

He continuado calle arriba. Los comercios han cambiado. Lo que no lo ha hecho es el muro frente a la residencia de mayores. Ese muro en el que, invariablemente, me subía cada vez que pasaba al lado, recorriéndolo desde las alturas.

"Abuela, ¿dónde vamos hoy?", preguntaba. Ella me lo decía, la cogía de la mano y echábamos a andar. Hubo una época en la que ella casi no veía, esperando a que la operasen de cataratas, y yo era su lazarillo. Me conocía toda la ciudad.

He entrado por la puerta de la muralla de San Roque. Ha sido como volver a ser una niña de cuatro años. He llegado a la plaza del Ayuntamiento. He hecho una foto al palco de los músicos. Me encantaba bailar cuando tocaban. He continuado hasta la catedral, y subido a la muralla. La de veces que he rodeado el cogollo de Lugo desde las alturas...

Luego he ido al Parque de Rosalía de Castro. He hecho fotos a cada uno de sus sitios emblemáticos, y me he quedado un rato observando a los patos del estanque. Parecía que fue ayer la última vez que estuve allí con la abuela. "Veña, neniña", me parece estar escuchándola, y yo salía corriendo detrás de las palomas para que echasen a volar.

He vuelto dentro de la muralla, y he seguido recorriendo sus callejuelas hasta salir a la Praza de Abastos. He recordado cuando iba allí con la abuela, muy temprano. Hacía frío y sentía mucha pena por los conejitos, pollitos y gallinas vivas que vendían allí. Me los habría llevado a todos a casa.

He pasado por delante de la Diputación Provincial y salido por otra de las puertas de la muralla. He recorrido la ronda hasta llegar a la estación de autobuses. El lugar de encuentro con mi abuela, cuando viajaba sola desde Madrid, o donde iba a recoger a mis amigas que venían a pasar unos días conmigo en Viveiro. Allí he comido algo rápido y he seguido caminando por la Avenida Ramón Ferreiro hasta la Rúa Mariña Española y de nuevo en San Roque, y es que el entorno ha cambiado, pero permitiendo que mi cuerpo caminase libremente, parecía que tenía calculada la distancia de cada calle para llegar a casa. Ha sido como trasladarme en el tiempo.

Después, he estado con los tíos y el primo durante un rato, y luego he vuelto a Viveiro.  Una vez más, los 100 km que separan ambas ciudades me han resultado muy cortos con mi nuevo compañero de viaje, que me trae y me lleva sin rechistar, por el momento.

MI VIAJE. DÍA 2


Hoy ha sido un día de gestiones varias, dentro y fuera de casa, pero también un día de recorrer caminos que me han llevado al pasado.

Hoy he recorrido el paseo fluvial junto al río Landro, que es el que desemboca en la ría de Viveiro. El camino comienza en As Aceñas, que es el lugar donde pasábamos temporadas estivales, en casa de uno de los hermanos de mi abuela. Una casa de dos plantas, tan cerca del agua, que en septiembre, el mar solía inundarla. Ahora se encuentra cerrada y abandonada, sin posibilidad de rehabilitarla porque la ley de costas lo impide. Una casa en la que guardo muchos recuerdos, como cuando mi hermano y yo, siendo niños, vimos una botella con un mensaje dentro flotando en el agua. Tenían un perro pastor alemán cruzado con lobo, Lucero. Era un perro enorme que nos acompañaba a todas partes, y que cada tarde, se daba un baño en el mar. Después de cenar, paseábamos a Lucero junto al hermano de mi abuela. En aquella época, los perros paseaban sueltos, y más en esa zona, donde sólo había cuatro casas. Nos aventurábamos a oscuras, atravesando la marisma con la única precaución de no pisar donde brillaba, porque había agua o arenas movedizas.

Ahora puedes atravesar la zona con pasarelas de madera. Un recorrido de unas dos horas que he disfrutado prácticamente sin cruzarme con gente, en silencio, escuchando sólo el viento entre los árboles, el discurrir del río y el graznido de algún ave.

Después de la cena, he ido a andar por el paseo marítimo. Una vez más, me he cruzado con muy pocas personas. Es lo bueno que tiene viajar en estas fechas. El tiempo todavía es cálido, y disfrutas sola del paisaje. He entrado en la playa. El ruido de las olas retumbaba y la luna, casi llena, presidía el cielo. He recorrido toda la playa y he bordeado la ría, recordando el camino que he hecho tantas veces con mi abuela y con mi madre, y es extraño, pero aunque estaba sola, tenía la sensación de que estaban conmigo.

martes, 9 de septiembre de 2025

CARAMBOLAS

A veces pienso, e incluso, lo he escrito en el blog, que como todas las demás personas, llego a la vida de los otros para revolucionarlas, para darles el "empujón" que necesitaban para que cambien algo, o directamente, cambien de vida.

Y hoy, en mi viaje, venía pensando en esas cosas. Casi seis horas conduciendo, dan para mucha reflexión. Por cierto, vuelvo a reivindicar el invento para grabar pensamientos mientras viajamos.

La cuestión es que yo pensaba. "Sí, sí, está muy bien que yo dé "empujones", revoluciono de alguna manera la vida de ciertas personas con las que me encuentro, pero...¿quién me da a mí ese "empujón" que a veces yo necesito?."

Y mientras pensaba en lo injusto que es que yo tenga que seguir caminando sin ayuda, me di cuenta de que los demás también me dan "empujones", aunque no me dé cuenta en un primer momento. Es más, algunas veces, esos "empujones" son consecuencia de cosas que he hecho. Son como las carambolas del billar. Deslizo el taco entre los dedos, le doy a una bola que sale disparada al grupo más numeroso de bolas, las golpea, dispersa y siempre alguna entra en el agujero.

A veces, sé a qué bola es mejor apuntar, y otras veces, lo hago sin pensar, pero el resultado es el mismo. Y ese pensamiento, me llevó a otro. Uno sobre un ángel y un diablo, tirando cada uno de un lado de la cuerda. En ese caso, mi carambola ayudó al diablo. No lo hice a propósito, al menos conscientemente, pero la causa-efecto fue infalible. El diablo se quedó con la cuerda y el ángel perdió la partida. La cuestión es que recibí un buen "empujón" que me está ayudando a replantearme las cosas. Así que, como dicen los GPS, "redirigiendo..."

MI VIAJE. DÍA 1


Ya lo dije en otra entrada hace unos días, y hoy lo repito. Estoy enamorada. Mi nuevo coche es el único que sigue mi ritmo. No defrauda. Hoy hemos hecho nuestro primer viaje largo juntos (607 km), incluyendo puertos de montaña, que ha subido con mucha alegría y ha bajado restaurando batería. No lo he cargado por el camino. Hemos venido "del tirón", sin parar. La verdad es que ni me he enterado del viaje. He venido escuchando música, y hemos tardado menos de lo esperado, a pesar de que la carretera de A Coruña está en obras, plagada de desvíos, y que he encontrado tres atascos saliendo de Madrid.

En uno de estos desvíos por la antigua A-6, he pasado junto al mesón La ruta gallega. Era el lugar de parada obligatoria de toda la familia. Tanto mis padres como mis abuelos descansaban un rato allí, comiendo bocadillos de jamón serrano. Parecía que estaba cerrado y abandonado. Desde que se construyó la nueva autovía, su éxito decayó. Era el lugar de transición entre la llanura castellana y el macizo galaico. Cuando veníamos, nos mentalizábamos para las curvas. Cuando regresábamos a Madrid, celebrábamos haberlas superado. 

Aquellos viajes eternos, con carretera de doble sentido la mayor parte del viaje...duraban prácticamente todo el día. A mí no me importaba. Me gustaba, y cuando llegábamos a Madrid, empezaba a contar los días que quedaban para el verano siguiente.

Me gustaba ir viendo el paisaje. El mismo paisaje que he visto hoy de nuevo. Aquel grupo de árboles en el lado derecho, esa iglesia de la que sólo queda la estructura, ese puente... Parece que el tiempo no haya pasado. Es como volver a la infancia. 

A veces, en aquellos viajes, imaginaba un volante entre mis manos, y las movía como si yo fuera conduciendo. Otras veces, le sujetaba la bolsa a mi hermano para que vomitase, porque solía marearse al llegar a Galicia. A pesar de eso, a mí me encantaba atravesar esa frontera invisible y tan obvia al mismo tiempo. El paisaje es radicalmente distinto.

Pasamos de la llanura árida a las montañas verdes, y más allá, el mar Atlántico esperándonos. Los primeros años, nos quedábamos en Lugo, y desde allí hacíamos escapadas a Viveiro. Entrada mi adolescencia, mi abuela se trasladó a vivir a Viveiro, y entonces el viaje terminaba en el mar.

Al llegar, mis padres se quedaban en casa organizando las cosas, y mi hermano y yo nos íbamos a la playa. Era lo bueno de ser niños. Nuestras responsabilidades en tareas organizativas familiares eran mínimas. Hoy, prácticamente he hecho lo mismo que entonces, aprovechando que he venido sola.

He llegado a casa. He dejado la maleta en medio de la habitación. He bajado al supermercado a comprar algo de comida que pudiera preparar rápido. He comido. Me he puesto el bikini y he salido directa a la playa.

Sentir la arena fina, blanca y plateada de la playa de Covas, bajo mis pies descalzos, no tiene precio. He recorrido la playa un par de veces y me he sentado a observar y escuchar las olas. Había muy pocas personas en esa playa enorme. La marea estaba casi en pleamar. En septiembre, las mareas suben más y el agua prácticamente llegaba a las dunas.

De repente, una neblina ha ido llegando a la playa, desde el mar, y ha comenzado a caer una lluvia fina, que no molesta, que cae acariciando. Yo me he quedado sentada en la arena. Con las olas acariciando mis pies, y la lluvia empapando mi pelo. No me he movido. No tenía que preocuparme de si los niños se mojarían, de si se haría tarde, de que no tenía nada preparado para la cena, o que la maleta estaba todavía abierta en medio de la habitación.

Sólo tenía que preocuparme de mí, y yo estaba feliz. 

Cuando la lluvia ha cesado, he vuelto a casa despacio. Me he dado una ducha. Me he puesto un vestido y una cazadora vaquera y he vuelto a salir. Esta vez, he cruzado el puente hacia el centro. He atravesado la puerta de Carlos V, he entrado en la plaza y he recorrido las calles, bordeando el casco antiguo. Las mismas tiendas. Otras nuevas. Algunos restaurantes cambiados...las iglesias...nunca deja de sorprenderme encontrar esas iglesias espectaculares, concentradas en tan pocos metros cuadrados.

Viveiro siempre tiene ese encanto. Los años pasan, pero hay cosas que nunca cambian. Tantos recuerdos, tanta diversión, nostalgia, tristeza...Siempre tengo la impresión de que hay partes de mí que se quedaron en esas calles, y cuando vuelvo a recorrerlas, voy recogiendo esos pedazos e incorporándolos de nuevo a mí, para que estén conmigo mientras esté aquí, y cuando vuelva a irme, regresen a esos lugares de donde pertenecen.

sábado, 6 de septiembre de 2025

CAMINANDO

Sigo trabajando en mí. Desde hace unos meses, estoy ocupándome de una tarea pendiente que siempre había dejado para más adelante, como cuando tenía que estudiar y en vez de eso, organizaba los cajones de mis armarios. 

Nunca encontraba el momento. Me dejaba llevar, hasta que las circunstancias me han obligado a detenerme y a mirarme. Bucear en mi interior y analizarme, como he hecho tantas veces con otras personas, con mis tareas laborales, con mis hobbies, con mis retos...siempre mirando fuera, buscando la optimización de las cosas, hasta conseguir su perfección de manera obsesiva. La vida era un reto constante, pero siempre fuera...yo era únicamente la persona que conseguía los retos. Nada más.

Sin embargo, la vida me ha ido llevando, por diversas circunstancias, hasta un callejón sin salida. Me ha dicho "No hay más excusas. Ahora te toca a ti". Y en esas estoy. Desde hace meses. En este tiempo, he descubierto cosas muy interesantes de mí misma. He entendido los motivos de mi toma de decisiones en el pasado, ni mejores ni peores, erróneas o no, porque ahí radica una de las conclusiones. Tomamos las decisiones que somos capaces de tomar en cada momento. Lo importante es ir evolucionando para ser capaz de tomar otro tipo de decisiones, que nos traigan paz, calma, que nos coloquen donde queremos estar porque ya estamos listos para estar en ese lugar, que antes ni siquiera imaginábamos podía existir.

Desde hace un tiempo, no busco la validación de los demás, he aprendido a decir no sin sentirme culpable, prefiero la soledad a la compañía vacía, huyo de los discursos destructivos, ignoro los intentos de otras personas por llegar a un enfrentamiento, veo soluciones donde otros ven problemas, dejo que las cosas fluyan, hablo abiertamente de mis emociones y sentimientos, sin miedo al rechazo porque he entendido que sólo las personas que son capaces de entenderme, son las únicas que pueden formar parte de mi vida. Ser yo, sin intentar adaptarme a todos los demás, es el mejor filtro para que las personas que no son compatibles con mi forma de ver la vida, se mantengan al margen. Por supuesto, sigo siendo flexible y empática, incluso más que antes, porque respeto a los demás de la misma manera que quiero que me respeten, pero tengo claro quién encaja y quién no para acompañarme en este viaje, que es la vida.

Analizar mis heridas, entender su origen y cómo curarlas. Identificar mis miedos e inseguridades y entender que sólo me pertenecen a mí, no colocarlas en los demás. Ellos son sólo el espejo de lo que hay en mi interior. 

He entendido que lo importante es lo que yo sienta, independientemente de que haya reciprocidad por parte de los demás. Si la hay, perfecto. Si no la hay, explorar mis sentimientos y emociones, aprender y dejar ir. Soltar. 

Estoy muy agradecida a las personas que me están acompañando. Están haciendo el mismo camino que yo, siendo más o menos conscientes, a su ritmo, pero van evolucionando. Espero poder seguir ayudándote, al igual que tú me ayudas.



domingo, 31 de agosto de 2025

LO QUE NOS MUEVE

Hoy es mi último día sola antes de que los niños vuelvan de las vacaciones con su padre. He estado un mes sola, en el que he podido ocuparme sólo de mí, de mi trabajo, mis proyectos creativos, mi nuevo coche...

Apuro las últimas horas, ya cocinando para toda la semana, poniendo lavadoras, leyendo y escribiendo a ratos. 

He empezado a leer "El túnel", de Ernesto Sábato, una recomendación que me ha hecho una persona con la que comparto gustos literarios. Por el momento, me está gustando. Me recuerda, al menos el principio, al cuento que escribí hace muchos años, "El perverso polimorfo".

También estoy leyendo publicaciones "random", y he pensado pegar una de ellas aquí.  La atribuyen a Mahatma Gandhi, no sé si es cierto porque no suelo dar por supuesto todo lo que se cuelga en las redes. 

La cuestión es que en ese texto se condensa parte de la forma que tengo de ver las cosas. Incluso tiene que ver con la frase de Martin Luther King que escribí en la cabecera del blog. "Si supiera que el mundo se acaba mañana, yo, hoy todavía plantaría un árbol", y es que quizás soy demasiado ingenua, pero no puedo ser de otra manera. Mientras hay vida, hay esperanza. Incluso, sin vida, no sabemos qué hay más allá. 

Copio a continuación el texto atribuido a Mahatma Gandhi.

“Voy a seguir creyendo, aún cuando la gente pierda la esperanza. Voy a seguir dando amor, aunque otros siembren odio. Voy a seguir construyendo, aún cuando otros destruyan. 

Voy a seguir hablando de paz, aún en medio de una guerra. Voy a seguir iluminando, aún en medio de la oscuridad.

Y seguiré sembrando, aunque otros pisen la cosecha. Y seguiré gritando, aún cuando otros callen. Y dibujaré sonrisas, en rostros con lágrimas. Y transmitiré alivio, cuando vea dolor. Y regalaré motivos de alegría donde solo haya tristezas. Invitaré a caminar al que decidió quedarse. Y levantaré los brazos, a los que se han rendido.

Porque en medio de la desolación, habrá un niño que nos mirará, esperanzado, esperando algo de nosotros. Y aún en medio de una tormenta, por algún lado saldrá el sol. Y en medio del desierto crecerá una planta. Siempre habrá un pájaro que nos cante, un niño que nos sonría y una mariposa que nos brinde su belleza”.

(Mahatma Gandhi)

viernes, 29 de agosto de 2025

FOLLAR MENTES

Esta semana, el cine y el teatro español han perdido a dos iconos, Verónica Echegui y Eusebio Poncela. 

Vi Martín H. en el cine, con mis amigas. Recuerdo que llegamos tarde y sólo quedaban unas butacas en primera fila. El plano inicial de Juan Diego Botto, caminando hacia la cámara, nos envolvió de tal modo, que creíamos que estábamos dentro de la pantalla "Parece que se va a caer encima de nosotras", - susurró mi amiga en la oscuridad de la sala.

Vi esa película infinidad de veces. Me gustaba desmenuzar cada uno de sus mensajes. Su guión era magistral. De todos esos mensajes, uno se quedó grabado en mi memoria, con algo que decía Eusebio Poncela, a través de su personaje, Dante, al personaje Martín H. "El placer no está en follar. Es igual que con las drogas. A mí no me atrae un buen culo, un par de tetas o una polla así de gorda. Bueno, no es que no me atraigan. Me encantan, pero no me seducen. Me seducen las mentes, me seduce la inteligencia, me seduce una cara y un cuerpo cuando veo que hay una mente que los mueve, que vale la pena conocer. Conocer. Poseer. Dominar. Admirar. La mente, Hache. Yo hago el amor con las mentes. Hay que follarse a las mentes."

Era muy joven cuando vi la película por primera vez, y aunque entendía perfectamente a qué se refería, ha sido con el paso de los años cuando he sentido y experimentado la profundidad de esta afirmación.

Durante una parte importante de mi vida, me ha movido principalmente la atracción física. Eran relaciones sin consistencia, a pesar de que se extendieran en el tiempo, con mayor o menor implicación emocional. Sin embargo, no me aportaban nada a nivel intelectual, y llegaba un momento en el que la atracción disminuía, y esa persona ya no me estimulaba de ninguna manera, implicando distanciamiento y ruptura. No aportaban nada en mi vida.

Una vez que me di cuenta de esto, decidí que sólo iniciaría relaciones con personas que me aportasen algo más que una atracción física. Personas inteligentes, creativas, que cultiven algún arte...escritura, pintura, escultura, música... Con las que puedas hablar de cualquier tema, y con las que sientas conexión mental, más allá de la atracción física. Personas que admire y que quiera tener presentes en mi vida, siempre, de alguna manera, para que cuando la atracción física decaiga, pueda seguir follándome sus mentes.


lunes, 25 de agosto de 2025

ABRIR PUERTAS

A veces, la vida nos sorprende y pone en nuestro camino posibilidades que teníamos olvidadas. Puertas que habíamos cerrado porque nadie había querido atravesarlas con nosotros. 

Quizás, alguien las había abierto y se había asomado tímidamente, para luego volver a cerrarlas, abrumado por lo que significaba o implicaba.

No todo el mundo está preparado ni dispuesto a abrir todas las puertas, y cuando dependes de otra persona para atravesarlas, si no encuentras quien quiera hacerlo, acabas por desistir, cerrarlas y echar el pestillo. Guardas la llave en algún cajón y, con el tiempo, te olvidas de que existen esas puertas.

Pero como decía, a veces la vida nos sorprende y pone en nuestro camino a personas que no sólo están dispuestas a atravesar las puertas con nosotros, sino que te enseñan sus propias puertas y te invitan a atravesarlas con ellos. Dejas de ser el anfitrión para convertirte en invitado, y entonces entiendes que esa persona también está dispuesta a atravesar tus propias puertas, y buscas en el cajón aquella llave olvidada. Y esta vez no estoy hablando de la llave de un coche...

ROMPER PATRONES

Hace mucho tiempo que sé que he venido a romper patrones. Por supuesto, no era consciente del nombre técnico, pero sí de su significado. 

Lo supe cada vez que sentía cómo mi madre echaba de menos su independencia, y cada vez que notaba que añoraba trabajar fuera de casa. Renunció a todo por poder hacerse cargo de todas las tareas domésticas en solitario.

Lo supe cada vez que sentía la ausencia de mi padre, que se desvinculaba de cualquier actividad que no fuese laboral, y además se quejaba prácticamente de todo.

Lo supe cuando decidí que yo criaría a mis hijos desde el inicio, rompiendo el patrón que arrastran las familias de mis progenitores, donde en la más tierna infancia, y a veces, hasta la edad adulta, eran las abuelas quienes se hacían cargo del cuidado de los nietos. 

De esta manera, decidí ser independiente económicamente, dar prioridad a mi vida laboral, demorar la decisión de ser madre hasta que pudiese compaginar el trabajo con la crianza, y no quedarme en relaciones que no me hacían sentir bien.

Espero que mis hijos sigan en la misma senda de priorizar su independencia, hacerse cargo de sus decisiones y apartar de su camino a las personas que les drenan.

A veces, la única manera de cambiar las cosas, es empezar a cambiar uno mismo, y a partir de ahí, generar un patrón sano. De esta manera, eres espejo para las personas que tienes más cerca, generando otro tipo de dinámicas. 

domingo, 24 de agosto de 2025

ENAMORADA

Esta semana, alguien ha entrado en mi vida. Era algo que, hace meses, había entendido que era necesario que buscase, a pesar de mi resistencia habitual a este tipo de cosas. Me habían recomendado páginas en internet, que visité con asiduidad, pero no encontré nada que me interesara realmente.
Fue en una comida familiar, cuando mi hermano me lo recomendó. "Es el mejor", me dijo, sin dudar. Es cierto que su apariencia física me gustaba. Su porte, su silueta, y su mirada felina me atraían especialmente. Su personalidad también me fascinaba, especialmente su autonomía y practicidad. Así que, sin pensarlo demasiado, decidí dar un paso más y conocerle en persona.
El flechazo fue instantáneo. Cualquiera de las idealizaciones que mi mente ya había acariciado, se quedaban cortas en el plano físico. Aún así, decidí tomarme tiempo y pensarlo con calma. Analizar los pros y los contras. El famoso "me conviene o no me conviene". 
Pasaron los días y las semanas, hasta que una compañera de trabajo me preguntó si me había decidido por él o no. Me di cuenta en ese momento, que no podía demorar más mi decisión. Ella me animó. Tenía un amigo común que podía facilitar un encuentro, y yo le dije que sí, así que acordamos que podríamos encontrarnos definitivamente en un par de semanas. El mes de agosto siempre ralentiza los procesos.
El martes 19 de agosto, por fin, nos encontramos cara a cara. Un momento emocionante porque nunca había manejado algo así, tan práctico y sofisticado al mismo tiempo. 
Alguien que le conoce bien me explicó previamente cómo debería comportarme para que las cosas fluyeran. Cuáles son sus necesidades y sus reacciones en cada situación, y cómo podría reajustar determinados parámetros si nuestra compatibilidad estaba comprometida.
Una vez que las recomendaciones finalizaron, llegó el contacto físico. Los ajustes necesarios para que la conexión entre nosotros funcionase. Me llevó un par de horas hablar su mismo lenguaje, y conocer el punto exacto en el que él reaccionaría como yo quería, pero superadas esas dos primeras horas iniciales, nuestra relación ya está completamente consolidada. Cuento las horas para reencontrarme con él y sentir de nuevo esa conexión especial que ya existe entre nosotros, donde él me da lo que quiero y yo le doy lo que necesita.
En un rato, bajaré a buscarle al garaje para que me lleve a encontrarme con unas amigas. Mi BYD Seal U dm-i, me espera ya impaciente, con la batería cargada al 100%. Mi única duda es si le dejo el techo panorámico o lo abro por completo, aprovechando todavía el buen tiempo.

viernes, 15 de agosto de 2025

FELIZMENTE SOLA

Me gusta estar sola. No siempre puedo estarlo porque los niños están casi todo el tiempo conmigo durante el curso escolar, aunque cada vez son más independientes, y a pesar de que estemos los tres juntos en casa, cada uno busca su espacio de soledad.

Estos días, que los niños están con su padre, para mí son festivos aunque trabaje. No tengo que pensar en comidas y cenas elaboradas, ni poner lavadoras cada día, ni estar pendiente de qué necesitan, ni mediar en sus conflictos cotidianos.

Estoy felizmente sola. Los días que trabajo, me levanto con calma. Ducha, vestirme, café, maquillaje, perfume de mi amigo Roberto...y cierro la puerta con llave al salir, porque nadie se queda dentro, salvo los peces de los acuarios.

Al llegar a casa, me quito las sandalias, cierro ventanas, enciendo el aire acondicionado, echo comida en los acuarios, me preparo algo rápido para comer, recojo y me siento a gestionar temas pendientes, -estos días la compra de un coche nuevo y la instalación de un punto de carga en el garaje-.

Quito algas en el acuario de agua dulce y doy de comer a la anémona. Ella ya conoce mi tacto y sus tentáculos sujetan el pellet de camarón cuando se lo coloco con cuidado sobre su boca. Los peces payasos se retiran un momento, pero vienen a jugar con mis dedos antes de que saque la mano del acuario.

Me siento en el sofá, elevo una parte de la mesa de centro y apoyo mi tablet para escribir cómodamente. Las horas vuelan mientras las puntas de mis dedos golpean suavemente las teclas virtuales. La historia avanza lentamente, mientras el sonido rítmico y constante del agua cayendo en cascada en los acuarios me acompaña. 

A veces, contesto un mensaje o alguna llamada, entre ellas, por supuesto nunca puede faltar la llamada diaria a mi padre, sobre las ocho, para confirmar que sigue con su queja habitual.

La mayoría de los días, me sorprendo de lo tarde que se ha hecho tan deprisa. Ceno algo ligero y me acuesto. Otras veces, me doy un baño con espuma y gel de vainilla. Hundo la cabeza en el agua y escucho...Los sonidos se oyen amplificados. Escucho a los vecinos y otros ruidos que habían pasado desapercibidos fuera del agua. Me siento como en una burbuja, rodeada de paz y tranquilidad. En un mundo a parte y propio, que nunca nada ni nadie me podrá quitar.

Los festivos, como hoy, me despierto con calma. Leo o escribo en la cama, antes de poner los pies en el suelo. Me incorporo despacio. Desayuno, ducha, vestirme...hoy tengo comida con una de mis mejores amigas en Lavapiés. 

Otras veces, preparo la comida para unos cuantos días. "Ok Google. Cuéntame las ultimas noticias". Y Google me pone al día. "Ok Google. Pon música de Evanescence". Y Google selecciona una primera canción de Evanescence y el resto de otros grupos de rock alternativos. Cuando me apetece bailar mientras cocino, le pido música de Shakira, para mover las caderas mientras remuevo la comida en la sartén. 

Riego las plantas con el agua del acuario de río. Mi casa parece un vergel. La monstera amenaza con salir por la ventana y la buganvilla, aunque sin flores, por estar en el interior, trepa por el techo. Los potos, en su crecimiento desbocado, extienden sus ramas en los lugares más insospechados. El tronco del Brasil de mi habitación, luce lustroso con sus hojas enormes verde intenso, extendiéndose casi hasta el techo. El bonsái ha brotado de nuevo, tras la sequía que sufrió en mis vacaciones.

Éste es mi refugio. Plantas, peces, agua, música, creatividad...paz...en este caluroso mes de agosto que puedo disfrutar de estar sola.

Y es en esta tranquilidad, en esta paz, cuando me doy cuenta de lo que valoro estar sola, sin que nadie me diga lo que tengo que hacer, sin sentir la obligación de agradar a los demás, sin comer si no me apetece comer, sin dar explicaciones, sin hablar si quiero estar en silencio, sin comunicarme con el exterior...Una lista inacabable de "sin" que me deja ser yo. Genuina y libre. Sin ataduras, sin compromisos, y regalándome lo que quiero sin juzgarme.

jueves, 3 de julio de 2025

Nunca lo sabremos

Hace días que un pensamiento ronda en mi cabeza, y estoy segura de que es un pensamiento bastante común. Es un pensamiento que, en ocasiones, me asalta. Es un pensamiento reiterado, una duda existencial, una pregunta sin respuesta, aunque a veces, alguien con quien he verbalizado ese pensamiento, me la ha dado. "No era el momento". "No estábais en la misma onda". Quizás, la respuesta es más simple. Nos vimos, pero no nos llamamos la atención. 

En ocasiones, hay personas que me han preguntado lo mismo, con distintas palabras, pero idéntico significado, que venía a decir, ¿Cómo es posible que habiendo estado en los mismos sitios en la misma época, no nos hubiésemos encontrado?. A continuación, ellos mismos se contestan. Seguro que te vi y te dije algo, pero no me hiciste caso. Es muy posible. No lo descarto, porque la realidad es que durante años, cuando iba a pubs o discotecas con mis amigas, lo único que quería era escuchar música, bailar, hablar de lo que nos había ocurrido durante la semana, divagar, filosofar...y aunque estuviésemos rodeadas de otras personas, ignorarlas. A veces, muy pocas, interactuábamos, de manera breve e infructuosa para los hombres. No estábamos interesadas en ellos por muchas razones, porque teníamos pareja en ese momento, o simplemente, no nos apetecía hablar con otras personas. 

La cuestión es que cuando me han preguntado por qué no nos conocimos en ese momento, hace 20 o 25 años, de manera velada, se está planteando que nuestras vidas hubieran podido ser distintas si nos hubiéramos conocido antes. Si no les hubiéramos ignorado, o si aquella noche, en lugar de ir a un pub, hubiéramos entrado en el de al lado... Ese comentario da mucha información, entre la que se encuentra que no están muy felices con su vida, actualmente.

Ahora, que está tan de moda el multiverso, quizás hay versiones de nosotros que sí se conocieron, y experimentan lo que implicó conocernos en otro momento de nuestras vidas en el que no era demasiado tarde, y seguramente, preguntaremos a otras personas por qué no nos conocimos antes, y muy probablemente, esas personas son a las que conocimos "a tiempo" en esta vida y con las que no nos sentimos muy bien actualmente. Nunca lo sabremos.

domingo, 29 de junio de 2025

Desear ser invisible

Ahora dicen que cuando vamos en el transporte público, no levantamos la mirada del móvil. Es cierto, pero para mí no es nada nuevo. Ya hacía eso hace más de 30 años, y aunque no era algo tan generalizado, no era la única. No tenía móvil, por supuesto, pero lo sustituía con un libro. Siempre viajaba en transporte público leyendo libros, por dos motivos, me encanta leer y quería pasar desapercibida.

Los usaba como parapeto, como excusa para evitar que mi mirada se cruzase con la de algún hombre, y éste intentara iniciar una conversación conmigo. Ocurría a veces, de todos modos. "Estás muy concentrada en la lectura".  "¿Qué estás leyendo?". "¡Qué anillo tan bonito!"...cualquier excusa era buena, pero cuanto menos levantase la vista del libro, menos posibilidades tenía de que quisieran interactuar, a pesar de que mi semblante era serio, y mis respuestas cortas y secas, únicamente contestadas por educación. Deseaba ser invisible. 

Ayer fui a una fiesta de cumpleaños y tuve una sensación parecida. No conocía a la mayoría de las personas que se encontraban allí. Sólo a una pequeña parte. Otro de los invitados sólo conocía a la homenajeada, que estaba demasiado ocupada con la organización y saludando a todos los presentes, muchos. Ella nos presentó y se ausentó rápidamente. Nos explicamos de qué conocíamos a nuestra amiga común, incluyendo pinceladas de nuestras vidas, por lo que rápidamente me di cuenta de que estaba divorciado y sin pareja. Él se dio cuenta de que mi situación era la misma un poco después y entonces comenzó a llevar la conversación por unos derroteros que comenzaron a encender todas mis alarmas. Claramente, buscaba una excusa para salir de allí con una cita. Así que centré mi atención en otra amiga que se encontraba en la fiesta, que se unió a la conversación, desviando su objetivo. Poco después, él abandonó la fiesta.

Entonces, eché un vistazo rápido, sólo como entretenimiento, para hacer un análisis de cada uno de los asistentes, hombres y mujeres. Los que estaban felices, los que estaban cansados, los que sufren en silencio, los que no encuentran una salida airosa, los que aparentan tener una vida perfecta... Y en ese análisis, en ese vistazo rápido, cada vez que mi mirada se posaba en cada uno de ellos, me encontraba a veces con sus miradas. Algunos me miraban al sentirse mirados. Otros me miraban todo el tiempo. Quise ser invisible. Recordé mis viajes en el transporte público y consulté los mensajes en el móvil durante unos breves minutos. Era el momento de irme.


domingo, 8 de junio de 2025

LO IMPOSIBLE

"Es una locura. No vas a conseguirlo", me dijo aquel amigo y compañero de luchas vecinales cuando decidí iniciar una campaña difícil, pero no imposible porque tenía claro cuáles eran los pasos que tenía que dar. Busqué a las personas adecuadas, utilicé medios tecnológicos, invertí todo mi tiempo libre y le robé horas al sueño, y contra todo pronóstico, conseguí lo que parecía inalcanzable.
Años más tarde, en el mundo laboral, después de haber superado numerosos retos, me encontraba ante otro que parecía inasumible. Incluso, intentaron boicotearlo, creyendo que iba a ser imposible, pero una persona poderosa reunió a todos los jefes de departamento y yo pude decirles. "Puedo hacerlo. Dejadme intentarlo, al menos". Mi compañero de trabajo me dijo "realmente, si lo conseguimos, lo recordaré siempre como un hito". Y lo conseguimos...Muchas horas invertidas, mucho esfuerzo, pero lo hicimos.
Y es que cuando creo en algo, voy a por ello, aunque me digan que no voy a conseguirlo, que no funcionará, que es una locura...y ahora mismo, me encuentro en ese brete, en intentar lo imposible, una vez más.

sábado, 17 de mayo de 2025

Hablar el mismo lenguaje


A veces, cuando creías que ya lo habías visto todo, llega alguien y te sorprende, y descubres que hay personas que ven la vida desde otra perspectiva que no habías imaginado. 
Te desconcierta porque estás acostumbrada a otro tipo de actitudes y de pensamiento, e intentas traducirlo al mensaje que conoces, y cuando estás a punto de darle forma, te das cuenta de que no se trata de una traducción, sino de un lenguaje que no se rige por las mismas reglas que los que tú conoces. No puedes traducirlo. No puedes interpretarlo. Sólo tienes que escucharlo, entenderlo y respetarlo. Y cuando lo haces, te desarma. Las reglas que habías usado hasta el momento ya no sirven. Tienes que usar unas nuevas reglas con esa persona para que no haya malos entendidos. Y cuando las analizas en profundidad, las comparas con las que has utilizado durante toda tu vida, te das cuenta de qué diferente interpretación tiene todo. En ese momento, comienzas a entender el comportamiento de algunas de las personas que han pasado por tu vida. Ellas también tenían sus propias reglas, pero no te las habían explicado, y por eso no pudiste entenderlas y te alejaste, interpretando la situación con tus propias reglas, que funcionaban en otro paradigma.
La comunicación es la llave de todas las relaciones. Lo que decimos, lo que callamos, lo que interpretamos, lo que damos por hecho, lo que no preguntamos…Incluso, cuando tenemos miedo a escucharnos a nosotros mismos, la lucha interna con nuestro ego, nuestros miedos, nuestras anticipaciones…Todas basadas en nuestras experiencias previas, de las que en la mayoría de los casos, desconocemos cuáles eran las reglas de la comunicación de las otras personas. No se las habíamos preguntado. Dábamos por hecho que hablaban nuestro mismo lenguaje.

viernes, 2 de mayo de 2025

CUANDO ENCUENTRAS TU PROPÓSITO

Estos días sigo explorando, desmontando las ideas, buscando respuestas, regresando al origen de los pensamientos que dieron lugar a las teorías que he manejado hasta ahora. No temo desandar el camino establecido y buscar otras hipótesis. 
Sigo buceando en mi infancia, y he encontrado algunas respuestas en este mismo blog, a través de algunas entradas que escribí en 2008...
He ido enlazando ideas y atando cabos hasta llegar a una nueva teoría que, una vez más, contradice las líneas de pensamiento actuales, pero que cobra sentido al unirlo con una conversación que tuve hace unos días con una persona inesperada.
Una frase de esa persona dio sentido a mi nueva teoría, a pesar de que el objetivo de ella era que yo concluyese todo lo contrario. Siempre a contracorriente...
Uniendo el objetivo de encontrar un nuevo propósito en mi vida al análisis de mis relaciones pasadas, descubrí que a raíz de una relación traumática, comencé a ejecutar el propósito que estaba buscando en el presente. 
Comprendí que no puedo luchar contra mi naturaleza, sino entenderla y asumirla. Ser consciente de cuál es mi rol y aceptarlo, para poder seguir ejecutándolo sin sentirme culpable por volver a hacer lo mismo en lo que creía que fallaba, porque realmente, no fallaba, sino que había cumplido mi objetivo y era hora de partir para tomar un respiro y esperar a que la vida me llevase a una nueva experiencia.
Estos días de reencuentros con viejas amistades se han llenado de conversaciones profundas, salpicadas de nuevas reflexiones que promueven personas que entran en mi vida. Nuevas perspectivas y análisis del pasado llevan al mismo punto.
Una de mis viejas amigas me decía que transmito paz y serenidad, y realmente, es así como me siento. Veo las cosas con una claridad que asusta, analizo cada palabra y cada gesto y pregunto abiertamente los comentarios que no entiendo. Veo el dolor, el miedo, el querer etiquetar para experimentar una falsa seguridad, ponerse la tirita antes de sentir la herida, una herida que seguramente nunca se producirá porque mi propósito es el contrario, y porque sé que en algún momento, alguien conseguirá que no me vaya.
A veces, es difícil entender que si dejas que las cosas fluyan, el miedo desaparece, encuentras lo que ya habías dado por perdido, e incluso, rompes hechizos.

El día que nos sentimos terriblemente vulnerables como sociedad

La semana comenzó con un gran apagón que paralizó España, Portugal y una parte de Francia. Nuestra vida paró por completo. 
Abandonamos nuestros puestos de trabajo. Dependimos del coche, autobús o piernas para desplazarnos. Perdimos la conexión en nuestros móviles, regresando abruptamente a la era analógica. Vaciamos los pocos supermercados que permanecían abiertos. No podíamos sacar dinero de los cajeros y nuestras tarjetas de crédito eran inservibles. No había luz en nuestras casas. Se improvisaron bocadillos o comidas frías en las casas que no disponían de gas. Se echó de menos el transistor a pilas. Se sacaron las linternas y las velas para iluminar las estancias cuando cayó la noche.
Cuando llegué a casa, los niños ya habían comido, improvisando unas fajitas y bocadillos. Habían encendido unas velas que habían dejado en los baños, los únicos espacios sin luz natural. Los filtros, luces y skimmer de los acuarios no funcionaban. Los peces parecían tranquilos, pero la anémona se movía por todo el acuario, en busca de luz y movimiento de agua. Le di de comer un pellet de gamba, ya que no podía alimentarse de la luz. Los niños estuvieron leyendo cómics y libros. Yo hice bicicleta estática y mis ejercicios para fortalecer la espalda. Cenamos pronto, algo improvisado, mientras todavía había luz natural. Hice meditación antes de acostarme, mucho antes que cualquier noche. Los niños estaban contentos. Dejé el interruptor de la luz encendido para que me despertase al regresar, y así fue, cómo a las 22.15, la luz me despertó y me levanté rápidamente a encender los aparatos de los acuarios. Todo funcionaba perfectamente. Llamé a mi padre, que estaba ya dormido, y hablé por Whatsapp con algunos amigos que ya tenían luz. Todos estaban bien.
No fue una mala experiencia para darnos cuenta de lo vulnerable que somos ante la dependencia de un recurso que resultó volátil durante más de diez horas, algo que creíamos impensable hasta el momento. Personalmente, me sirvió para conectar con mis hijos de otra manera y para ocuparme más de mí. 

domingo, 20 de abril de 2025

FIN DEL VIA CRUCIS

En esta Semana Santa, que llega a su fin, he vivido un auténtico vía crucis. 
Comencé la semana ayudando a romper un hechizo, y después bajé a los infiernos y subí a los cielos. He muerto y he resucitado, y no he estado sola en mi pasión. Otras personas me han acompañado, de espíritu, porque he estado la mayor parte del tiempo sola.
He contactado con viejos amigos que me han reconfortado con sus palabras de aliento. He escrito mucho y he buceado en mi pasado. He expiado mis culpas y pedido perdón por mis pecados. Los días y las noches han sido intensos, he derramado muchas lágrimas y he reído a carcajadas. He crecido como persona. He finalizado mi reconstrucción y he emergido como el ave fénix.
También he aprendido una importante lección. Sé cómo quiero que me traten mis próximas parejas, si las tengo. Quiero que vengan enseñadas y me den la prioridad que merezco. También he aprendido que las cosas no son blancas o negras. 
He visto muchos vídeos de autoayuda y he comprobado que hay una corriente que te anima a bloquear a tus ex parejas. Es la misma táctica que está aplicando mi última expareja conmigo, y no me parece nada práctico, porque ahora tenemos ropa y demás enseres del otro a 1.200 km de distancia, y sin comunicación, no podemos hacérnoslo llegar. Imagino que en algún momento, romperá el silencio para organizar los envíos. 
Creo que esta estrategia es necesaria cuando se ha sufrido un maltrato por la otra persona. Yo tuve que hacerlo hace muchos años, pero si lo que está ocurriendo es que una de las dos partes decide parar la relación, explicando los motivos, y a disposición de la otra parte, creo que el silencio es una especie de chantaje emocional, que significa "o a mi manera o a ninguna", y le das un poder a la otra persona, que creo que no es sano. 
Desde mi punto de vista, lo sano es respetar la decisión del otro, reajustar expectativas, y aunque la relación física emocional haya terminado, ser capaz de mantener un contacto cordial con la otra persona, evitando que se sienta culpable por su decisión. 
Esto también lo he aprendido en estos días. No ha estado mal para ser un vía crucis...

sábado, 19 de abril de 2025

NOVIEMBRE DULCE

En ocasiones, me siento como la protagonista de la película "Noviembre dulce", con Charlize Theron y Keanu Reeves. Una mujer que entra en la vida de los hombres, como un torbellino, durante un breve espacio de tiempo, pero el suficiente como para cambiar sus vidas de manera radical. En mi caso, me quedo más tiempo, pero el resultado es el mismo. Sus vidas han cambiado radicalmente y me lo suelen reprochar cuando me alejo, al comprender que la relación no es buena para mí.

También, a veces, hay personas que se cruzan en mi vida de manera fugaz, provocan una pequeña revolución, me ayudan desinteresadamente, me protegen y alumbran mi camino a través de las tinieblas, y aunque después deban desaparecer, algo de ellas sigue en mí. Esas personas no desaparecerán nunca de mi vida. No están en el día a día conmigo, y quizás, transcurran años sin saber de ellas, pero a veces dan señales de vida o si las llamo, siempre responden.

Sin embargo, hay momentos en los que me pregunto si sería posible que alguna de esas personas pudiera permanecer junto a mí. Quizás, si se quedasen a mi lado, la magia desaparecería, convirtiéndose en un reproche más por haber transformado su vida y después alejarme, o puede que no. La vida siempre acaba sorprendiéndonos.

viernes, 18 de abril de 2025

PROCESO FINALIZADO

Hace unos días, hablaba en este blog sobre mi "reconstrucción". Pues bien, ese proceso ha finalizado.

Siempre he sido capaz de rearmarme rápidamente cuando algo ha fallado en mi vida. Mis heridas físicas y emocionales cicatrizan veloces. Incluso, ahora, mis dolencias físicas, que me han atormentado durante tres meses, han remitido, reduciéndose a pequeñas molestias.

Durante semanas, me he analizado, he escarbado en los recuerdos de mi infancia, he identificado de dónde vienen mis inseguridades y el querer agradar a los demás, olvidándome de mí. Identificarlo me ha ayudado a neutralizarlo.
También he analizado mis relaciones pasadas. Las situaciones tóxicas, la tolerancia al menosprecio o a la ocultación, la manipulación o la ambigüedad.  Porque, efectivamente, en mayor o menor medida, todas mis relaciones pasadas contenían alguno de estos componentes, o incluso todos. Es cierto que me desenvuelvo bien en la ambigüedad. Juego con ventaja en esas situaciones, y la ambigüedad se volvió contra ellos, pero todos jugaron a hacerme sentir culpable mientras ellos asumían el rol de víctima. Por tanto, no debo caer en ella de nuevo. 

Hace años, en un proceso similar a éste, escribí "no sé lo que quiero, pero sé lo que no quiero". Seguía perdida. Ahora sí puedo decir que sé lo que quiero y cómo lo quiero. También sé el tipo de persona que puede aportar en mi vida, y no restar. Sé lo que merezco, y que al menos, me admiren, me respeten y me quieran tal y como soy, con todos mis claroscuros, que tengo muchos, pero sobretodo, que me dejen ser yo misma, siempre.
También debo hacer algo, que soy consciente que para mí será lo más complicado, que es identificar y dejar pasar a esas personas que no me convienen. Aprender a no dar segundas oportunidades, o lo que es lo mismo, no introducir de nuevo el pez en la pecera cuando ya ha saltado del agua.

Quiero dar las gracias a una persona que me ha ayudado en el final de este proceso. Me ha dado el impulso que necesitaba para entender todo lo que bullía en mi cabeza, que ha escuchado con paciencia y atención mis elucubraciones, y me ha dado su visión de las cosas, desde la amistad desinteresada y sin juzgar. Gracias.

jueves, 17 de abril de 2025

LA REGLA DEL BLOG

Hace tiempo que vengo observando un fenómeno curioso, que se repite invariablemente. 
Al principio, creía que se trataba de una casualidad, pero una vez constatado en múltiples ocasiones, he de decir, que "la regla del blog" no falla.
¿En qué consiste "la regla del blog"?. Es muy sencilla.
Comencé a escribir en este blog en el año 2008. En él he hablado de temas diversos. Temas personales, familiares, sociales, políticos, sobre literatura, cine...lo que mantuviera mi atención en ese momento. He estado ausente del blog durante mucho tiempo. Largos periodos en los que la vida me tenía tan ocupada, que no era capaz de encontrar un hueco en mi apretada agenda para volcar mis pensamientos o preocupaciones. Hace un tiempo, intento encontrar ese espacio para escribir. El formato del blog permite vomitar lo que te ronda en la cabeza de una forma rápida y efectiva.
Suelo compartir el blog con las personas con las que más me relaciono en el momento de escribir las entradas. Amigas, amigos, parejas, personas con incipiente interés por mí...y con estos dos últimos grupos, he comprobado "la regla del blog".
Las amigas y amigos son siempre incondicionales. Leerán el blog cuando tengan tiempo para hacerlo.
Las parejas, nunca lo leen. Lo leían cuando pertenecían al grupo "personas con incipiente interés por mí", pero no después. El interés desaparece cuando la pareja ya está consolidada. Olvidan que vuelco parte de mis emociones en este blog, hasta el punto que cuando empiezo a escribir aquí sobre las dudas que me genera la situación de pareja que tengo en ese momento, todas las demás personas que me leen, lo saben, pero ellos no, cuando son los principales interesados. 
Y te preguntarás, "¿cuando tienes dudas en tu relación de pareja no se lo dices directamente a ellos, tienen que leer el blog para enterarse?". Por supuesto que se lo digo directamente a ellos, pero en general, hacen caso omiso. Aunque manifieste que no me siento bien y que algo no funciona, mientras continúe en esa relación, para ellos, nada cambia. Algo que he aprendido para mis relaciones futuras.
En cuanto a quién lee primero las entradas en mi blog, por supuesto, las "personas con incipiente interés en mí". El problema es que el ciclo se repite cuando esa persona con incipiente interés se convierte en mi pareja, y se olvida de que existe este blog, así que, desde aquí, aviso a navegantes con incipiente interés en mí, si en algún momento, somos pareja, por favor, no te olvides de leer este blog...

domingo, 13 de abril de 2025

EN RECONSTRUCCIÓN

Hace aproximadamente mes y medio que detuve la última relación de pareja. 
Él es perfecto en todo. Inteligente, atractivo...Pero vive a 1.200 km y arrastra un divorcio muy complicado. Lo que implica viajes constantes y la tensión de una historia inacabada. 
Hemos podido sobrellevar dos años y medio en esta situación, pero mi cuerpo se agotó y enfermó. Me dijo "Si tú no paras, yo te paro". Y me paró. 
Ahora estoy casi recuperada. Todavía con dolor, pero poco a poco, mi cuerpo me permite volver a la cotidianidad.
Sin embargo, aunque parezca que todo vuelve a ser como antes, ya no lo es.
Repaso mi vida sentimental desde los 23 o 24 años hasta ahora. Muchas parejas, y en todas se repitió el mismo ciclo. Conocernos, integrarme completamente en sus vidas, aprender distintos idiomas, practicar diferentes deportes y aficiones, adaptarme a sus gustos, a sus familias...Cansarme de las situaciones. Valorar "me compensa o no me compensa". No me compensa. Dejarles ante su estupefacción porque creían que todo iba bien.
El problema es que la dinámica era constante porque poco después de dejar a uno, conocía al siguiente, y volvía a adaptarme a todo lo nuevo. Resultado: no sé quién soy. 
Conclusión: Tengo que reconstruirme, y la próxima vez que inicie una relación, tengo que saber poner límites y el otro respetarlos, pero además, tiene que haber superado sus relaciones pasadas, no puede imponer su modo de vida, debe respetar mi espacio, y aportar a la relación en la misma medida que yo aporto. Todos tenemos mochilas, pero cada uno tiene que llevar la suya.
Así que he iniciado una nueva relación, pero conmigo misma. Tengo que adaptarme a mí, escucharme y hacer lo que me apetezca, sin tener que dar explicaciones a nadie, salvo a mí misma. No es mal plan. Y lo mejor...es mi plan.


domingo, 6 de abril de 2025

Drama en el acuario marino


Mi pequeño pedazo de mar doméstico está enfermo. 

No sé cómo empezó todo, aunque tengo sospechas. La acuariofilia, en ocasiones, te depara desagradables sorpresas que no puedes explicar. Suelen estar involucradas una serie de circunstancias, que unidas, llevan a la catástrofe, como ha sido en este caso.

El origen pudo ser alguna bacteria o parásito que viniera en alguno de los nuevos corales que había introducido en el acuario. Pudo ser también el pez mandarín que había traído unas semanas antes, o es posible que comenzara por una reacción al agregar el calcio o magnesio al agua, ya que uno de los peces pijama se acercó al filtro mientras aditaba, creyendo que iba a echar comida, y puede que se le irritaran los ojos por eso, porque empezó por ahí, con una capa blanquecina en los ojos del pez pijama. Después, la capa blanquecina apareció en otro de los ojos de otro pez pijama, y lo que parecía ser hongos, en la boca del tercer pez pijama. 

A su vez, aparecieron unos puntos blancos en la piel de vulpinus, y el pez mandarín comenzó a comportarse de forma extraña, escondiéndose y dejando de comer. Los peces payaso y el gobio parecían estar perfectos.

En cuatro años de acuario marino, nunca había habido tantos peces enfermos a la vez. Había tenido alguna baja aislada hacía tiempo, pero sin dar muestras de patología previa.

Busqué información en internet, pero el diagnóstico no estaba claro, ni tampoco el tratamiento. Parecía una mezcla de enfermedades y cada uno tenía diferentes remedios. Los que apostaban por remedios naturales, -ajo, jengibre, cambios a acuarios hospital sin salinidad-; los que apostaban por medicación para acuarios, y los que apostaban por antibióticos. Todos o la mayoría enfrentados. Probé con el ajo, mezclado con comida, pero aunque lo comían, no mejoraban. El pez mandarín desapareció sin dejar rastro.

Acudí a mi tienda de acuario marino de referencia, donde compré una medicación de amplio espectro. Cuando la adité al acuario, era demasiado tarde. Los peces pijama estaban bastante afectados. Uno de ellos estaba escondido en la parte de atrás del acuario. Los otros dos estaban cerca de él, y todo el tiempo juntos. Si se movía, los otros le acompañaban en todo momento, guiándole. 

Una mañana, parecía que estaba mejor, y estuvo nadando por la parte de delante del acuario, hasta que se desplomó sobre la arena. Los otros dos, seguían empeorando, guiándose mutuamente, hasta que uno de ellos, apareció muerto detrás de las rocas. 

El resto de peces se escondieron cuando vieron cómo lo sacábamos con la red. El otro pez pijama desapareció. Le estuve buscando hasta que le encontré, oculto debajo de una roca. Nunca se había escondido así. Sus ojos transmitían terror, y evitaba mirarme, cuando hasta el momento, siempre que me veía cerca del acuario, se acercaba a mí y me miraba directamente a los ojos. Estaba claro que temía que le sacara del acuario igual que a sus amigos.

Vulpinus continuaba empeorando, y nadaba frente a la bomba de olas, contra corriente, imagino que para aliviar el picor que le producían los parásitos del ich, que creo era lo que él sufría. Ya no se acercaba para comer. Al día siguiente apareció inmóvil tumbado contra una piedra. El pez pijama había salido de su escondite. Estaba tumbado sobre la arena. Sus branquias se movían a duras penas, pero sabía que debía dejarle morir tranquilo. No podía hacer nada más que esperar.

Los peces payaso, que hasta el momento, no presentaban síntomas, comenzaron a actuar de manera extraña. Ya no dormían en la parte de atrás del acuario, sino en la parte de delante. La hembra apareció tumbada en la arena, intentaba levantarse, pero no podía. Junto a ella, estaba el macho, que nadaba sin problema y seguía comiendo. El pez pijama dejó de respirar. Horas más tarde, el pez payaso hembra, estaba cubierta por una capa blanquecina y no mostraba signos de vida.

En el acuario, además de los corales y la anémona, quedaban sólo el pez payaso macho, el gobio, y el camarón pistola. Cuando parecía que no habría ninguna baja más, el pez payaso comenzó a tumbarse en la arena y comenzaron a aparecer manchas blancas en su cuerpo. Estaba contagiado. Llegó un momento en el que estaba tumbado junto a la entrada de la cueva del gobio y el camarón. Yo observaba con detenimiento porque parecía que había cambiado su posición, con la parte posterior del cuerpo casi dentro de la cueva, y entonces...de repente, desapareció en el interior, de manera abrupta, sin moverse, algo había tirado de él desde el interior. Por supuesto, había sido el camarón pistola.

Pensé que iba a comérselo. Quizás, también había hecho desaparecer al pez mandarín. Pero como en las historias con un giro inesperado al final, cuando crees que ya sabes lo que ha ocurrido sin género de dudas, al día siguiente, el pez payaso apareció en medio del acuario, tumbado en la arena, completamente blanco, pero intacto, y entendí lo que había ocurrido. El camarón le había escondido de mí. Le había cobijado en su cueva, y él y el gobio le habían acompañado hasta su muerte. Una vez fallecido, le habían sacado al exterior.

Esos días fueron muy duros. Lloré mucho por estos compañeros de piso, que se acercaban a saludarme y a pedir comida cada vez que pasaba junto al acuario, pero también, aprendí mucho de ellos, cómo se cuidaban, cómo protegían al más débil, cómo le guiaban e incluso, como le escondieron.

El gobio y el camarón pistola han sobreviviendo a lo que hubiese en el acuario. Han transcurrido casi tres meses desde la última muerte, y por el momento, voy a esperar unas semanas más para dar tiempo a que el parásito o bacteria muera. Creo que el gobio no se contagió porque él interactúa únicamente con el camarón, aunque parece extraño porque estuvo acompañando al pez payaso hasta el final.

A veces, me siento tildada como loca cuando explico las cosas que hacen o han hecho los animales con los que he convivido, pero cuánto más les observo y analizo, me doy cuenta de que son más inteligentes y sienten más de lo que pensamos.

Mamás y Papás: Una realidad que no debemos olvidar...

Una joya en el corazón de Madrid